Populismos y clases medias, la “sociedad dual” | El Nuevo Siglo
Domingo, 29 de Mayo de 2016

Por Horacio Coral (*)

UNA característica de la vida política de los últimos años a nivel internacional ha sido la aparición de alternativas populistas (legales e ilegales): en Latinoamérica se le llamó el “giro a la izquierda”, el cual engendró movimientos como el del socialismo del siglo XXI que llegaron al poder en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Uruguay, Argentina, Brasil u Honduras. En África, el Medio Oriente y el sudeste asiático el populismo se ha manifestado a través del fortalecimiento de regímenes autoritarios que venían de principios de la década de los 90 o mediante el surgimiento de grupos terroristas de inspiración religiosa a los que cada vez se unen más personas, voluntaria o involuntariamente. Incluso en Estados Unidos y Europa han surgido movimientos populistas encarnados en políticos como Donald Trump, Bernie Sanders, el partido Podemos o Jean-Marie Le Pen, por mencionar los más conspicuos.

 

¿A qué se debe este fortalecimiento del populismo? Mi intuición es que es una consecuencia de un arreglo institucional vigente desde hace un buen tiempo: la “sociedad dual”. Pero vamos por partes.

 

En primer lugar, este fenómeno no ha pasado desapercibido para distintos analistas. En una columna reciente, Roger Cohen proponía como explicación el hecho empírico del estancamiento de los ingresos de las clases medias. En los países desarrollados los ingresos han aumentado en gran medida en las últimas décadas para los más ricos (el conocido 1% de la población) y para los más pobres, a través de programas asistenciales. Es decir, en los extremos de la distribución de ingresos el crecimiento ha sido positivo, mientras que en los segmentos medios los ingresos han crecido a tasas muy bajas que equivalen a un estancamiento. Esta situación, unida al hecho de que en estos países los canales institucionales democráticos funcionan relativamente bien, ha hecho que el discurso nacionalista y proteccionista de Trump, Sanders o Le Pen haya ganado popularidad entre las clases medias. Estos políticos prometen que el crecimiento económico beneficiará directamente a las clases medias en lugar de a los dueños de las empresas o a los inmigrantes.

 

Si bien esta explicación por parte de Cohen señala un punto crucial, no logra exponer la razón subyacente al estancamiento de ingresos. Es aquí donde aparece el concepto de la “sociedad dual”. Arthur Lewis, a mediados del siglo XX, popularizó el concepto de la “economía dual” para referirse a la convivencia de un sector rural y otro urbano dentro de una economía nacional. Luego sería usado con el objetivo de explicar la convivencia de un sector informal y otro formal dentro de la economía urbana.

 

Para nuestro propósito, el concepto de “sociedad dual” explica la convivencia entre un sector de la población que se beneficia de las instituciones que promueven el desarrollo junto a otro sector que se encuentra excluido de esos beneficios en una misma sociedad. Este concepto es una herramienta muy útil para entender por qué en ciertos lugares que parecen gozar de un imperio de la ley y de un estado eficiente, a la vez pueden tener sectores con altos niveles de pobreza y de exclusión. La sociedad dual es un arreglo institucional específico: es el resultado de la concentración del poder político en un grupo reducido de la población, el cual puede manifestarse en un rango muy amplio de resultados: desde el autoritarismo de países como Venezuela, Uganda o Siria, hasta democracias consolidadas como las de Estados Unidos o Francia; con el denominador común de que en todos estos casos hay un sector de la población que está excluido de los beneficios de la generación de riqueza y de participación política.

 

En los países en desarrollo la exclusión de la clase media es mucho más dramática que la que vive la clase media de los países desarrollados. En Colombia, por ejemplo, la clase media no se beneficia de los incentivos para el emprendimiento que sí benefician a las clases de mayores ingresos, lo cual la obliga a preferir trabajos de menores ingresos pero de menor riesgo. Pero además de esto, para la clase media el estado no funciona bien, tiene que tolerar la corrupción del aparato burocrático, tiene que convivir con la inseguridad generalizada de las grandes ciudades. Por el contrario, para la clase media de los países desarrollados la exclusión se concentra en el tema de los ingresos, pero tiene los mismos efectos: la clase media no logra identificar que el problema no está concentrado en un proyecto político específico sino en el arreglo institucional, por lo cual recurre a políticos que le prometen usar el estado a su favor. El populismo ya ha dado frutos en los países en desarrollo, y ahora podremos ver cómo se repite la historia en los países desarrollados.

(*) Profesor de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.