Reforma pensional
Otro de los grandes retos para el Congreso el próximo año girará alrededor de uno de los temas más complicados para cualquier Gobierno y Legislativo: el pensional. Durante el año que termina ha sido una de las discusiones más álgidas, no sólo porque se ha cruzado con el escándalo del “carrusel pensional” en los altos cargos oficiales, sobre todo en la magistratura, sino porque mientras el Ejecutivo ha insistido en que no se aumentará la edad de jubilación vigente y que el objetivo es incrementar la cobertura del sistema, estableciendo nuevos mecanismos para acceder a la jubilación. Pero los centros de análisis económico replican que si no se reajusta lo relativo a la edad será difícil garantizar la sostenibilidad financiera del sistema, toda vez que la expectativa de vida de las personas de la tercera edad es cada día mayor, lo cual implica más tiempo para disfrutar de la pensión.
Talanquera electoral
Sin embargo, ese no termina siendo el problema más complicado de sortear para una eventual reforma pensional. En realidad el principal obstáculo será que el 2013 es un año de antesala electoral, y en ese marco se considera muy difícil que los senadores y representantes se le midan a meterle diente a un tema que por obvias razones produce mucha prevención en la opinión pública, que es el mismo electorado. Los partidos saben que cualquier colectividad que entre a liderar la reforma de inmediato se pone en la mira de los críticos y la oposición, que seguramente tratarán de utilizar el tema como ‘caballito de batalla’ en la campaña presidencial y para Congreso, Por lo mismo hay parlamentarios que, en privado, sostienen que es muy posible que la reforma no se presente y que seguramente todas estas inquietudes serán analizadas en los cónclaves de la Unidad Nacional en la Casa de Nariño.
Proceso previo
Lo que se sabe hasta el momento es que el ministro de Trabajo, Rafael Pardo, ya tiene muy adelantado el texto del borrador del proyecto y que, una vez consolidado, será llevado primero a discusión con sindicatos y empresarios, con el fin de que se pueda ir ambientando la profundidad de los cambios y, sobre todo, avanzar en posibles acuerdos y correcciones al articulado. La idea sería adelantar este proceso entre enero, febrero y marzo, ya que el Parlamento reanuda labores a mediados de marzo. Lo que se busca con esta discusión previa es que los debates en comisiones y plenarias sean menos complicadas de lo previsto. Sin embargo, es claro que los temas gruesos, es decir, los relacionados con la edad de jubilación y mecanismos para ampliación de la cobertura, no se sortearán fácilmente.
Caballito de batalla
El tiempo, como se dijo, se erige así como el mayor enemigo de esta reforma, pues entre más se acerque al arranque de la campaña electoral, más complicado será que el Parlamento y el Gobierno quieran pagar el costo político de la iniciativa. Si partidos como el Polo o el propio uribismo comienzan a apuntar a la coalición santista acusándolos de afectar a la clase trabajadora con la reforma, por más que el Ejecutivo y la Unidad Nacional se esfuercen en explicarle a la opinión pública lo contrario y las bondades de la iniciativa en materia de ampliación de la cobertura, no aumento de la edad de jubilación y sostenibilidad financiera del sistema a corto, mediano y largo plazos, no será fácil convencer a la masa laboral que, por defecto, siempre considera que una reforma en este campo es para recortar derechos y prebendas.