Un segundo rescate financiero y una reestructuración de su deuda, siguiendo el caso de Grecia, podría verse obligado a pedir Portugal para reducir la presión exterior que resulta del contagio de la crisis griega, aunque el Gobierno confía en que eso no ocurra.
Por su parte, los inversores temen que, al igual que en el caso griego, se necesite una reestructuración para hacer viable la deuda portuguesa, mediante un acuerdo que implique pérdidas cuantiosas para los bancos acreedores.
Al respecto, el primer Ministro Pedro Passos Coelho reconoció que “si por un motivo exterior Irlanda o Portugal no fueran capaces de volver a los mercados financieros a colocar deuda en los plazos acordados, la Unión Europea no retirará su apoyo a estos países mientras sus programas se apliquen correctamente”.
Sin embargo, los países de la zona euro se comprometieron a apoyar a los Estados rescatados como Portugal e Irlanda hasta que puedan volver a los mercados, con la condición de que apliquen con éxito sus programas de ajuste.
Después de Grecia e Irlanda, Portugal se convirtió en el tercer país de la Eurozona en pedir un rescate de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional, por un monto de 78 mil millones de euros. El objetivo de esta asistencia es que Lisboa pueda cumplir con tasas abordables hasta 2013 sus compromisos financieros.