Radiografía sobre el estado ambiental de la capital del país | El Nuevo Siglo
Domingo, 24 de Agosto de 2014
Por Álvaro E. Sánchez H. *
 
Especial para EL NUEVO SIGLO 
 
Hace algunos años oí de boca del doctor Álvaro Villegas Moreno, por ese entonces Gobernador de Antioquia, la siguiente frase: “La política se hace o se padece”. No sé a ciencia cierta si la frase es original de él o si es sacada de algún texto, lo que sí sé es que es incontrovertible. Se refería sin duda al hecho cierto de que las personas que no participan efectivamente en política no tienen otra alternativa que aceptar y acatar las decisiones que los políticos toman por y para ellos; eso me hace pensar que la participación en política es indispensable y que mientras más participemos los técnicos en las decisiones políticas, éstas serán mejores para todos.
 
Pero algo va de la participación en política a la politiquería y algo más va de ésta a la demagogia disfrazada de política, que fue el espectáculo que nos brindó el señor alcalde de Bogotá en su discurso inaugural de Rio+20; a ello me quiero referir en el escrito del día de hoy. Tomaré los principales apartes de la disertación del señor Alcalde y me referiré a cada uno de ellos:
 
Fenómeno de El Niño
 
 
El señor Alcalde se atrevió a aseverar que este fenómeno es un “falso  positivo del gobierno”; dijo además que el nombre utilizado era un eufemismo que permitía disfrazar la falta de acción en materia ambiental de parte del gobierno nacional y que fue inventado por el mismo gobierno para engañar a los ciudadanos. 
 
Es importante tener algunas claridades al respecto:
 
El llamado fenómeno de El Niño es un fenómeno climático cíclico que genera e implica daños a todas las zonas del planeta, afectando de manera especial a Suramérica, y a la porción de tierra ubicada entre Indonesia y Australia. 
 
Su nombre, que valga decir no es propiedad de meteorólogos colombianos, sino de sus colegas norteamericanos, hace referencia al niño Jesús; esto por cuanto el inicio de dicho fenómeno se da aproximadamente durante el tiempo de la navidad  en el océano Pacífico, por la costa oeste de Suramérica. 
 
El nombre completo del fenómeno es “Oscilación del sur, el niño”, (ENSO) por sus siglas en inglés. Existen evidencias contundentes que demuestran que este fenómeno tiene más de 8 milenios de ocurrencia, mucho antes de que existieran los modelos económicos que hoy existen sobre la tierra.
 
El fenómeno de El Niño está lejos de ser declarado o definido por un gobierno y mucho menos por el gobierno colombiano. Es detectado por meteorólogos profesionales y expertos mediante diferentes métodos que van desde satélites y boyas flotantes hasta análisis del nivel del mar.
 
La información recolectada es compartida con expertos de todo el mundo y éstos, en forma conjunta, previenen a la ciudadanía sobre el fenómeno en cuestión.
 
Es importante, además, señalar que, si bien es cierto que el fenómeno se ha repetido en los últimos años con mayor frecuencia, es igualmente cierto que las causas no son exclusivamente producidas por el país; más bien podríamos decir que el aporte de Colombia al problema es mínimo.
 
Ciudad modelo ambiental
 
Dijo también el señor Alcalde que la mejora ambiental en Bogotá llevaría a una mejor calidad de vida; hay que admitir que si esto fuera cierto la mejora sería indudable; lo que no es cierto es que esto ocurra en Bogotá:
Los niveles de afectación de los parámetros de partículas en el aire y de niveles de monóxido de carbono en el aire de Bogotá son cada día peores, y el aporte del sistema Transmilenio y de los buses de servicio público al tema es asombroso; en el último Día Sin Carro se pudo evidenciar que no hubo rebajas significativas en dichos niveles, haciéndose evidente que los vehículos particulares no son los grandes contaminadores de la ciudad y que los controles establecidos para el sistema de transporte público no están funcionando adecuadamente.
 
 
La administración de la ciudad a través de la Secretaría de Ambiente, debería tener el control sobre este fenómeno que concentró en 2013 el 59% de las quejas de la ciudadanía en solo cinco de las localidades; pero dicha Secretaría no cuenta con los equipos suficientes, ni con el personal requerido para realizar un eficiente control del fenómeno. Es más, es muy posible que no logren controlar ni siquiera los problemas generados por eventos masivos y sitios de diversión. Si a esto se le suma el hecho de que las sanciones son ridículas y los establecimientos cambian de razón social y reabren, es claro que el problema tiende a aumentar dramáticamente.
Mucho se ha hablado sobre el tema del calentamiento global y más en la actual administración de Bogotá pero realmente poco se ha hecho al respecto; la disminución en la velocidad promedio del parque automotor por motivos como el estado de las vías o la falta de control policiaco en lugares estratégicos, ha aumentado en forma significativa la cantidad de emisiones que por ese concepto se están realizando. A lo anterior se le puede agregar la falta de control de la Secretaría de Ambiente a la industria mediana y pequeña. Esto se evidencia en la revisión del número de industrias que han cumplido con la conformación del DGA, que no llega al 50% de las empresas registradas; cualquier simple observador entenderá que en éste caso no existe control ambiental sobre las empresas que no han cumplido y no se conocen campañas ni sanciones masivas que nos hagan creer que el panorama va a cambiar.
 
Bástenos dar una mirada a las calles de Bogotá para hacernos una idea de lo mal que anda el sistema paisajístico en nuestra capital; las paredes sucias con dibujos ininteligibles que algunos pocos llaman grafitis, los avisos de almacenes y sitios diversos sin ningún tipo de restricciones en colores brillo y sonido, las variaciones en los espacios arquitectónicos que se han deformado por las licencias caprichosas de algunos curadores, el deterioro de los monumentos públicos en aras de una supuesta protesta social “pacífica”, entre otros muchos impactos que vivimos a diario. A esto habría que agregarle el desastroso estado de las vías y de los andenes, el desagradable espectáculo de la basura que queda después de que los “recicladores” escogen en las bolsas blancas dejando lo que les es inútil, los tendidos eléctricos y de telefonía sin ningún orden y otras varias ‘perlas’ que hacen cada vez más desagradable el paisaje ciudadano.
 
Lamentablemente no hay espacio suficiente para continuar con éste análisis y habrá que hacer un capítulo especial para aclarar su aseveración de que su labor ambiental fue “premiada con una sanción de la
 
Procuraduría”
 
* Director Maestría en "Gestión y evaluación ambiental". Escuela de Ingenierías. Universidad Sergio Arboleda. alsanchez2006@yahoo.es @alvaro080255
 
Los vehículos  particulares no son los grandes contaminadores de la ciudad y los controles establecidos para el sistema de transporte público no están funcionando
 
Podríamos decir que el aporte de Colombia al problema del fenómeno de El Niño es mínimo