Los cubanos pueden desde este viernes comprar libremente auómoviles, luego de que el presidente Raúl Castro acabara con una prohibición de medio siglo, pero para sorpresa y desazón de la gente sus precios son astronómicos.
Un vehículo familiar Peugeot 4008 nuevo salió a la venta en 239.250 dólares en la comercializadora estatal SASA de La Habana, mientras que el fabricante francés lo ofrece en sus catálogos en Europa desde 34.150 euros (unos 46.000 dólares), comprobaron periodistas de la AFP.
Los autos usados también fueron puestos a la venta a precios exhorbitantes en la estatal Corporación Cimex: un Hyundai Sonata de 2010 en 60.000 dólares y un Volkswagen Passat de 2010 en 67.500 dólares.
"Yo pensaba comprar un auto, pero no me alcanza. Tenía más o menos 20.000" dólares, dijo a la AFP Dorian López, mientras miraba con incredulidad los listados de precios en la oficina de SASA cercana a la Ciudad Deportiva, en el suroeste de La Habana.
"Con esto ya no puedo comprar ni soñar", dijo el músico Alfred Thompson, de 52 años, en la comercializadora Cimex de Miramar, oeste de la capital.
La venta liberada de autos fue anunciada el 19 de diciembre por el gobierno comunista, que acabó con la prohibición con el fin de aumentar y rejuvenecer el parque automotor de la isla, dominado por los vetustos "almendrones" estadounidenses de los 50 y los antiguos Lada de la era soviética. En Cuba no hay fábricas de vehículos.
"Esto es para millonarios..."
Un decreto publicado el martes estableció que la venta comenzara este viernes (primer día hábil de 2014 en la isla) y anticipó que los automóviles tendrían impuestos y otros recargos, que elevarían el precio en un 50%.
La nueva medida eliminó las "cartas de autorización" que el Ministerio de Transporte" entregaba a algunos cubanos, sobre todo músicos, médicos y otros profesionales que cumplían misiones en el exterior, para poder adquirir un auto.
Decenas de miles de cubanos tenían este permiso, pero ese mecanismo estaba congelado desde abril. Ahora ellos tienen prioridad para adquirir un auto, por lo que su sorpresa y desazón fueron mayúsculas este viernes cuando conocieron los precios.
"Esto es una barbaridad, esto es para decir que en Cuba ya se están vendiendo autos, es una falta de respeto, no hay quien compre eso, no puede ser", dijo a la AFP Bernardo García, un chofer de camión de 35 años.
"Esto es abusivo, es una falta de respeto, nos han engañado miserablemente, porque llevo ya dos años con la carta. Esto es para millonarios, no es para el pueblo, ya no tengo opción de comprar", dijo Mayra Echarpe, de 57 años, jefa de personal del Centro Nacional de Música Popular.
Reformas de gran impacto
Poder comprar un auto nuevo sin permiso estatal era uno de los reclamos que los cubanos hacían al gobierno de Raúl Castro, que autorizó en septiembre de 2011 la compraventa de automóviles usados, que también estuvo prohibida durante medio siglo.
Estas son las reformas de mayor impacto de las impulsadas por Raúl Castro desde que sucedió en el mando a su hermano enfermo Fidel en 2006, junto con la aprobación de la compraventa de casas y la nueva ley migratoria, que entró en vigor hace un año y permitió a los cubanos viajar al exterior sin pedir permiso al gobierno, por primera vez en 50 años.
Hasta 2011 los cubanos sólo podían comprar y vender los modelos de autos de antes del triunfo de la revolución de 1959, casi todos de fabricación estadounidense, conocidos popularmente en la isla como "almendrones", muchos de los cuales sirven actualmente como taxis colectivos en La Habana.
Para los cubanos, con un salario promedio de 20 dólares al mes, tener un auto representa un lujo: un destartalado coche ruso de los años 80, Lada o Moskovich, puede costar unos 3.000 dólares, pero uno bien conservado vale unos 12.000 dólares.
Un almendrón de los que sirven de taxi también cuesta unos 12.000 dólares, pero los descapotables y muy bien conservados Chevrolet, Cadillac o Chrysler llegan a venderse en 80.000 dólares.
En Cuba, donde no se publican cifras del parque automotor, se estima que existen unos 60.000 "almendrones", una cifra similar de autos rusos de los años 70 y 80, e igual número de coches más modernos fabricados principalmente en Europa y Asia.
El parque automotor cubano es reducido en comparación con el resto de América Latina, lo que permite que La Habana sea una ciudad donde prácticamente no existen embotellamientos de tránsito.