En las actuales circunstancias políticas y sociales del país no parece clara la forma de concretar un consenso para defender la Constitución.
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Al menos así se lo plantearon a EL NUEVO SIGLO congresistas de varios partidos a los que se les consultó su opinión al respecto.
Como lo publicó ayer este Diario, en el marco de los actos conmemorativos de la promulgación de la Constitución el procurador Fernando Carrillo manifestó que “hoy tenemos una democracia debilitada, inestable y en constante amenaza. Sin embargo es posible volver a construir consensos, tal como se dio en el año 1991, para encontrar caminos comunes que nos permitan enfrentar los desafíos del país”.
Carrillo aseguró que terminada la Asamblea Nacional Constituyente, con el espíritu que primó, muchos creyeron que esas fuerzas de la democracia parecían imparables, “y pensar que 30 años después nos podamos hallar en escenarios parecidos a como fue el 1989 tan dramático y la década de los 80, es realmente impensable. Y lamentablemente hoy lo que se siente a nivel de la democracia, incluso con los efectos que ha tenido la pandemia y tanta concentración de poder en pocas manos como consecuencia de decisiones que se toman por la vía de los estados de excepción prácticamente a nivel global, es que hoy se siente una democracia mucho más débil, una democracia mucho más inestable y sobre todo una democracia bajo una constante amenaza”.
Consensos
Cabe mencionar que una idea similar fue planteada el fin de semana pasado por el historiador Álvaro Tirado Mejía, quien en conversación con este Medio expuso que “primero, cuando se dice consenso no es de unidad, que es diferente. Segundo, considero que el gran consenso político del siglo XX fue el Frente Nacional. Indudablemente la inmensa mayoría, y eso se plasmó en el plebiscito, estuvo por ese tipo de salida política en el país, en un gran consenso. En gran parte porque todavía había partidos políticos muy fuertes y se aceptaban las direcciones de los partidos. C
uando firmaban Laureano Gómez o Alberto Lleras, los seguían los liberales y los conservadores, que eran el 90% de la población colombiana. Después hubo algo que no fue consenso pero llamémoslo un gran acuerdo, que fue la Constitución del 91. Con esto no quiero disminuir su proyección porque yo soy partidario de esa Constitución. Sin embargo, los hechos son los hechos: el apoyo electoral a la Asamblea Constituyente no fue ni siquiera del tamaño del que tenían los partidos, aunque ya estaban disminuidos. Sin embargo hubo un gran, un gran acuerdo, que fue muy importante”.
Para Tirado Mejía, el tercer consenso “es el que falta y ojalá lleguemos a un consenso o, por lo menos, a un gran acuerdo. Pero ese gran acuerdo que necesitamos los demócratas para que no haya extremismos de uno u otro lado, ya no se podrá hacer como se hizo el del Frente Nacional e inclusive con la Asamblea del 91 ¿Por qué? Porque ya no hay jefaturas políticas y los partidos están diluidos.
Pero sobre todo, el consenso del Frente Nacional y el acuerdo del 91 se hicieron fundamentalmente sobre bases políticas. Ahora, un acuerdo en las circunstancias actuales o un consenso para que funcione tiene que ser sobre asuntos políticos, sobre el modelo económico nacional y las aspiraciones sociales. O si no será un acuerdo o un consenso entre príncipes, pero no un acuerdo acatado por la mayoría de la población”.
Casi nula
Una reflexión parecida hizo la representante por Bogotá, Katherine Miranda, de la Alianza Verde, quien juzgó que uno como el del 91 “no es el tipo de consensos que requiere el país en estos tiempos. Empecemos por cumplir la Constitución vigente. Tal vez necesite algunos ajustes particulares, pero no creo que la debamos desechar del todo”.
“Por otro lado”, anotó Miranda, “sin duda alguna lo ideal sería lograr un gran consenso nacional en torno a los inconvenientes que nos tienen con grandes problemas en aspectos como la salud, el empleo, la productividad, la educación, justicia; sin embargo, la posibilidad de construir esos consensos y hacer que participen todos los sectores sociales y políticos de nuestra realidad nacional es casi nula, por no decir imposible. El país lleva años completamente polarizado en discusiones que año a año se agudizan. Un ejemplo de esto es todo lo relacionado con el proceso de paz. Creo que no hay condiciones para estos grandes acuerdos nacionales y mucho menos cuando quienes ostentan el poder son reacios al diálogo y desprecian tanto a la oposición política”.
Para la también representante por Bogotá, Ángela Sánchez, de Cambio Radical, “es fundamental aprender a valorar al que piensa diferente y tener la capacidad de escuchar, así uno no esté de acuerdo”.
“Lo que pasa en Colombia es que cierto tipo de opiniones y posiciones, son válidas pero las que difieran de esas, reciben todo los ataques”, opinó la congresista, agregando que “por tal razón para tener consensos, es necesario respetar las diferentes opiniones. Para construir consensos, el país demanda una clase política enfocada en el diálogo social, en escuchar los reclamos de la ciudadanía y que verdaderamente pueda interpretarlos. Para establecer consensos, lo primero es reconocer nuestras diferencias para dejarlas a un lado y trabajar sobre los puntos en común. Muchas veces nos enfrascamos en discusiones sobre diferencias y no construimos sobre las coincidencias”.
Sin optimismo
Mucho menos optimista se mostró el senador Armando Benedetti, que recientemente renunció al Partido Social de Unidad Nacional (La U), al exponer que “la verdad no veo que haya nadie ahora en este momento que sea capaz de liderar consensos entre las Cortes, el Gobierno, etcétera. Todo el mundo está peleando con todo el mundo”; de paso, indicó que para el procurador Carrillo “la primera pregunta es por qué no buscó los consensos, con ese poder que tenía, por qué no ayudó a buscar los consensos. No que Uribe y Santos hicieran la paz; por qué buscó esos consensos con las Cortes, con el Congreso. Él tenía el poder para eso, pero no lo hizo”.
De otra parte, el representante por Antioquia, Julián Peinado, del Partido Liberal, observó que “sigue vigente la frase inmortal de Álvaro Gómez Hurtado: en Colombia nos hace falta ponernos de acuerdo en lo fundamental. Creo que estamos en mora de construir consensos sobre lo fundamental, entre lo cual debe estar, en mi concepto el derecho a la vida. Nadie debería perder la vida por su ideología, condición de género, raza, corriente política, lugar en el que nació, cosmovisión, etc”.
También debe hacer parte de ese consenso “la eliminación de la violencia como herramienta para la solución de conflictos en todos los ámbitos, empezando por las familias”.
Sobre el mismo tema, el senador Wilson Arias, del Polo Democrático, estimó que es aceptado ampliamente que “una Constitución es el resultado de un pacto social y político, de un acuerdo de convivencia de sectores sociales diversos, con diferentes intereses económicos, sociales y hasta culturales”, apuntando que “creo que es posible ir construyendo unos nuevos consensos que allanen el camino a un nuevo pacto social”, por ejemplo para salir “salir de la pre-modernidad capitalista hacia un capitalismo moderno y productivo”, o para “desmercantilizar los bienes lijados a la vida”, como la salud y el agua; y “en lo político, es necesario llegar a consensos para limitar los amplios poderes que ostenta el Ejecutivo”.