Aportes para la Convención Conservadora | El Nuevo Siglo
PARA EL exministro Juan Camilo Restrepo el  Partido Conservador debe ser un adalid de la inquebrantable independencia del Emisor
/ENS
Viernes, 13 de Noviembre de 2020
Por Juan Camilo Restrepo

Próximamente debe reunirse la Convención Estatutaria del Partido Conservador. Como un aporte ideológico a las deliberaciones de dicha asamblea quiero resumir algunas ideas que me dispongo presentar allí y que espero contribuyan a que el conservatismo salga del marasmo y de las rutinas clientelistas, y retome la función preeminente de toda agrupación política: el oficio de pensar y de decir en voz alta lo que se piensa.



El papel del conservatismo en la coalición de gobierno:

El Partido Conservador hace parte de la coalición de gobierno. Pero se le percibe como el primero en asentir y el último en disentir. Y eso está mal. Cuando haya alguna política o medida del Gobierno en que no esté de acuerdo el conservatismo debe decirlo en voz alta. Y decirlo con arrojo y sonoramente. Esto no significa ser un socio desleal de la coalición: significa tener personalidad propia como agrupación política.

El costo en términos de identidad que está pagando el conservatismo ante la opinión pública por no actuar así es muy grande. Se le percibe como un partido “incondicional”; pero desdibujado y sin ideario propio. Con el cual siempre se cuenta y al que no hay que convencerlo de nada, pues con todo está de acuerdo de antemano. Un partido que casi no piensa, y más grave aún: no dice en voz alta lo que piensa. Apenas el 2% de los interrogados en la última encuesta de “Polimétrica” dice identificarse con el Partido Conservador.

El conservatismo no debe alinearse con ninguno de los dos populismos que empiezan a perfilarse en Colombia

Se están comenzando a perfilar en el país dos tipos de populismo: el de derecha y el de izquierda. Cada uno de ellos arrogante, agresivo, y, sobre todo, irresponsable en las propuestas fiscales que empiezan a formular. El conservatismo no debe alinearse con ninguna de estas líneas populistas. Debe ubicarse en el centro. Y debe, ante todo, mantener una actitud que, estando vivamente preocupado con el aumento aterrador de la pobreza y del desempleo, sea muy responsable fiscalmente.

Todo lo que proponga debe ser factible fiscalmente. Siempre ha sido un patrimonio del partido- y de quienes lo han representado en los diversos gobiernos- el creer que la estabilidad macroeconómica y la seriedad fiscal son uno de sus patrimonios históricos. Y que es además lo que conviene al país.



Ahora que se acercan las campañas electorales del año entrante, y cuando se empiezan a discutir los lineamientos que debe tener la recuperación económica y social de los estragos que deja la pandemia, la impronta de su sensibilidad social conjugada con el rigor económico y fiscal del conservatismo debe continuar siendo distintivo de la colectividad.

Hay que cuidar la independencia del Banco de la República

La independencia del Banco de la República del querer y caprichos de los gobiernos de turno es uno de los grandes logros de la Constitución del 91. Es la mejor garantía para que no vayan a desbocarse el día de mañana fuerzas inflacionarias. El Partido Conservador debe ser un adalid, como lo fue en la Asamblea Constitucional, de la inquebrantable independencia que debe mantener nuestro Banco Central frente a los gobiernos de turno. Comenzando por éste.

Las reformas estructurales no deben olvidarse por los afanes del día a día

El Partido Conservador debe llamar la atención a la administración  Duque en el sentido de que hay reformas fundamentales como la pensional, la fiscal, la laboral y la de la justicia que el actual Gobierno- por estar dedicado a manejar el día a día de la pandemia- está descuidando.

Se impone convocar pronto un gran acuerdo político entre los partidos de la coalición para empezar a estudiar y, cuando sea el momento, tramitar estas reformas estructurales que no dan espera. Quien debe convocar este gran acuerdo es, por supuesto, el Gobierno.

Como van las cosas, estas reformas estructurales -frente a las cuales el conservatismo no puede ser un invitado de piedra- se van a quedar para el próximo Gobierno pues, éste, dedicado a las cosas del día a día, no les está prestando el interés que merecen.



Estas reformas estructurales casi ni siquiera las ha empezado a estudiar el Ejecutivo y, mucho menos, las ha socializado con los partidos socios de la coalición.

Un ejemplo de lo que se está haciendo en otros países resulta aleccionador: España, en plena pandemia, ha convocado al llamado “Pacto de la Moncloa II” para estudiar reformas urgentes al régimen pensional y llegar a compromisos políticos para intentar tramitarla pronto.

Hay que refrescar la política internacional

La política internacional del país requiere un refrescamiento urgente, sobre todo en lo relacionado con Estados Unidos. Ha resultado una grave equivocación de la administración Duque olvidar que nuestras relaciones con los Estados Unidos siempre se han fundado en el bipartidismo, es decir, mantener activas relaciones tanto con la Casa Blanca como con el Capitolio; con los republicanos como con los demócratas. Esa tradición hay que rescatarla cualesquiera que sean los resultados de las elecciones del pasado 3 de noviembre.