Dentro de un mes la vida cotidiana en Alepo, sometida a los constantes bombardeos del régimen sirio y su aliado ruso, será insostenible. Y si esta ciudad cae, sus habitantes corren el riesgo de sufrir una "masacre", advierte el jefe de los Cascos Blancos sirios.
Raed Saleh, un treintañero sirio, vestido de forma impecable, habló con la AFP en el marco de su gira por Nueva York y Washington para sensibilizar a la ONU y a Estados Unidos acerca de la suerte de los voluntarios de la Defensa Civil Siria, una organización humanitaria que se considera apolítica y que desarrolla labores de ayuda en zonas controladas por la oposición siria.
Los Cascos Blancos acaban de recibir el premio Right Livelihood, un Nobel alternativo entregado por una fundación sueca, y están en la primera línea en Alepo desde que los 250.000 habitantes sitiados en la zona rebelde y oriental de la ciudad se encuentran bajo una lluvia de fuego tras el fracaso la semana pasada de la enésima tentativa de cese de las hostilidades.
"La población civil aprovechará la menor oportunidad para huir. Pero sin ninguna garantía de seguridad y protección mínimas", suspira este joven, un antiguo empresario de expresión sombría.
"Estamos muy preocupados: estas personas pueden ser masacradas, secuestradas o detenidas", dice resignadamente.
Sobre todo debido a que, según sus cálculos, la parte este de Alepo no resistirá "más de un mes" a causa de la destrucción en curso de lo que queda de los servicios públicos municipales. "No habrá más agua, más electricidad ni combustible y los hospitales no podrán seguir funcionando", prevé Saleh, quien se expresa en árabe y cuyas palabras son traducidas al inglés por uno de sus compañeros.
Si los barrios rebeldes de Alepo caen en manos del régimen, ¿qué pasará con los 122 Cascos Blancos que cada día están salvando vidas? "Viven en las mismas condiciones que los demás civiles. Estoy convencido de que el régimen hará todo lo posible por asesinarlos o detenerlos", se alarma el responsable de la organización Defensa Civil Siria.
Afirma haber contabilizado "1.700 ataques" de las aviaciones siria y rusa, que habrían provocado "mil muertos y heridos" desde que el Ejército del régimen del presidente Bashar al-Asad declarara el 19 de septiembre el fin de la tregua aprobada con dificultades diez días antes gracias a un acuerdo ruso-estadounidense en Ginebra.
Los países occidentales seguían esta semana indignándose por los "espantosos" e "inaceptables" bombardeos sobre Alepo, y acusaban a Moscú de perpetrar "crímenes de guerra".
- "Fracaso de la humanidad" -
Raed Saleh ya no espera mucho de la ONU ni de Estados Unidos, que apoyan a los grupos de oposición.
"No cuento con ellos (...). Hemos asistido a un retiro de la administración estadounidense de las crisis internacionales, no solamente en Siria", constata este activista.
Y "diversas potencias mundiales cometen crímenes de guerra, violan los derechos humanos, y no hay voluntad política para obligarlos a rendir cuentas", se indigna Saleh.
Tampoco cree que haya "necesidad de más resoluciones del Consejo de Seguridad de la ONU" tras el patente fracaso de la resolución 2254 aprobada por unanimidad el 18 de diciembre para ratificar una hoja de ruta diplomática e iniciar una negociación política entre el régimen y la oposición.
"Necesitamos conciencia para que haya voluntad política de los dirigentes mundiales para detener las matanzas en Siria y llevar ante la justicia a los criminales de guerra", reclama Saleh.
En opinión del jefe de los Cascos Blancos, "el fracaso de la respuesta a la tragedia siria es el fracaso de la comunidad internacional y de toda la humanidad" para poner fin a una guerra que ha dejado más de 300.000 muertos en cinco años y medio y provocado la peor crisis humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial.