En un dos por tres la Presidencia de la República se ha convertido en epicentro de intempestivos rifirrafes políticos.
De ellos, el notorio alejamiento del jefe natural del Partido Liberal y ex jefe de debate del presidente Santos, César Gaviria Trujillo, puede ser el más complejo y de resultados imprevisibles.
Gaviria, siendo Presidente de la República, llamó al entonces subdirector de El Tiempo, Juan Manuel Santos, a ocupar el Ministerio de Comercio Exterior, creado en ese entonces a fin de consolidar la apertura económica iniciada durante la administración de Virgilio Barco y con el fin de entrar por la vía de la globalización y los tratados de libre comercio. Ello venía dado por el ejemplo del Nafta, acuerdo comercial bilateral entre los Estados Unidos, México y Canadá, y a partir de esto se volvió el modelo a seguir en algunos países latinoamericanos, recién iniciada la década de los años 90.
Santos además logró, teniendo más bien una aureola de dirigente cafetero y tecnócrata, derrotar en el Congreso, en la competencia por la Designatura, al hábil y eficaz parlamentario William Jaramillo Gómez, predilecto de los antioqueños. La Designatura, como se recuerda, equivaldría a lo que hoy es la Vicepresidencia de la República que, entonces, no se elegía por tiquete electoral directo, sino por vía del Congreso. Por lo general, ella era ocupaba por jefes políticos curtidos. Entre ellos podían contarse a Álvaro Gómez Hurtado, Víctor Mosquera Chaux y Jota Emilio Valderrama, entre otros. Santos, por el contrario, daba inicio a su carrera política, no sólo desde un Ministerio, sino llegando nada menos que a la Designatura.
Para muchos, en la época, tal maniobra no habría sido posible sin el guiño presidencial de Gaviria. Aún si, en realidad, la campaña de Gaviria, después del asesinato de Luis Carlos Galán, había tenido soporte más en Enrique Santos Calderón, pero este había desestimado los ofrecimientos de embajadas o similares, lo que en alguna forma allanó el camino para la irrupción de su hermano Juan Manuel.
Acercamiento en 2010
Transcurridas dos décadas, en 2010, el expresidente César Gaviria, quien se había empleado a fondo en la oposición a los dos mandatos de Álvaro Uribe Vélez, dudó por tal circunstancia entre apoyar al entonces candidato uribista, Juan Manuel Santos, o al independiente, Antanas Mockus.
En realidad el Partido Liberal oficialista, en medio de la aplanadora gubernamental que por la época significaba el uribismo, no había logrado un desempeño trascendental en la primera vuelta. En medio de la duda, Gaviria, que tenía cierta simpatía por Mockus puesto que había sido su rector de la Universidad Nacional, e incluso lo había promocionado para la Alcaldía de Bogotá, terminó acercándose a Santos, sin participar decididamente en la campaña. Más tarde, sin embargo, luego de la segunda vuelta, Gaviria fue clave en el acercamiento liberal al gobierno de Santos, convirtiéndose en uno de los pilares de la Unidad Nacional.
No obstante el expresidente Gaviria decidió retirarse a sus cuarteles de invierno, abriéndole al mismo tiempo el camino a su hijo Simón, quien llegó a la Presidencia de la Cámara de Representantes y terminó sustituyéndolo como jefe del Partido Liberal. Entretanto, César Gaviria era consultado de cuando en vez, tanto en la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores como en la designación del equipo negociador con las Farc, en lo que sugirió que Humberto de la Calle pudiera ser la figura clave para encabezarla.
Nuevo escudero
Solo hace unos meses, en medio de la feroz arremetida del expresidente y ya senador electo, Uribe Vélez, contra el presidente Santos para trancar su reelección, César Gaviria salió intempestivamente de su retiro y en una entrevista en El Tiempo contestó rotundamente los ataques de Uribe y defendió la gestión de Santos.
Uribe se abstuvo de contestar, pero de nuevo era Gaviria el gallo de pelea que había brillado por su ausencia durante la primera vuelta, que ganó Oscar Iván Zuluaga sobre el Presidente.
