La decisión del candidato presidencial Sergio Fajardo de ir directo a la primera vuelta y no participar de ninguna consulta interpartidista para elegir candidato de coalición en marzo próximo, ya estaba tomada desde hace varias semanas, incluso antes de que los ahora ex precandidatos Claudia López y Jorge Enrique Robledo hubieran dado un paso al costado y dejarán al exgobernador antioqueño como único aspirante de la llamada “Coalición por Colombia”. Incluso, según se dijo entonces en esta Sección, en el fajardismo se consideraba que un candidato que iba encabezando las encuestas de forma consistente no tenía que buscar “coaliciones” sino “adhesiones” en torno suyo. Desde ese punto de vista es claro que lo que busca Fajardo es ir directamente a la primera vuelta y, confiado en que clasificará a la segunda, forzar esas adhesiones de los partidos y candidatos que hayan quedado por el camino.
Maniobras rojas
Un alto dirigente liberal le dijo a un periodista de EL NUEVO SIGLO que al expresidente César Gaviria, director único de las toldas rojas, “poco le interesa” por el momento el pulso del poder e influencia política que le está planteando el bloque del exministro y exprecandidato Juan Fernando Cristo. “…Esa refriega con Cristo tiene un antes y un después a partir de la inscripción de las listas al Congreso…Aunque no se admita públicamente la polémica sirvió para hacer movimientos de última hora en la conformación de las listas para Senado y varias Cámaras, en donde Gaviria trató de dejar contentos a unos y a otros… Pero ahora la cuestión ya es distinta, pues en lugar de hablar de bloques la campaña se va a centrar en cada quien, sin importar en la orilla en que esté, buscando sus votos para asegurar su curul”, precisó la fuente consultada.
Maniobras uribistas (I)
Causó sorpresa la afirmación, en un programa radial, de la senadora y ex precandidata uribista María del Rosario Guerra en torno a que el Centro Democrático tenía un listado de 160 personas inscritas para hacer parte de su lista al Senado, pero que tras un proceso de selección y análisis político y de las hojas de vida se decidió escoger 60 nombres, incluso ocho por encina de los inicialmente contemplados, pues se había previsto una plancha de solo 52 que, teóricamente, de salir todos electos, le darían ese partido el dominio de la corporación legislativa. Algunos analistas no entienden por qué no se procedió a tener una lista de 100 personas, ya que esos cuarenta candidatos adicionales, incluso promediándolos con tres mil votos cada uno, bien pudieran haber significado 120 mil votos que, a la hora de aplicar el umbral y la cifra repartidora, podría sumar dos curules más para la colectividad.
Maniobras urbistas (II)
Sin embargo las razones para hacer solo una lista de sesenta nombres en el uribismo van desde la precaución de que en muchos departamentos y regiones no hubiera dos o más candidatos al Senado peleándose los mismo votos, hasta la necesidad de priorizar en algunas zonas a aspirantes provenientes de minorías étnicas, sociales, de víctimas y de militares retirados, entre otros sectores. Paradójicamente Guerra dijo en un programa radial que uno de los asuntos que más complicó la conformación de las listas uribistas fue la baja cantidad de mujeres para poder postularlas.
Maniobras por firmas
Cerrado ayer el plazo para que los candidatos presidenciales de movimientos significativos de ciudadanos presentaran las firmas para respaldar sus respectivas aspiraciones, toma más fuerza el debate en torno a cómo controlar que quienes acudan a este mecanismo tengan el suficiente capital y representación políticas y no se trate de en un simple ejercicio de aventurerismo electoral. Lo cierto es que de la treintena de candidatos por firmas inicialmente anunciados, al final de cuentas ni la tercera parte alcanzó a presentar las rúbricas suficientes para seguir en competencia.
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