Como ya lo publicó EL NUEVO SIGLO, todo el país dio el salto digital durante la pandemia, no porque la tecnología no fuera ya parte de la vida cotidiana, sino porque casi todas las actividades en la nueva normalidad permiten un mayor o menor grado de ejercicio remoto.
El Congreso no fue la excepción. En su momento fue muy criticada la decisión del entonces presidente del Senado, Lidio García, del Partido Liberal, de aplazar la reanudación de las sesiones ordinarias prevista para el 16 de marzo, solo una semana antes que el Gobierno decretara la cuarentena estricta.
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Lo que cabe resaltar es que, aunque el legislativo se demoró en volver a reunirse y tomar decisiones, logró, al igual que el resto del país, dar el salto a una nueva normalidad digital y mixta (remota y presencial) para su quehacer.
Con el paso de los días las comisiones empezaron a sesionar de manera informal y apenas el 13 de abril arrancarían las reuniones ordinarias, aunque todavía sin aprobar nada, lo que solo vino a ocurrir el 27 en la Comisión Primera de la Cámara, que le dio quinto debate a la reforma constitucional que a la postre creó la Región Metropolitana de la Sabana. Luego vendría el acto legislativo que revivía en Colombia la cadena perpetua.
Este lento despertar de la labor legislativa se dio en medio de debates sobre si era legal votar y aprobar proyectos en forma remota. De hecho, la dificultad para iniciar las sesiones formales fue la adopción de la tecnología adecuada para registrar las votaciones.
En ocasiones parecía que el Congreso ya no se debatía en un pulso Gobierno-oposición, sino en una confrontación entre virtualistas y presencialistas.
En un debate de nunca acabar, unos aún sostienen que la Ley Quinta (reglamento del Congreso) ya tiene lo que se necesita para sesionar en forma remota, pero otros exigen una reforma a dicha norma para que sea legal la virtualidad. Así, mientras la Cámara convocó las sesiones ordinarias amparándose en la Ley Quinta, el Senado lo hizo en un artículo de un decreto presidencial de emergencia, que luego fue declarado inexequible por la Corte Constitucional. A través de una ley que ya venía tramitándose antes de la pandemia se quiso respaldar la virtualidad legislativa, pero hace algunos días se hundió en la conciliación.
El caso es que el Congreso empezó a mover la agenda parlamentaria, siendo al final de la legislatura, el 20 de junio, bastante significativa, en medio de las circunstancias. Y el arranque de esta, que el miércoles entró en receso, también ha sido importante.
Actividad digital
Este salto digital, como ya se ha dicho en estas páginas, para algunos observadores significa que este año realmente empezó el Siglo XXI.
De hecho, si antes era parte de las políticas públicas, el cierre de las brechas digitales tras la cuarentena se convirtió en una necesidad imperiosa.
Sobra decir que el mundo experimentó este año una crisis sin precedentes que afectó a millones de personas que se vieron obligadas a replantear muchas dinámicas.
Un ejemplo de eso son las videollamadas, que ya eran usadas por muchas personas, pero que en esta etapa, tanto para quienes ya era habitual hacerlas, como para quienes no era una herramienta cotidiana, se convirtió en el único medio para celebrar un cumpleaños, acudir a una reunión de trabajo o tomar una clase.
Entre las modificaciones de comportamiento que originó la situación provocada por la pandemia está el consumo, pues se ocasionó un impulso sin precedentes hacia una economía basada en un mundo digital.
Durante la epidemia, la demanda en línea de alimentos y otras necesidades diarias aumentó considerablemente. Al respecto, un indicio: desde abril la búsqueda “domicilios” creció 220% en Google y de la misma manera lo hicieron hasta 60% las aplicaciones que ofrecen estos servicios, según la Cámara Colombiana de Comercio Electrónico.
En el crecimiento de las ventas en línea merece destacarse el Día sin IVA, estrategia que quedó plasmada en el Plan de Desarrollo, pero que adquirió particular relevancia durante la cuarentena.
La Cámara reveló que en el tercer Día sin IVA, realizado el 21 de noviembre, se registraron ventas digitales por $454.430 millones, 712% superiores a las realizadas un sábado promedio
Teletrabajo
En Colombia y en las primeras cuarentenas que establecieron el Gobierno y las autoridades locales, cerca de 6 millones de empleados hicieron su trabajo desde casa y otros mediante el teletrabajo. Aunque esa cifra fue disminuyendo a medida que se fue reactivando la economía, son muchas las empresas que prefirieron que miles de colaboradores siguieran laborando desde su casa o de forma semipresencial.
Quizás el aspecto que eventualmente puede llegar a ser más problemático en el futuro es el de los niños en edad escolar, pues aunque los conocimientos pueden llegar a ser impartidos con relativa eficiencia a través de la virtualidad, nada remplaza el proceso de socialización que requieren experimentar en esa etapa de sus vidas.
En todo caso, los niños son nativos digitales por excelencia y por eso en el ámbito de la educación se han podido utilizar cada vez más las plataformas y aplicaciones disponibles para educar a distancia.
Cuando, por supuesto, Colombia estaba lejos de pensar que se avecinaba una pandemia, desde hace poco más de una década el país cuenta con leyes y reglamentos que regulan la prestación de los servicios de salud bajo la modalidad de telemedicina, que permiten incorporar las Tecnologías de la Información y Comunicaciones (TIC) en el Sistema General de Seguridad Social en Salud.
La telemedicina hace parte de las prioridades del Compromiso por Colombia planteado este año por el presidente Iván Duque, perfilándose como el hito que responde a las exigencias planteadas por la pandemia: evita el contacto directo entre médicos y pacientes y reduce la aglomeración de usuarios en los centros asistenciales, lo cual contribuye a frenar la propagación del virus.
Así mismo, esta modalidad contribuye a democratizar la oferta de servicios de salud, permitiendo que más personas tengan acceso, disminuyendo sus costos y reduciendo los tiempos de espera por una cita.
Como elemento adicional, la telemedicina tiene la posibilidad de llegar a regiones apartadas, considerando que es una práctica en la que, a través de medios electrónicos, los profesionales de la salud pueden atender a sus pacientes de manera virtual.