Desconocimiento del MinEducación sobre enseñanza de la historia | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 5 de Marzo de 2023
Mario Fernando Hurtado

Además del Ministerio, los legisladores y en general los medios de comunicación no saben cómo se enseña en las escuelas y que siempre se ha enseñado historia en las mismas. Sus afirmaciones demuestran el profundo desconocimiento en ciencias sociales que tiene el gobierno y la sociedad colombiana.

Parece macondiano que sea el Ministerio de Educación que anuncie que volverá la enseñanza de la historia en las escuelas. Todo comenzó en 2018, cuando esa cartera anunció que cumplirá con lo establecido en la Ley 1874 del 27 de diciembre de 2017, aprobada por el Congreso y sancionada por el entonces presidente de la República, Juan Manuel Santos.

“La ley restablece la enseñanza obligatoria de la historia de Colombia como una disciplina integrada en los lineamientos curriculares de las Ciencias Sociales en la Educación Básica y Media. El objetivo de la ley es hacer evidente la enseñanza de la historia de Colombia como una disciplina integrada a las ciencias sociales y que los estudiantes tengan como referencia el contexto cultural, geográfico, y político para formar ciudadanos que transformen el presente y el futuro, a partir de la comprensión crítica del pasado para no repetirlo”, precisó la directora de Calidad para la Educación Preescolar, Básica y Media del Ministerio de Educación, Mónica Ramírez Peñuela, en dicha ocasión.

Y ahora se anuncia que en el Plan de Desarrollo se incluirá como obligatoria la enseñanza de la historia en las escuelas que, según afirma la página del Ministerio de Educación,permitirá avanzar hacia la paz y la reconciliación desde el aula, haciendo énfasis en cómo enseñarla y en la memoria de las dinámicas de conflicto y paz que ha vivido el país”.

 

Repaso histórico

Siglo XIX. Desde la independencia de Colombia se decidió que, junto con lenguaje, matemáticas, ciencias naturales y geografía, la historia sería un área central de la enseñanza escolar y en la Constitución de Cúcuta de 1821 se aprobó la directriz de su enseñanza. La prioridad una historia memorística y descriptiva que enaltecía el valor de la independencia y de sus hérores, con una mirada romántica sobre el periodo indígena. Así se mantuvo hasta principios del siglo XX.

Las reformas liberales. En 1930 se fortalecen los espacios de enseñanza de un área definida como Ciencias Sociales, que contaba con áreas independientes de geografía, historia, democracia, urbanidad y, en los útimos años de secundaria, Cátedra Bolivariana, un espacio para enaltecer la figura de Bolívar y un pedido de los gobiernos conservadores anteriores. Tanto la historia comola geografía cumplían un papel por generar identidad nacional, sentido de pertenencia y apropiación.

Década del 70 del siglo XX. Se fortalece la enseñanza de las áreas sociales con el uso de libros de texto. El currículo plantea una mirada integrada de Ciencias Sociales en primaria y en secundaria con diez horas de intensidad a la semana, cuatro de historia, tres de geografía, dos de democracia y una de cívica. El abordaje de la historia y la geografía se hace de forma locacional y cronológica, es decir, en sexto historia y geografía de Colombia, la historia con énfasis desde el poblamiento americano hasta las independencias; en séptimo historia de América, en octavo el denominado mundo antiguio: Asia, África y Europa y, en noveno, historia de Colombia siglos XIX y XX. Para los dos ultimos años se incorporan las áreas de democracia, filosofía y cátedra bolivariana.

El desarrollo de materiales educativos abre la apuesta a nuevas concepciones de su enseñanza, corrientes pedagógicas y estrategias didácticas. El mundo bipolar de los años 70 a 90, permite trabajar autores en el área, con miradas desde la historia radical, la escuela de los anales, o desde el neokantismo. Es decir, se enriquece la produccion de contenidos con herramientas didcáticas y formas de evaluación.

Los noventas. La crisis de la historia y de la geografía, pero sobre todo para esta última cátedra llega con la reforma de 1994, que suprime la independencia de las áreas de sociales y las integra en un solo curso. Su intensidad horaria se reduce a cuatro horas, es decir, una clara política de Estado por debilitarlas y dar prioridad a otras áreas de concomiento.

En los noventa se mantienen los contenidos locacionales, lo que hace que de esas cuatro horas la mayoría se dedicara a historia, pero con la reforma de 2002 se establecen uno ejes de enseñanza: relaciones con la historia y las culturas (historia) relaciones espaciales y ambientales (geografía) y relaciones ético políticas (democracia). Se pasa a una enseñanza cronológica.

En sexto, Edad Antigua, en séptimo Edad Media, en octavo Edad Moderna, en noveno Mundo Contemporáneo y en décimo y undécimo siglos XX y XXI.

La formación de los profesores hace que la mayoría se incline por la enseñanza de la historia y en la mayoría de los casos fuera la geografía la que desapareciera de la escuela por la baja intensidad horaria. Los libros de texto evidencian la primacía que tiene la historia (relaciones con la historia y las culturas) frente a las demás áreas de las ciencias sociales.

Además, sin contar que cada nueva cátedra que se inventan en el Congreso desde el profundo desconcomiento de la escuela se le asigna a sociales, con la misma pobre carga horaria. En los últimos años han surgido: afrocolombianidad, emprendimiento, cultura room, competencias laborales, cultura vial y cátedra de paz. Lo que va en detrimento de las demás áreas de las sociales en especial de la geografía.

Por eso, hacer el anuncio de que volverá la enseñanza de la historia en las aulas no es más que un eufemismo desde la profunda ignorancia sobre lo que se enseña en la escuela. La historia nunca se fue, se apelmazó con la geografía, la ciudadanía y demás cátedras que se han creado. El debate de fondo es si se separa la historia de la geografía, si recuperarán la intensidad horaria y su relevancia en las políticas estatales y por ende en la escuela. De igual forma, si se dotarán de materiales didácticos, de libros de texto, de planes de lectura, de cartografía a las escuelas para una mejor comprensión de las ciencias sociales.

Volver a poner el nombre que tenía si no es sólo de maquillaje, requiere que regresen de igual modo la geografía, la ciudadanía y la participación politica, donde las cátedras sean trasversales en los contenidos y programas de las áreas centrales de las ciencias sociales que hasta hace 10 años evaluaba la prueba Saber.

El debate, si se va a dar en el Plan de Desarrollo, que sea de fondo, serio, que supere las arengas y se enfoque tanto en entender como en resolver las limitaciones de intensidad horaria, de recursos, de orientaciones didácticas y metodológicas, de corrientes pedagógicas y de evaluación que permita que las nuevas generaciones se formen desde el pensamiento temporal, espacial, y político.

*Especialista en Educación