Revocatoria de Quintero crispa oleaje político en Medellín | El Nuevo Siglo
EL ALCALDE Daniel Quintero tendrá que afrontar una dura prueba política en las urnas en la próxima semana. Ganando el Sí y logrando el umbral, tendrá que dejar el cargo.
Alcaldía de Medellín
Domingo, 16 de Enero de 2022
Redacción Política

Muchas son las repercusiones políticas del proceso de revocatoria del mandato al alcalde de Medellín, Daniel Quintero Calle, luego de que hace una semana se avalara por parte de la Registraduría Nacional el número suficiente de firmas para proceder a la cita a las urnas en las próximas semanas, una vez el gobernador de Antioquia fije la respectiva fecha.

En principio, sin embargo, el burgomaestre ha recurrido a varias acciones de tutela, alegando que se le está violando el debido proceso y su derecho a mantenerse en el cargo, especialmente porque no ha podido hacer los análisis grafológicos de las firmas que sustentan la causa en su contra. En ese sentido, el Tribunal Superior de Medellín aceptó uno de los recursos de amparo, sobre el cual deberá decidir de fondo máximo en dos semanas, aunque por ahora no suspendió el trámite de la revocatoria.

La primera incidencia política, una vez se confirmó la autorización de la Registraduría, ha sido la de la polarización. Como se sabe, el actual alcalde de Medellín fue uno de los ‘palos’ en las elecciones regionales de 2019, ya que se daba por descontado que sería elegido uno de los alfiles del uribismo. Pero durante el transcurso de la campaña, Quintero fue imponiéndose como candidato independiente y tras emitir consignas polarizantes, especialmente contra la clase política y empresarial antioqueña, logró obtener 303.420 votos, el 38,56% de los sufragios.

De tal modo, Quintero se situó como uno de los alcaldes alternativos, al lado de Claudia López en Bogotá y Jorge Iván Ospina en Cali. Bajo esa perspectiva, el mandatario de Medellín buscó configurar un gabinete de nuevas figuras pero en el transcurso de su administración fue enfrentándose con el Grupo Empresarial Antioqueño (GEA), en tanto buscó imponer una visión diferente a la sinergia tradicional entre empresas, universidades y administración, que había sido un baluarte político característico de la capital paisa.

Al mismo tiempo, esto llevó a profundos enfrentamientos por el manejo del proyecto de Hidroituango y la crisis que presentó, en especial con respecto a la actuación de las Empresas Públicas de Medellín. Finalmente, la Contraloría General de la República, que emitió un fallo de responsabilidad fiscal al respecto, aceptó que los sobrecostos por las contingencias en el proyecto hidroeléctrico fueran asumidos por las aseguradoras, por cuanto muchos de estos son naturales en esta clase de obras de infraestructura.

A raíz de esta situación la ciudad se fue polarizando hasta que un grupo de ciudadanos planteó, a comienzos del año pasado, la revocatoria del alcalde Quintero y se dedicó a recoger firmas en esa dirección. Así las cosas, el comité promotor presentó en noviembre 383.685 firmas, de las cuales la Registraduría avaló, a finales de diciembre, 133.248, por encima de las 91 mil que se requerían como mínimo.

Al mismo tiempo que Quintero impugnó la decisión de la Registraduría, que esta semana negó ese recurso, al descartar los argumentos de que parte de las rúbricas provengan de una supuesta suplantación o falsedad, ha recurrido en diversas entrevistas a profundizar la polarización, inclusive acusando al empresariado antioqueño de ‘cartelización’ y procedimientos non sanctos. La estrategia consiste en llevar al mayor extremo posible la polarización y de esta manera tratar de salvar su permanencia en el cargo.

Para que Quintero pueda ser revocado se requiere que en las urnas participe el 40% del caudal de votos registrado en las elecciones para la Alcaldía en 2019 y que, a su vez, la mayoría (mitad más uno) se manifieste a favor de su salida. En esa dirección, el umbral electoral es de alrededor de 315 mil votos y para que el burgomaestre deje su despacho se necesitan al menos 158 mil votos por el Sí a la revocatoria.

