Más de la mitad de la población mundial vive ahora en ciudades. Un informe de la Organización de Naciones para la Alimentación y la Agricultura (FAO) expuso esta semana un manual para que las urbes ayuden a cuidar el medio ambiente y aumenten la calidad de vida de sus habitantes
1. Promover la agricultura urbana
Más de 800 millones de personas practican la agricultura urbana en todo el mundo. Manteniendo los terrenos agrícolas en las zonas urbanas se pueden acortar las cadenas de suministro y, por lo tanto, reducir la cantidad de CO2 emitido durante el transporte de los alimentos de las zonas rurales a las urbanas. Mediante la producción y la venta de una mayor cantidad de alimentos frescos dentro de la propia ciudad se puede reducir el impacto ambiental de la distribución de alimentos, incrementar las oportunidades de que haya cadenas de suministro locales inclusivas y mejorar el acceso a alimentos nutritivos, por ejemplo a través de los mercados de agricultores.
2. Fomentar dietas saludables
Los tipos de alimentos disponibles y su asequibilidad influyen mucho en los estilos de vida y los hábitos alimentarios. En las ciudades donde hay un amplio surtido de comida rápida y precocinada, los alimentos disponibles son a menudo hipercalóricos y altamente elaborados. Se trata de una tendencia creciente. En los países de ingresos medianos bajos, el consumo de alimentos elaborados de escaso valor nutricional aumentó un 5,45 % al año entre 1998 y 2012. Los gobiernos nacionales y municipales de los países en desarrollo se enfrentan al problema de tener que combatir no solo la desnutrición, sino también los efectos que tiene sobre la salud la obesidad, que está aumentando a un ritmo alarmante.
3. Reducir el desperdicio de alimentos y gestionar los residuos procedentes de estos
La población de las zonas urbanas recibe hasta el 70 % del suministro mundial de alimentos, pero gran parte de estos alimentos se desecha. Se prevé que el desperdicio de alimentos en las zonas urbanas por los minoristas y consumidores aumentará un 35 % entre 2007 y 2025. Aunque las causas de ese desperdicio varían de una región del mundo a otra, generalmente contribuyen al problema la mala planificación alimentaria, el envasado inadecuado, el incorrecto almacenamiento y los hábitos culturales. Además, los residuos de alimentos que no se reciclan ni se reutilizan llenan los vertederos. Allí se descompone y genera metano, un gas de efecto invernadero que es más perjudicial para el planeta que el CO2. Esto implica no solo un desperdicio de alimentos, sino también de energía, dinero y recursos naturales, como la tierra o el agua que se emplea para producir y elaborar los alimentos. Las medidas de ámbito municipal encaminadas a la recuperación de alimentos inocuos y nutritivos y su redistribución a través de organizaciones benéficas y bancos de alimentos, al compostaje o a la utilización de alimentos desechados para generar energía pueden ayudar enormemente a reducir el desperdicio de alimentos.
4. Impulsar los espacios verdes para instaurar entornos más saludables y mejores estilos de vida
A medida que las zonas urbanas siguen expandiéndose, los espacios verdes desaparecen. Más allá de su atractivo estético, los árboles y las zonas verdes son esenciales para mejorar la calidad del aire, suavizar las temperaturas urbanas, fomentar el ejercicio físico y mejorar la salud general. La contaminación atmosférica, el aumento de las temperaturas locales y los estilos de vida sedentarios pueden acrecentar la probabilidad de sufrir tanto de enfermedades cardiovasculares y respiratorias como de obesidad, además de favorecer la propagación de nuevos agentes patógenos.
Los sistemas alimentarios se deben planificar y gestionar junto con el entorno verde, con el fin de frenar la contaminación y fomentar las dietas saludables y el ejercicio físico.
5. Reconectar las ciudades con las zonas rurales circundantes
Las ciudades y las zonas urbanas no funcionan aisladamente de las zonas rurales. De hecho, son muy dependientes de las regiones rurales que las rodean. Dependen en gran medida de las zonas rurales vecinas para la obtención de alimentos y mano de obra, el suministro de agua y la eliminación de los desechos de alimentos.