¿Qué riesgos tiene Colombia al perder el grado de inversión? | El Nuevo Siglo
UNA DURA labor deberá enfrentar el ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, ante la decisión de las firmas calificadoras. /ENS
Domingo, 4 de Julio de 2021
Redacción Economía

La insistencia del presidente Iván Duque al solicitar a las firmas calificadoras que evaluaran la economía colombiana de acuerdo al impulso que traía antes del impacto de la pandemia, no fue tenida en cuenta, ni siquiera lo que dijo el ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo sobre la resiliencia de la economía durante este año.

Por el contrario, Fitch Ratings decidió dar el golpe definitivo y confirmar el nivel de riesgo de la deuda soberana del país con lo que ahora vendría una escalada de notas negativas para las empresas y entidades nacionales, tal como sucedió cuando hace un mes Standard And Poor’s tomó la misma resolución.

Ante esta situación los mercados y analistas se preguntan qué implicaciones traería esta calificación para Colombia.

De acuerdo con los analistas del Bancolombia, a pesar de que en los próximos días la atención estará centrada en la reacción de los mercados, los mayores desafíos de haber pasado a ser un “ángel caído” se verán después de pasado un tiempo.

Señalan los investigadores que “creemos que la reacción negativa en los activos financieros en las siguientes jornadas será transitoria” por lo siguiente:

Mercados

1.- En buena parte, esto refleja el hecho de que, a diferencia de cuando el país también perdió el grado de inversión a comienzos de este siglo, los inversionistas internacionales limitados a invertir en emisores de calificación BBB- o superior tienen en la actualidad un protagonismo reducido. Además, hay que tener en cuenta que, desde antes del anuncio de Fitch, los precios de los activos ya incorporaban una calificación BB+ para el país.

2.- La perspectiva se torna más desafiante si tenemos en cuenta que la disposición de los agentes internacionales por invertir en activos emergentes, incluyendo los colombianos, depende de las condiciones financieras imperantes en los países desarrollados. Si, como lo anticipan muchos expertos, en dichas economías se empiezan a retirar los estímulos monetarios extraordinarios que se adoptaron al inicio de la pandemia, se afectarían los flujos de capitales y el costo al que acceden los países en desarrollo a la liquidez global. Con una calificación de grado especulativo, Colombia será más vulnerable a tales cambios.

3.- Otro reto está asociado al efecto sobre otros agentes de la economía. Por un lado, con la rebaja en la calificación soberana la mayor parte de emisores colombianos de renta fija también pasarán a grado especulativo, lo cual conllevará aumentos en su costo de capital.

4.- Por otra parte, el empinamiento de la curva de deuda pública que se ha dado por el aumento en el riesgo soberano, puede presionar al alza las tasas de los desembolsos en el sistema financiero, particularmente en los créditos de largo plazo. Hasta ahora tal efecto no ha sido visible, dado que opera de forma rezagada. Sin embargo, de acuerdo con las estimaciones, esto podría empezar a materializarse a partir del segundo semestre de 2021.

Ajustes

5.- Pero de todos los riesgos que conlleva la rebaja en la calificación crediticia, el más importante tiene que ver con las dificultades que pueden enfrentar las iniciativas de ajuste fiscal a partir de este momento. En años anteriores, preservar el grado de inversión fue un propósito que permitió que el Ejecutivo y el Legislativo llegaran a acuerdos sobre la aprobación de reformas fiscales, las cuales tienden a ser impopulares y políticamente costosas. Una vez perdido este estatus, y teniendo en cuenta el ambiente de polarización e incertidumbre actual, llevar a buen término estos proyectos puede tornarse mucho más difícil.

6.- Por lo anterior, creemos que, en lugar de conducir a una capitulación frente a la evidente necesidad de poner en cintura las finanzas públicas, la rebaja en la calificación por parte de S&P y Fitch debe servir como un llamado de atención para que el país consolide su tradición de manejo macroeconómico responsable. Al igual que un equipo de fútbol que, al descender de categoría, refuerza su nómina y fortalece su cuerpo técnico para poder regresar a primera división, tomar decisiones acertadas hoy será el primer paso en el largo proceso de recuperar el grado de inversión.

