El presente que viven los arqueros colombianos y la alarmante “invasión de extranjeros”, lo que aumenta la falta de oportunidades para los nacionales, conlleva a preguntarse si realmente se necesita nacionalizar a alguno de ellos para que le haga la segunda a David Ospina.
En los últimos años en la Liga Águila se vienen repartiendo las porterías entre nativos y foráneos, quienes tienen la mayoría, cosa que abre interrogantes sobre la actualidad de los locales. Además, no existe mayor consenso sobre quién es el sustituto natural de Ospina en la Selección Colombia, lo que pone en evidencia el momento precario que atraviesa el país en términos de porteros.
La cuota de arqueros extranjeros en Colombia ha sido bastante alta desde hace unos años, pues en promedio, más de la mitad de los equipos de primera división tiene al menos un arquero extranjero en su plantel. Argentinos, uruguayos y el guatemalteco Ricardo Jerez integran la lista de inmigrantes en los arcos de equipos colombianos.
El país con mayor cuota de arqueros extranjeros en Colombia es Uruguay, para un total de 8. Entre los grandes nombres figuran Nicolás Vikonis, guardameta de Millonarios, y Sebastián Viera, quien no sólo protege el arco del Junior de Barranquilla, sino que se ha convertido en un cobrador de tiros libres excepcional. La camada de porteros uruguayos también cuenta a Johnny da Silva, del Atlético Huila; Jorge Bava, del Atlético Bucaramanga, y Rafael García, del Boyacá Chicó. La lista la cierran Ernesto Hernández, Juan Castillo y Leandro Gelpi, suplentes en el Deportivo Cali, Patriotas y La Equidad, respectivamente.
El segundo país en el ranquin de goleros extranjeros es Argentina, que aporta 4 a la liga colombiana. El nombre más llamativo, puesto que se ha ganado el rótulo de ídolo en su club, es Franco Armani, guardameta titular y campeón de Copa Libertadores con Atlético Nacional. A él se suman Jorge da Silva, del Deportivo Pasto; Pablo Torresagasti, de Rionegro Águilas; y Sebastián López, de Jaguares de Córdoba.
Colombia se ha convertido en una liga atractiva para los arqueros sudamericanos dada la gran competitividad con que se encuentran. El apretado calendario de los equipos con compromisos internacionales los obliga a rotar sus nóminas, alinear equipos alternos y darle minutos de juego a la mayoría de jugadores del plantel. Por esto, los arqueros extranjeros ven con buenos ojos emigrar a la liga colombiana, pues tarde o temprano terminan gozando de minutos para mostrarse.
Si bien es cierto que la llegada de porteros extranjeros habla bien del nivel de la liga colombiana, no parece una buena señal respecto al talento local en la actualidad, pues sólo la mitad de los equipos de primera división confían su portería a guardametas nacionales. El dato es más preocupante si se mira el promedio de edad de los arqueros colombianos titulares en sus equipos, el cual supera los 30 años.
Aunque el factor determinante en la posición de arquero siempre ha sido y será la experiencia, no deja de ser preocupante la poca cantidad de arqueros juveniles, cosa que llama la atención sobre el futuro del arco en Colombia.
Además de ser escasos, los guardametas con proyección a futuro no gozan de regularidad competitiva, pues cuentan con muy pocas oportunidades en sus respectivos equipos. Para la muestra está Cristian Bonilla, actual portero titular de la selección sub-23 de Colombia que ha sido relegado al puesto de tercer arquero en su club, Nacional. El caso del portero suplente de la selección Sub-23, Luis Hurtado, es todavía más desconcertante, pues fue cedido por el Cali al Atlético Fútbol Club, equipo que milita la segunda división colombiana.
Tampoco es un dato menor la falta de arqueros colombianos en el exterior, donde sólo David Ospina es titular en su equipo, el Arsenal de Inglaterra. Además de él, sólo Álvaro Montero, arquero de la selección Colombia sub-20, milita también en el fútbol internacional, aunque es el guardameta suplente de Sebastián Torrico en San Lorenzo de Almagro.
Si bien es cierto que David Ospina tiene apenas 27 años y todavía le quedan muchos años de carrera por delante, no deja de ser preocupante que no haya consenso alrededor de quién debe ser su remplazante natural en caso de que llegara a faltar en la selección Colombia de José Pekerman. Si en las últimas convocatorias del seleccionador argentino figuraba Róbinson Zapata como el segundo arquero colombiano, Zapata ya ni siquiera es titular en su equipo, Independiente Santa Fe, a raíz de una racha de actuaciones pobres.
Así las cosas, el panorama a corto y largo plazo en el arco colombiano, de no ser por Ospina, no sería para nada alentador. Los guardametas nacionales se debaten entre las pocas oportunidades que gozan y la alta competencia que imponen los arqueros extranjeros. Por eso todos tienen la mirada puesta en Franco Armani, quien viene tramitando la nacionalidad colombiana desde hace un mes. Armani se ha convertido en el estandarte del Nacional de Reinaldo Rueda, firmando soberbias atajadas en las canchas del continente. Armani tiene 30 años y atraviesa el mejor momento de su carrera. Ya en días pasados declaró que “defendería con gusto estos colores”. Ante el precario momento de los arqueros nacionales, Colombia se aferra a que Franco Armani atienda al llamado de auxilio.
¿Vale la pena nacionalizar a Armani o es mejor que los directivos y técnicos depositen la confianza en los nacionales y les den la oportunidad de ganarse el puesto?