Visto esto, Santos llamó a Gaviria, y lo nombró jefe de debate de la campaña reeleccionista, con plenos poderes, y se unificó la estrategia que había quedado al mando de un comité político.
La situación no se presentaba fácil pues de antemano Gaviria, en medio de la campaña parlamentaria, había sido crítico de la fundación Buen Gobierno por cuanto consideraba que desde allí los jefes de Cambio Radical y de La U podían estar sacando ventaja sobre el liberalismo. El hecho, entonces, fue que en la justa electoral quedó, dentro de la Unidad Nacional, La U de primera, los conservadores de segundos, los liberales de terceros y al final Cambio Radical. Los rifirrafes, inclusive, habían llevado a que el eventual Vicepresidente, Germán Vargas, tuviera oposición gavirista y esta se inclinara, de algún modo, por el general (r) Oscar Naranjo como posible compañero de fórmula del Presidente-candidato.
Pasadas las elecciones parlamentarias las asperezas trataron de limarse e incluso Vargas Lleras aceptó que Gaviria se convirtiera en jefe de debate único hacia la segunda vuelta presidencial.
Fue Gaviria el que de cierta forma guió la campaña hacia sectores de centro-izquierda, la enfocó en el proceso de paz y cambió la estrategia publicitaria de cabo a rabo, permitiendo el triunfo de Santos por más de 900 mil votos.
Los roces
Posteriormente a la victoria en la segunda vuelta, Gaviria mantuvo una distancia prudente. Sin embargo los respaldos de cara a la elección del nuevo titular de la Contraloría General de la República, que se suponía perteneciente en la milimetría al Partido Liberal, así como la designación del gabinete, hicieron reaparecer los roces que venían presentándose desde la campaña parlamentaria entre el gavirismo y Santos.
Así, de un lado, el gavirismo se siente expósito de representación en el gabinete. Renunciado meses atrás Rafael Pardo a la cartera de Trabajo, el cupo no fue llenado. A la canciller María Ángela Holguín no la considera liberal, lo mismo que le resultan muy independientes Diego Molano y Alejandro Gaviria, que nunca han pisado la Dirección Liberal. Quedan Juan Fernando Cristo y Yesid Reyes, pero no tienen ellos ninguna raigambre gavirista.
Esa composición del gabinete, sin ningún gavirista, así como la instrucción que habría dado Santos a La U para votar por Edgardo Maya para la Contraloría, pese a que los liberales apoyan a Gilberto Rondón, terminó siendo el florero de Llorente en las relaciones entre Gaviria y Santos.
Una tensión que se evidenció en la junta parlamentaria liberal de hoy en la mañana, en la que el expresidente, según testigos del cónclave, habría alcanzado a decir que se apartaba de la política y que Santos se quedara con su gobierno.
Enterado de la molestia de Gaviria, el Presidente se reunió con él ayer en la tarde de manera extraordinaria. Un encuentro en el que estuvieron, además, el ministro del Interior designado Juan Fernando Cristo y el exministro Néstor Humberto Martínez.
Al final, tras más de una hora de cónclave, Gaviria salió de Palacio sin dar declaraciones. Se dice que no hubo acuerdo alrededor del tema de la Contraloría, pues el Jefe de Estado si bien habría asegurado que no vetaba a ningún candidato a la Contraloría, ratificó que prefería a Maya como jefe del ente de control fiscal. Gaviria habría recordado, según algunas fuentes, que el acuerdo político era que la Contraloría sería para un liberal.
Al final de la reunión, lo cierto es que las relaciones quedaron iguales o aún más tensas que antes del cónclave, y no se sabe qué pueda pasar en el inmediato futuro. Lo cierto es que el expresidente liberal, a quien ayer le pidieron que asumiera como jefe único del partido, e incluso el ahora senador Horacio Serpa lo señaló como “el jefe natural” y vocero del partido ante el Gobierno para todos los temas, informará mañana a la bancada roja lo que pasó en la reunión con Santos y allí todo podría pasar.