Lejos de ser una sorpresa, la decisión de Fitch ratifica los temores que surgieron desde mayo, cuando S&P hizo un movimiento idéntico. En efecto, son varios los factores que hacían previsible este desenlace.

Contravía

7.- En lo que va de 2021 la situación fiscal del país ha venido en deterioro. La señal inicial se dio en febrero, cuando en la presentación del Plan Financiero las autoridades anunciaron que el déficit del Gobierno nacional se ampliará este año a 8,6% del PIB. De esta manera, Colombia va a contravía de la tendencia predominante en el mundo emergente, en la cual durante 2021 la presión sobre las finanzas públicas que generó la covid-19 empezará a moderarse.

8.- A lo anterior le siguió el retiro del proyecto de ley de solidaridad sostenible. Este acontecimiento no solo puso de manifiesto la enorme dificultad de sacar adelante medidas de ajuste fiscal en medio del complejo contexto social y político que estamos viviendo. La férrea oposición que expresó la mayoría de partidos a esta iniciativa también contrasta con el consenso que tradicionalmente había en el Congreso alrededor de las iniciativas de responsabilidad fiscal. En su comunicado, Fitch reconoció no ser indiferente a estas circunstancias.

9.- Desde antes de la pandemia esta agencia había expresado una visión crítica sobre el perfil crediticio de Colombia. En particular, la calificadora consideraba que las métricas del país no eran consistentes con la calificación de grado de inversión que ostentaba. Los elementos que compensaban esta brecha eran no haber tenido episodios de incumplimiento en los pagos de deuda, así como exhibir un sólido marco de política económica.

10.- En su última evaluación, Fitch incorporó un elemento cualitativo negativo adicional, asociado al frente fiscal. En concreto, esta debilidad refleja la inflexibilidad en el gasto público, así como la capacidad limitada para implementar un ajuste que reduzca el saldo de la deuda en el mediano plazo. Estos elementos hacen que el componente cualitativo de la evaluación no sea suficiente para equilibrar las debilidades desde lo cuantitativo.

11.- La historia muestra que las calificaciones soberanas tienden a converger a niveles similares. Esto se debe a que, si bien hay diferencias en las metodologías y las consideraciones de las diferentes agencias, la realidad que evalúan es la misma. Por lo tanto, un deterioro como el que ha evidenciado la economía colombiana desde el año anterior termina por reflejarse, tarde o temprano, en su perfil crediticio.

La falta de objetividad

Las calificadoras de riesgo crediticio no deben juzgar a los países con los mismos criterios usados antes de la pandemia del covid-19 y deben ser más objetivas a la hora de evaluar a los países, dado que las circunstancias que llevaron a elevar el endeudamiento y aumentar el déficit fiscal no han desaparecido, dijo el presidente Iván Duque Márquez.

Esto es una realidad: lo que ha pasado con calificadoras y Colombia es algo que va a estar pasando y está pasando con otros países emergentes y es que, por supuesto, los países hemos tenido que aumentar nuestro endeudamiento y aumentar nuestro déficit para enfrentar los efectos de la pandemia. Esto no es una realidad solamente de Colombia, es una realidad mundial”, expresó el jefe de Estado.

“Entonces, yo creo que las calificadoras, sobre todo en el año 2021, no deben juzgar a los países con los criterios prepandemia, porque la pandemia no ha terminado. Aún seguimos viendo variantes, seguimos viendo afectaciones en el mercado laboral, vemos afectaciones de índole social”, aseveró.

Advirtió que la asignación de una perspectiva estable por parte de las agencias es un reconocimiento a las buenas perspectivas económicas y a las acciones emprendidas por el Gobierno colombiano para estabilizar las finanzas públicas y, al mismo tiempo, atender a la población más vulnerable con programas sociales sin precedentes en la historia del país, los cuales han beneficiado a más de 28 millones de colombianos.