El Presidente anunció que en los próximos días fijará su posición sobre el tratado climático. Analistas dicen que se retirará, causando un efecto dominó, lo que paulatinamente llevará al fin de los acuerdos. Mientras, China aprovecha ese vacío, silenciosamente
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Una promesa de campaña puede llevar a que Estados Unidos, el segundo país más contaminante del mundo, abandone el Acuerdo de París sobre cambio climático de 2015. En un tuit, ayer, Donald Trump dijo “en los próximos días estaré anunciando sobre el Acuerdo de París. Hagamos a Estados Unidos grande”, generando una serie de cuestionamientos sobre su permanencia en el tratado. ¿Se retirará? La mayoría de los analistas dicen que sí.
En diálogo con The New York Times, tres funcionarios de la administración Trump, sin revelar su identidad, dijeron que el propósito del Presidente es retirarse del Acuerdo de París, como parte de lo que prometió en la campaña presidencial de 2016.
Se esperaba, por el anuncio que hizo Trump, que públicamente el mandatario diera a conocer su posición frente al tratado ayer. El diario neoyorquino, sin embargo, aseguró que el Presidente, entendiendo las implicaciones que tiene su retiro, sigue trabajando en un texto que cumpla con las bases legales y valorativas para anunciarle al mundo semejante decisión.
Una de las razones por la cuales Trump y su equipo no han hecho público el retiro es porque al parecer el Secretario de Estado, Rex Tillerson, un hombre que viene de la industria petrolera pero confía en la lucha contra el cambio climático, lo ha pedido. Medios locales aseguran que su poder de convencimiento sobre el Presidente puede llevarlo a que éste dé un paso atrás y termine por ratificar el Acuerdo de París, como parte de las obligaciones medioambientales de Estados Unidos.
No es el mundo, es EE.UU.
Estados Unidos está en todo su derecho de abandonar el Acuerdo de París. Los países, frente a cualquier tratado internacional, pueden adoptar medidas nacionales para no cumplir las obligaciones que devienen de lo acordado. No obstante, esta decisión tiene implicaciones directas, y negativas, en la economía y seguridad norteamericana. Además, en materia geopolítica, genera una inestabilidad frente a China e India. O, más bien, les deja el espacio libre a estas dos potencias.
El secretario Tillerson, insistentemente, ha dicho que es fundamental “mantener un asiento en la mesa”, para no perder la posición privilegiada de Estados Unidos a nivel internacional. Como se vio en el G-7, es claro que las políticas de Trump no han caído muy bien en Europa, lo que puede ser un indicativo de lo que piensa el resto del mundo. Al abandonar el Acuerdo, las relaciones con socios estratégicos pueden empeorarse, sin desconocer que, un gigante: China, está ahí para ocupar ese espacio.
No en vano Europa ha dejado claro que con o sin Estados Unidos el Acuerdo de París seguirá vigente. Hace 20 días, en Bonn, delegados de Alemania, Francia y Reino Unido recordaron que en noviembre, durante la reunión seguimiento en la misma ciudad, el propósito principal será evaluar el nivel de cumplimiento de los países con lo pactado, no discutir si Washington sigue o no en el Acuerdo.
Pero los asuntos políticos no son los únicos que preocupan. En el mundo, los limitados recursos naturales, que pasan por un momento de escasez y desbarajuste, pueden derivar en conflictos y guerras. “Riesgos de conflicto”, así los llama Antonio Guterres, Secretario General de la ONU. Por esta razón, Estados Unidos, como líder mundial, puede repensar su decisión ante los potenciales enfrentamientos entre países, ciudades y comunidades.
Es posible, al tener en cuenta los antecedentes, que Trump decida quedarse en el Acuerdo de París a última hora. Ferviente seguidor de jugar con las expectativas de los países y los medios, finalmente puede decir: sí, me quedó, como ocurrió cuando anunció su retiro del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (NAFTA, siglas en inglés), pero decidió permanecer en el mismo por insistencia de sus homólogos, Trudeau, de Canadá, y Peña Nieto, de México.
"China ha entendido que el acertado manejo del medioambiente le permite posicionarse como líder mundial en esta materia, algo que Trump estaría dispuesto a perder"
Implicaciones
Para el cumplimiento de las metas fijadas en el Acuerdo, el retiro de Estados Unidos es sumamente perjudicial. Al ser el segundo mayor emisor de gases con efecto invernadero puede llevar a que algunos de los 195 países que lo firmaron (no todos lo han rectificado) sigan el mismo camino y busquen, conforme a un discurso de “desarrollo nacional”, iniciar su proceso de salida.
Algunos analistas estiman que la decisión de Washington puede llevar a la desaparición del Acuerdo a mediano plazo. Con el precedente que dejaría, la posibilidad de evaluar y exigir el cumplimiento de obligaciones sería difícil para los órganos encargados de hacerlo, llevando a un estado de incertidumbre frente al nivel verificación de contaminantes y energías renovables.
En un estimado hecho por el periódico The Guardian, que reunió estudios hechos por universidades y centros de pensamiento, se concluye que Estados Unidos al salir del Acuerdo de París generaría 3.000 millones de toneladas de dióxido de carbono cada año, “elevando la temperatura global en 0.1 grados al final del siglo”.
Las implicaciones ambientales y geopolíticas de la salida del Acuerdo sobre cambio climático, hacen que Trump, empujado por Tillerson, busque renegociar lo pactado en París, sin tomar una decisión tan abrupta. Probablemente, uno de los puntos que podría en la mesa es el compromiso de reducir las emisiones de gases entre 26-28% para 2025, fijando esta meta en porcentajes más bajos.
Mientras Estados Unidos sigue debatiendo la existencia del cambio climático, China e India avanzan en la construcción de diferentes tipos de energías renovables, como la eólica y la solar. Según el portal “Climate Action Tracker”, rápidamente, y antes del Acuerdo de París, ambos vienen haciendo grandes esfuerzos para no depender del carbón en un futuro.
Esto puede ser un motivo más para que Estados Unidos no renuncie al Acuerdo de París. China ha entendido que el acertado manejo del medioambiente, aparte de mejorar las condiciones de vida de su población, le permite posicionarse como líder mundial en esta materia, algo que Trump estaría dispuesto a perder.
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