No a todos en el alto gobierno les sonó la posibilidad de que se impulse un referendo el 10 de marzo de 2018, un día antes de las elecciones parlamentarias, para reformar la justicia. Según conoció EL NUEVO SIGLO, hubo varios peros, incluso en el propio gabinete, por cuestiones que van desde el costo económico de una jornada electoral de esas características, hasta de otros ministros que indicaron que el presidente Santos podría exponerse a una derrota en las urnas al no alcanzar el umbral mínimo de aprobación, un riesgo muy alto e innecesario faltando apenas cuatro meses para dejar el cargo y teniendo ya como antecedente la imprevista pérdida del referendo reeleccionista.
Las altas cortes muy prevenidas
Tampoco hubo mucho eco a la propuesta en las altas cortes judiciales, en donde varios magistrados no sólo tacharon, en los corrillos judiciales, de oportunismo político la posibilidad de tramitar mediante referendo la reforma, sino que, además, ya los altos tribunales venían molestos porque el Gobierno ni siquiera les consultó por cortesía que iba a impulsar la resurrección del Tribunal de Aforados, el mismo que ya se había hundido en la Corte Constitucional un año atrás.
Autocrítica en las Farc por “papayazo”
Una dura autocrítica hicieron los integrantes de la cúpula del partido político en que se convirtieron las Farc. Según conoció EL NUEVO SIGLO, no fueron pocos los ‘jalones de orejas’ que se escucharon en los últimos días, no tanto por las diferencias y el pulso de poder evidente entre Iván Márquez y Timoleón Jiménez, sino por el “papayazo” dado debido a que el pleito se hizo público y dio lugar a que desde todos los flancos llovieran acusaciones a la nueva colectividad, señalándola de tener los mismos vicios de la llamada política tradicional. “… Tenemos que aprender a que, en política, la ropa sucia no solo se lava en casa, sino que, además, no se deja ver del vecino”, precisó una fuente del partido fariano.
Venezuela y el acoso del hambre
Un empresario venezolano que emigró a Colombia el año pasado y está tratando de reactivar su compañía ahora en nuestro país, comentaba esta semana que cuando salió de Maracaibo ante el riesgo de que la sede de su empresa fuera robada o, peor aún, invadida por los “comandos bolivarianos”, optó por, literalmente, romper el piso de una de sus oficinas y hacer una bodega oculta en donde escondió no sólo documentación importante sino máquinas pequeñas, computadores y otros elementos de valor. Contó que meses atrás decidió volver para recuperar una parte de ese material y se encontró que, contrario a lo que pensaba, no se le perdió nada y que un extrabajador al que había recomendado cuidar la bodega le dijo que sí ingresaron grupos de saqueadores pero en busca de comida o elementos para vender rápidamente y canjear por víveres.
Ojo a la FIFA y Colombia
En medio de la polémicas por la venta de la boletería para el último partido de la Selección Colombia, en Barranquilla, el 5 de octubre contra Paraguay, en donde de ganar aseguraría tiquete para el Mundial de Rusia, hay quienes advierten que la intervención de la Superindustria, por más pertinente que sea, hay que saberla llevar para evitar que la FIFA llegue a considerar que, en determinado momento, las autoridades colombianas estarían lesionando la autonomía de la Federación de Fútbol y los contratos que, como entidad de derecho privado, firma sobre temas propios del fútbol profesional. No hay que olvidar que en algunos casos la FIFA ha amenazado con desafiliar a las federaciones por excesiva intervención de las autoridades locales en su accionar. Sin embargo, ni en el Gobierno o la misma Federación consideran que hay riesgo alto en ese sentido.