Acuerdo político, ¡ya! | El Nuevo Siglo
Sábado, 24 de Junio de 2017

Los partidos políticos representados en el Congreso, con sus diferentes bancadas parlamentarias, tienen hoy un deber sustancial sobre el futuro del país. No es ciertamente un estereotipo decirlo por cuanto la próxima legislatura es tal vez de las más importantes de los últimos tiempos. En modo alguno, pues, es dable dar el actual mandato congresional por terminado. Y en ese caso dejarse llevar exclusivamente por los anhelos de precipitarse hacia la jornada presidencial de 2018, inclusive ya congestionada por la piñata de aspiraciones. Piñata que, desde luego, no se corresponde, en muchos casos, con la madurez y la experiencia que se requiere para dirigir un punto de inflexión de la magnitud del que se avizora en la próxima justa electoral.

 

Está bien, claro está, que la democracia pueda vigorizarse con diversas precandidaturas. Eso da una señal importante de solidez del sistema. Pero, por igual, es necesaria la decantación paulatina. Y esto, dentro de su propia dinámica, llevará a un espectro más claro y consecuente de las realidades. La nación está hoy más que nunca anhelante de orden y estabilidad. Y en ello no solo juega la reinstitucionalización. También hay un aspecto temperamental de suma importancia. Los bisoños tienden, por supuesto, a hacerse notar; los experimentados no requieren de la algarabía ni la intemperancia para ser escuchados. En medio de ello lo que vale son los hechos.

 

Es por eso que interesa vivamente, aquí y ahora, la próxima legislatura del Congreso. En el semestre que viene están pendientes infinidad de materias de máximo interés, como la reglamentación de la jurisdicción transicional, los alcances de la reforma política, las disfrazadas curules para la guerrilla sin garantías para las víctimas, los significativos aspectos agrícolas y de tierras, los ajustes autorizados por la Corte Constitucional al proceso Santos-Farc, la reforma penal anunciada por la Fiscalía y tantos más que no se desprenden del llamado acuerdo del Colón, sino que hacen parte prioritaria de la agenda nacional. El Gobierno ha anunciado que objetará, para la próxima legislatura, las leyes sociales recién emitidas por el Parlamento ¿Aceptarán los congresistas esa actitud en materia de pensiones y de salud pública para los neonatos?

 

No es, en modo alguno, despreciable semejante cantidad de elementos trascendentales. Y en esa dirección un acuerdo al interior del Congreso cobra una importancia inusitada. De tal modo los parlamentarios, y nadie más que ellos, son quienes por sus facultades y representación gozan hoy de la política determinante en la emisión de derecho público, de desarrollo con equidad social y de preservación de las instituciones. De nada valen las coaliciones a futuro, el apresuramiento proselitista, por fuera de lo que es indispensable, no dentro un año, sino ya.

 

En su momento, incluso, el expresidente y senador Álvaro Uribe propuso, en las épocas post-plebiscito, convocar un Acuerdo en el Congreso para generar los ajustes del proceso, en consonancia con los resultados del evento, cuando malamente se contestó que el mamotreto era omnipotente e inmodificable una vez acicalado en temas secundarios. Ahora que desde hace unas semanas la Corte Constitucional ha permitido los cambios, a través de la iniciativa y la acción parlamentaria, es posible hacerlo en los temas aún sobre el tapete. No para volver todo “trizas”, porque aquello no es una política convocante, tal y como lo dejó entrever el mismo Uribe en reciente entrevista exclusiva a este diario, pero sí para generar las modificaciones pertinentes en las que en buena medida y con matices coinciden parlamentariamente el Partido Conservador, Cambio Radical, el Centro Democrático y, por qué no, sectores de La U.

 

Es claro, de las últimas sesiones, que la llamada alianza de la Unidad Nacional ha hecho agua y solo quedan algunos atados a los palos del naufragio, repartiendo mandobles exasperados y sin sentido. Pero no es bueno para el país, ni siquiera para el inescrutable proceso con las Farc, un cadáver insepulto de esa ex coalición y nada más. En el mismo sentido de encontrar coincidencias ideológicas y programáticas, en el hemiciclo, el senador y director del Partido Conservador, Hernán Andrade, se ha mostrado dispuesto a los acuerdos al igual que los voceros de la bancada. Y no en menor proporción está lo dicho por el director de Cambio Radical, Jorge Enrique Vélez, en las materias atinentes, así como lo expresado por los elementos parlamentarios representativos.

 

El Partido Conservador mantiene plena vigencia parlamentaria. Ya vendrá después el pleito por el poder. Ahora lo que hay es una gigantesca cantidad de política en todos aquellos que lograron una curul conservadora. Y toca a ellos decir bien de la doctrina o naufragar. Es hoy, no antes ni después, que ello está a la orden del día.  

 

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