Es cuestión de interés no sólo de Estados Unidos, sino mundial, que el presidente Barack Obama, logre concertar con ambos partidos un pacto para evitar lo que sería catastrófico para la nación del Norte: una moratoria. A muchos les resulta inconcebible que la primera potencia del planeta enfrente una situación de cese de pagos, por discrepancias que impiden un acuerdo entre republicanos y demócratas. De llegarse a ese extremo la economía mundial también sentiría sus efectos.
La fecha límite para decidir sobre el aumento en el techo de la deuda federal es el próximo martes 2 de agosto. Si no se lograra el acercamiento político, antes de ese día, las consecuencias serían funestas. Seguramente en la Casa Blanca consideran que las cosas no pueden complicarse hasta ese punto crítico y a última hora se consiga deponer actitudes radicales entre los legisladores de ambos bandos y facilitar la solución de este impasse.
La expectativa es grande respecto de la decisión que al final tomen los que tienen en sus manos la clave para desatar esta especie de nudo que está dilatando la solución del problema, que debe ser resuelto de la mejor manera y pronto.