No existe una razón específica para explicar por qué algunos niños sufren de terrores nocturnos y otros no, pero parece que factores como el cansancio y el estrés podrían ser las causas que más los producen. Pese a que todos podemos tener terrores nocturnos o pesadillas, estos son más comunes en los niños menores de 12 años.
Los terrores nocturnos, también conocidos como pavores nocturnos, son eventos ocasionales de gritos y agitación que ocurren durante el sueño. Aunque estos episodios de terror no son dañinos por sí mismos, ni representan algún riesgo para la salud, en algunos casos los terrores nocturnos también implican sonambulismo, por lo que los niños corren el riesgo de sufrir daños físicos a consecuencia de una caída o golpe.
Según un informe de Mayo Clinoc, las causas más frecuentes por las que se presentan son cansancio o porque el niño se encuentra en una situación de mucho estrés o presión. Dormir en algún entorno nuevo, en un lugar ruidoso o bullicioso, también puede contribuir a que estos aumenten. Además, cuando el padre o la madre tuvieron antecedentes de terrores nocturnos, la probabilidad de que los hijos los presenten durante su niñez es mucho mayor.
Aunque es normal que nuestros hijos padezcan de pesadillas en algún momento durante su periodo de crecimiento, una de las mejores medidas que puede tomar para evitar los terrores nocturnos es asegurarse de que su hijo descanse bien. De igual manera, adoptar regularmente una rutina relajante antes de dormir, y que no implique nada electrónico como teléfonos celulares, televisión, computadores ni juegos de video, también puede ayudar.
Leer juntos, jugar algo tranquilo o conversar un poco puede ayudar a los niños a ir a la cama más tranquilos. Además, cuando parezca que el pequeño no ha dormido suficiente por la noche, considere una siesta durante el día. Dentro de lo posible, mantenga bajo el nivel de estrés en la casa y ayude a su hijo a superar situaciones estresantes o difíciles.
A fin de reducir el riesgo de que los niños se hagan daño durante uno de los terrores nocturnos donde presente sonambulismo, cree un ambiente seguro en la habitación. Coloque todo objeto filoso, pesado o frágil fuera del alcance de ellos.
Cuando su hijo tenga un evento de estos, acompáñelo hasta que termine. De ser necesario, impídale suavemente levantarse de la cama o llévelo de regreso. Háblele con voz dulce y calmada, sin intentar despertarlo porque la fase del sueño durante la cual ocurre el terror nocturno hace menos probable que los niños respondan al intento de despertarlos. Gritar o sacudir a un niño durante un terror nocturno puede prolongar el evento.
En la mayoría de los casos, los terrores nocturnos desaparecen por sí solos. Por lo general no es necesario tratarlos, pero si estos alteran mucho y regularmente su hogar, saque una cita con su médico para que evalúe la situación.
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