Santos y la reelección: ¿prioridad o estrategia? | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Agosto de 2012

Mientras que al comienzo del año sólo se veía a Juan Manuel Santos como posible presidenciable en 2014, ocho meses después el partidor de la precampaña comienza a llenarse, pese a que aún faltan un poco más de 20 meses para la cita en las urnas en que se definirá el nuevo inquilino de la Casa de Nariño.

¿Buscará el Presidente la reelección? Esa es la gran pregunta que hoy se hace todo el país, y no sólo el político, sino también el económico, social e institucional.

Como se dijo, hasta hace tres meses Santos se encontraba sólo en el partidor de la carrera por ser el inquilino de la Casa de Nariño entre 2014 y 2018. Aunque el Jefe de Estado ha insistido en que sólo buscaría repetir mandato si en el actual cuatrienio no cumple las metas de su Plan de Gobierno, una valoración a todas luces abstracta y subjetiva, lo cierto es que meses atrás advirtió que este tema quedaba “congelado” hasta 2013.

No pocos observadores entendieron esta última claridad como una confirmación tácita de que sí irá por otros cuatro años. Otros sostienen que, por el contrario, Santos no buscaría otro mandato sino que deja abierta esa posibilidad como simple estrategia para mantener ‘amarrada’ la coalición de Unidad Nacional y asegurar un clima de gobernabilidad lo más largo posible, abarcando buena parte de 2013.

Sin embargo, como reza el refrán, del dicho al hecho hay mucho trecho… En otras palabras, que lo que hoy parece probable o improbable por el escenario coyuntural que prima, mañana puede cambiar sustancialmente por alguna situación sobreviniente e inesperada.

Prueba de ello es que comienzos de junio pasado gran parte del país político y la opinión pública apostaba porque Santos seguramente se lanzaría a la reelección. Y lo hacían con base en dos elementos clave. De un lado, que las encuestas sobre su popularidad lo ponían por encima del 60 por ciento y la aprobación de su gobierno también registraba altos rubros, incluso por encima de los logrados en su momento por Álvaro Uribe en los mejores momentos de su administración.

Sin embargo, vino una debacle inesperada. De un lado, la crisis de orden público en el Cauca y la controvertida presión de los indígenas para sacar de la zona de los resguardos a la Fuerza Pública, puso en el ojo del huracán de nuevo la política de seguridad y orden público del Gobierno, que cada día presenta más vacíos y falencias por el incremento del accionar guerrillero. Obviamente las críticas más duras vinieron desde las trincheras de Uribe, el más connotado y visible jefe de la oposición hoy por hoy.

En medio de esa difícil coyuntura se desató un escándalo mayúsculo, el más grave para la Casa de Nariño en estos dos años: la polémica aprobación del proyecto de reforma a la justicia y la no menos traumática maniobra del presidente Santos para forzar su hundimiento vía objeciones de forma y fondo. Aunque la viciada iniciativa se hundió, el Gobierno, que había tolerado pasivamente lo que el Congreso hizo para desdibujar el proyecto, tuvo que pagar su cuota de responsabilidad, al punto que no sólo perdió al Ministro de Justicia y generó un pico de animadversión en su coalición parlamentaria, sino que en las encuestas el Jefe de Estado se descolgó hasta un 48% e incluso más abajo.

 

¿Se levantará?

 

Con semejante caída en la favorabilidad, el interrogante sobre si Santos sigue pensando en la reelección se ha convertido en la mayor incógnita política del momento.

Al tenor de algunos voceros partidistas la respuesta es positiva y de allí que el “segundo tiempo” del Gobierno va dirigido a mostrar más resultados en todos los campos. Impactar, impactar e impactar, esa parece ser la columna vertebral de la nueva estrategia política y comunicativa del Ejecutivo.

Sin embargo, no le será fácil al Presidente levantar su imagen y favorabilidad, y menos aún teniendo como firme opositor al ex presidente Uribe, quien todos los días le dispara críticas cada vez más ácidas y descarnadas, las mismas que poco a poco han ido calando en cierta parte de la opinión pública.

Además, ya asoman algunas fisuras en la coalición de Unidad Nacional. El principal obstáculo es la puja entre santistas y uribistas en La U. A diferencia de lo que pasaba a comienzos de año, cuando el debate se circunscribía a quién ganaría el pulso, y era claro que el Jefe de Estado inclinaba la balanza a su favor, ahora la situación es distinta.

¿Por qué? Sencillamente porque Uribe decidió que ya no seguirá en esa puja y que lo mejor es armar toldo aparte. Es allí en donde entra el naciente movimiento de “Puro Centro Democrático”, que por más rimbombante que suene lo único que busca es aglutinar bajo las banderas del ex mandatario a sectores de la extrema derecha, el antisantismo de vieja cauda, algunas franjas del llamado Establecimiento preocupadas por los presuntos retrocesos en este mandato y las facciones poblacionales que expresan un mayor temor por el deterioro de la seguridad en esta Administración.

Es claro que Uribe hará todo lo posible por atravesársele a la reelección de Santos, no sólo mostrándose como un férreo opositor, o proyectando desde ya precandidatos de su entraña como Óscar Iván Zuluaga, sino asumiendo la posible tarea de encabezar una lista al Senado en 2014. Esto último con la firme intención de fracturar la coalición parlamentaria gubernamental.

