¿Cumplió la COP26? | El Nuevo Siglo
Domingo, 14 de Noviembre de 2021

* Debate mundial por balances optimistas y pesimistas

* Urgen metas vinculantes contra el cambio climático

 

"Es un paso importante pero no es suficiente”. Esas palabras del secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, resumen en gran parte la sensación global respecto a los resultados de la Conferencia sobre el Cambio Climático COP26 que culminó este fin de semana en Glasgow (Escocia).

Obviamente, dada la gravedad de la crisis por el calentamiento global y sus cada vez más lesivos efectos, se esperaban compromisos más ambiciosos por parte de los casi dos centenares de países en este cónclave mundial.

Los críticos sostienen que quedó en evidencia que mucho va de los esperanzadores discursos iniciales, en los que líderes de las potencias, presidentes y líderes de decenas de gobiernos hicieron llamados a tomar decisiones radicales, a los complejos escenarios posteriores de negociación, en donde hubo intensos debates por asuntos de primer nivel en la lucha contra el cambio climático, como el nivel de exigibilidad de las metas nacionales de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero; el carácter vinculante de los pactos derivados en múltiples campos; la velocidad de la transición de combustibles fósiles a fuentes de energías limpias y sostenibles; y los compromisos concretos en cuanto a los aportes de los países más desarrollados al fondo de los 100 mil millones de dólares anuales para financiar los planes de mitigación y adaptación al cambio climático en las naciones más pobres y con mayor vulnerabilidad a las contingencias climáticas.  

Cada uno de esos aspectos fue objeto de una negociación intensa, en la que hubo pulsos fuertes por el uso de esta o aquella palabra, la definición de décimas porcentuales en cuanto a las metas nacionales o, incluso, la distancia efectiva entre lo que es un compromiso y aquello que debería ser obligatorio.

¿Qué se puede considerar un avance? Aquí entramos en el eterno y desgastado escenario de ópticas en torno a si estamos ante un vaso vacío o medio lleno. Para quienes defienden los resultados de esta COP26 no solo hubo resultados importantes en cuanto a pactos formales para limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 grados en las próximas décadas, sino que se logró un acuerdo realista, ponderado y, sobre todo ajeno, a los radicalismos y posturas utópicas de algunos sectores que exigen la renuncia inmediata al petróleo y el carbón o la extremadamente compleja imposición de modelos de desarrollo a un planeta que apenas si está empezando a levantar cabeza tras el duro impacto de la pandemia.

Por lo mismo resaltan que en la COP26 se sentaron las bases, en la declaración final, de ambiciosos compromisos respecto a disminuir emisiones contaminantes, reducir gradualmente las subvenciones a los combustibles fósiles, más financiación a la generación de energías sostenibles y pasos para constituir el fondo de los 100 mil millones de dólares para financiar el plan de contingencia de acción climática.

También destaca el pacto para reducir a cero en 2030 la deforestación en más de 120 países que representan alrededor del 90% de los bosques del mundo. Igual ponderan el compromiso de un centenar de naciones para reducir emisiones de gas metano. También se firmó un acuerdo más parcial entre 40 gobiernos para limitar producción y ventas de carbón, uno de los mayores generadores de emisiones de CO2. A ello hay que sumar otras expresiones de voluntad política, económica y social para propender por el desarrollo sostenible y cumplir el Acuerdo de París. Incluso hay mucha expectativa sobre cómo se aterrizará el anuncio de Estados Unidos y China para impulsar la cooperación climática durante la próxima década.

Sin embargo, para muchos expertos, ambientalistas y gobiernos el resultado de la COP26 fue, por lo menos, decepcionante, empezando porque no se habría atendido el mensaje de urgencia y de punto de no retorno en la lucha contra el cambio climático que se había enfatizado en la antesala de la cumbre en Glasgow.

En ese orden de ideas los críticos advierten que la declaración final redunda en temas como “compromiso”, “voluntad”, “gradualidad” y otra serie de términos y objetivos que no solo consideran ambiguo sino que, a la hora de la verdad, dilatan los acuerdos concretos que se buscaban en torno a la prioritaria e inaplazable fijación y exigibilidad de las metas nacionales de reducción de emisiones contaminantes. Aducen igualmente que las potencias presionaron para relativizar muchos de los textos y acuerdos y ponen como ejemplo el pacto sobre la industria automotriz. También advierten que hay muchos temas firmados solo por una parte de los gobiernos y no por aquellos con más peso dentro de la respectiva problemática ambiental…

¿Quién tiene la razón? Difícil concluirlo, ambas partes tienen argumentos de peso para su postura medianamente optimista o marcadamente pesimista frente a los avances y retrocesos en el combate urgente al cambio climático en esta COP26. Quizá lo mejor sea atenerse a las declaraciones del máximo vocero de la ONU: "Es un paso importante pero no es suficiente”.