Camacol pide a López que no satanice al sector constructor en Bogotá | El Nuevo Siglo
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Miércoles, 17 de Noviembre de 2021
Redacción Nacional

El round entre la alcaldesa Claudia López y el gremio constructor escaló, poco después de que la alcaldesa dijera, a través de su cuenta de Twitter, que Camacol debe entender que el POT no es para hacer negocios de constructores que ganan a punta de volteo de tierras, vivienda sin ciudad y ciudad sin equidad. Un acuerdo de ciudad para el POT implica que cedan en esa mezquindad ruinosa para las mayorías, la ciudad y la democracia”, precisó la mandataria de los bogotanos en horas de la mañana.

Esta, es preciso mencionarlo, fue una respuesta por parte de la alcaldesa a varias molestias que ha venido manifestando Camacol, tanto desde su capítulo nacional como de su oficina para Bogotá y Cundinamarca, con relación a lo que este POT propone en materia de edificaciones, metraje, la destinación de suelos para tal efecto y la meta de construcción para la demanda proyectada por los próximos 12 años.

Poco después, Camacol Bogotá & Cundinamarca le hizo un llamado de respeto a la mandataria y comenzó por referir que, hasta el momento, diferentes sectores de la ciudadanía representados en el Concejo de Bogotá han presentado más de 1.200 modificaciones al articulado, así que no es solo el gremio de la construcción el que está llamando la atención sobre algunos aspectos.

Por lo mismo, la comunicación del gremio llamó la atención de que la democracia en la ciudad debe ser amplia e inclusiva, y el sencillo hecho de presentar una serie de preocupaciones de manera legítima y sugerencias de mejora a la propuesta del POT, no debería convertir al sector de la construcción en el centro de ataques infundados e irrespetuosos por parte de la Administración.

Al respecto, el presidente de Camacol Bogotá, Alejandro Callejas dijo que “no se puede satanizar un sector que ha sido aliado de la ciudad y la región en los últimos 65 años, generando no solamente vivienda, equipamientos públicos, parques, escuelas y colegios, sino generando el empleo de cientos de miles de bogotanos que han visto en nuestro sector una posibilidad buena para salir adelante como familia y como persona”.

Más específicamente, Camacol recordó que el constructor es un gremio que no es un enemigo del POT, y que anualmente le aporta a la ciudad alrededor de 30 mil viviendas, genera cerca de medio millón de empleos y dinamiza la economía regional al mover más de $3 billones que permiten el apalancamiento de negocios de Pymes y Mipymes.

De acuerdo con Alejandro Callejas, hace más de dos años el gremio ha acompañado a la Alcaldesa y a todo su equipo de gobierno en la construcción de esta hoja de ruta del ordenamiento que ahora se discute en el Concejo de Bogotá, aportando de manera respetuosa y técnica propuestas para la consolidación del mejor proyecto posible para Bogotá.



Las objeciones

Una de las cosas en las que ha sido reiterativo el gremio constructor, es en que el Plan de Ordenamiento Territorial, de aprobarse como se presentó al Concejo, tendrá efectos muy difíciles de afrontar para los ciudadanos, la economía y el medio ambiente de la región, haciendo referencia a la dificultad que presenta la renovación urbana en la ciudad.

“Se pretende renovar la ciudad construida sin observar la dificultad que han tenido históricamente los procesos de renovación en la ciudad. La gestión social y predial, además de los innumerables trámites burocráticos, han hecho imposible de desarrollar la ciudad mediante este tratamiento”, indicó la entidad en un comunicado.

También se ha llamado la atención sobre la limitación de no construir apartamentos de una sola habitación, precisando que no es limitando esta posibilidad “o imponiendo decenas de trámites sin reglamentar, que se protege la dignidad de las familias bogotanas. El mejor camino para lograr este objetivo es incentivando la generación de vivienda formal, que a su vez le entrega a la ciudad espacio público efectivo, equipamientos urbanos, viviendas e impuestos”.

Aduce Camacol que este POT limita la capacidad para producir la vivienda que necesitan las familias, aumenta los precios del suelo de la ciudad construida y valoriza los de la sabana de Bogotá.