Y hablando de esta última, sería ingenuo negar que entre los conservadores, liberales y Cambio Radical ya hay voces de dirigentes que alertan que Santos ya no es hoy la apuesta segura por la reelección que era hace escasos tres meses. Sostienen esos sectores escépticos que al Gobierno se le viene un “segundo tiempo” difícil en gran parte porque las Farc seguirán atacando, el Congreso se muestra ahora más rebelde y crítico, el sistema de salud amenaza con colapsar en el corto plazo y la crisis económica golpeará el dinamismo productivo y con ello se llevaría por delante la sensación de estabilidad que distinguió los primeros dos años del actual mandato, percepción que fue la clave para los altos estándares de aprobación y popularidad.

 

La apuesta

 

Sin embargo, en la Casa de Nariño se piensa de otra manera. De un lado existe la certeza de que el bache en popularidad es transitorio y que una vez empiecen a entregarse los cheques para indemnización de víctimas de la violencia, las escrituras para restituir tierras a desplazados y despojados, así como los títulos de propiedad de 100 mil casas gratis, la imagen y favorabilidad del mandatario se recuperará sustancialmente. Con el valor agregado de que lo haría precisamente cuando empiece a tomar forma el último año de campaña por la Jefatura del Estado.

Se afirma, igualmente, que Santos aún tiene un as bajo la manga y que éste será definitivo, en gran parte, porque su implementación dependerá de algo que el resto de sus eventuales rivales por la Casa de Nariño no tienen: el poder.

Se trataría de un paso tan audaz como incontrovertible en materia de proceso de paz con las Farc o el Eln. Aunque reiteradamente el Presidente ha dicho que si bien él tiene las llaves para el dialogo pero que todavía no hay avances al respecto, lo cierto es que los rumores sobre contactos secretos a nivel nacional e internacional cada vez son más crecientes y detallados.

Frente a los analistas que consideran que si algo hoy demuestran las encuestas es que la opinión pública está muy prevenida frente a la viabilidad de embarcarse ahora en un intento de salida negociada con las Farc, fuentes altas gubernamentales sostienen que la historia de los procesos de paz en Colombia ha evidenciando que cuando se dan los resultados esperados o sorpresivos, el clima de la opinión se vuelca rápidamente…

En ese orden de ideas, lo clave aquí no es anunciar un paso ambicioso en un proceso de paz, sino que los hechos que le den inicio sean de tal impacto e importancia que lleven a todo el país a jugarse por el naciente proceso. Ya en la campaña presidencial de 1998 se evidenció que cuando la opinión ve un chance real de acabar la guerra por la vía negociada, no teme salir a las urnas a respaldar esa opción.

Al final de cuentas sólo el próximo año se podría estar avistando el humo blanco en torno al futuro de Santos. Sin embargo, lo cierto es que podría durar gran parte de 2013 manteniendo la expectativa al respecto, ya sea, como se dijo, como fórmula para asegurar la mayor proporción de gobernabilidad y evitar una fisura definitiva de la coalición de Unidad Nacional, o como táctica de campaña, pues legalmente sólo está obligado a anunciarlo en el mes de diciembre del próximo año.

 

Los otros

 

Mientras que se define lo que puede pasar con una eventual candidatura reeleccionista de Santos, ya hay tres nombres oficializados en el partidor de las precandidaturas.

El primero es el ex ministro de Hacienda, Óscar Iván Zuluaga, a todas luces una de las cartas de Uribe. Lleva ya varios meses recorriendo el país y presentándose como aspirante a la Casa de Nariño. Sin embargo, tiene de entrada dos obstáculos por superar. De un lado, mantiene una posición ambigua en torno a si peleará por el tiquete presidencial dentro de La U o marchará a la opción de su jefe, el Puro Centro Democrático. Y de otra parte, que pese a que tiene un camino avanzado en la precampaña, su nombre aún se mantiene en el piso de las encuestas, incluso superado por otros nombres que Uribe ha puesto sobre la mesa para competir en 2014, como el ex vicepresidente Francisco Santos o el mismo vicepresidente actual, Angelino Garzón.

También se lanzó al agua recientemente el ex ministro y ex gobernador de Atlántico, Eduardo Verano de la Rosa. Aunque está matriculado en el liberalismo, sostuvo que buscará sustentar su aspiración en un movimiento pluripartidista. Por ahora no suena en las encuestas e incluso algunos sondeos ni siquiera lo incluyen en la baraja de aspirantes por los que consulta a la ciudadanía.

También puso sobre el tapete su posible aspiración el ex ministro, ex congresista y ex embajador Carlos Holmes Trujillo, de origen liberal pero a quien no pocos ubican ahora en las toldas del uribismo.

Entretanto, a la espera permanecen otros nombres como los de Clara López, la más segura candidata del Polo; Antonio Navarro, quien pujaría a nombre de Progresistas; Antanas Mockus, que parece tendrá en el nuevo movimiento político independiente “Pido la palabra” su plataforma para una nueva candidatura en 2014… Y claro, si Santos no se llegara a lanzar, entonces el más seguro aspirante por la línea gubernamental sería el ministro de Vivienda, Germán Vargas Lleras, quien en las encuestas se mantiene en la parte alta de la favorabilidad y las preferencias electorales.

Por último, cada vez parece más lejana la posibilidad de que Uribe, vía una posible constituyente, pueda rehabilitarse para ser de nuevo candidato. Si va a las urnas, lo haría encabezando una lista al Senado y su votación bien podría darle por lo menos unas diez bancas, convirtiéndose entonces en un factor de poder real, sea cual sea el próximo Jefe de Estado.

Como se ve, aunque faltan 20 meses para los comicios presidenciales, ya hay cuatro aspirantes en el partidor de la precampaña y varios más permanecen a la expectativa. Sólo el paso del tiempo irá aclarando este nebuloso panorama electoral y político.