En los últimos días Quintero sostuvo que si no lograba las mayorías a favor de su continuidad, aún si no se consiguiera el umbral correspondiente, en todo caso renunciaría al cargo. Pero en las horas subsiguientes se matizó un poco esa afirmación. En todo caso, él mismo ha sostenido que la revocatoria se definirá por un margen cerrado de cinco mil votos.



Ciudad dividida

Hoy el panorama en Medellín es el de una ciudad dividida. Aparte del comité promotor de la revocatoria nuevas fuerzas se han venido vinculando a esa causa. Además de los sectores uribistas, también está la fuerza del fajardismo, que está pendiente de si participar o no de la cita a las urnas para decidir el futuro del alcalde.

Como se sabe, Quintero ha enfilado sus baterías contra la gestión de Fajardo en la Gobernación, años atrás. En esa vía la disyuntiva del hoy precandidato presidencial consiste en si debe participar en esta campaña, pero no al lado del uribismo, ya que son dos fuerzas contradictorias.

En tanto, el mandatario medellinense se soporta en fuerzas como el petrismo. De hecho, el precandidato a la Presidencia por el Pacto Histórico ha salido a defenderlo. Este sabe que tiene las de ganar ya que Antioquia nunca ha sido su fuerte y la campaña contra la revocatoria es una plataforma que le permite mejorar su exposición electoral tanto hacia la primera como la segunda vueltas de la contienda por la Casa de Nariño.

En efecto, para las elecciones de 2018, en la primera vuelta Petro solo obtuvo 77.397 votos en la ciudad, frente a 532.329 de Duque y 308.914 de Fajardo. De otra parte, en la segunda vuelta, el dirigente de izquierda logró 208.427 respaldos contra 693.334 del hoy Jefe de Estado.

De ese ambiente polarizador que pretende Quintero, quien puede sacar mayores réditos es Petro. Además, ambos comparten la misma visión de acuerdo con la cual el Estado debe ser el factor preponderante y desdicen mutuamente de alianzas efectivas como la que se ha tenido en Medellín entre la empresa privada, la administración y la universidad.

También hay que decir, de otro lado, que las encuestas de su gestión no suelen ser negativas para Quintero. Efectivamente, en los sondeos más recientes tiene el resultado favorable por encima del desfavorable. Lo que no está claro es cómo se vaya traducir esa circunstancia en la votación de la revocatoria.



Estrategia

Revisado el tema frente a las elecciones regionales anteriores, Quintero necesitaría mantener un poco más del 50% de los votos que sacó en 2019 para hacerle contrapeso efectivo a la revocatoria. En la otra orilla, las fuerzas a favor de sacarlo del cargo tienen el reto de lograr un número mayor de votos que los del No. Este sector cuenta a su favor con que debido a que la gestión del alcalde ha sido muy accidentada, hay mucha gente que prefiere irse por el Sí y que la ciudad entre en un periodo de estabilidad.

No se sabe, de otra parte, si las acciones de tutela interpuestas por los partidarios de Quintero vayan a tener un efecto favorable y se llegue a suspender o cancelar el proceso de revocatoria. Ese procedimiento de “tutelatón” fue el que le permitió precisamente al entonces alcalde de Bogotá, Gustavo Petro, frenar un proceso similar en su contra, que finalmente se cayó. Es la misma ruta seguida, también, por los partidarios del hoy alcalde de Cúcuta, Jairo Yáñez, que lograron dilatar el proceso durante varios meses, aunque finalmente se llevará a cabo el próximo 23 de enero.

Para sus parciales el proceso de revocatoria del alcalde Quintero es una oportunidad de oro para afianzarse en el poder. Para sus opositores, no obstante, es el momento preciso para devolverle a Medellín la estabilidad. Y en medio de ello lo único claro es que, por el momento, seguirá profundizándose la polarización y su incidencia en la campaña parlamentaria y presidencial.