Armada de paciencia, Viviane Macedo, pentacampeona brasileña de danza en silla de ruedas, se enfrenta a la pesadilla diaria de miles de discapacitados en Río de Janeiro, que en cuatro años acogerá los Juegos Paralímpicos: trasladarse de un lugar a otro.
Varios buses pasan a toda velocidad y la ignoran. Otros no están adaptados para trasladarla. Y cuando finalmente uno es obligado a frenar por un inspector, el mecanismo para subir la silla de ruedas no funciona.
Los desafíos son innumerables: no hay veredas o están llenas de pozos, los semáforos no tienen sonido, no hay rampas o son tan pronunciadas que obligan al discapacitado a hacer una fuerza brutal para subirlas, muchos elevadores del metro están rotos, los taxis se niegan a trasladarlos...
“Es casi imposible tomar un bus en esta ciudad”, dice a la AFP esta bailarina de 35 años que se ha mudado a Copacabana porque puede tomar el metro, que en Río tiene sólo dos líneas y cubre parte de la zona más turística de la ciudad.
No obstante, no sabe si podrá vivir allí mucho tiempo más. El Mundial de Fútbol de 2014, los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de 2016 y el boom petrolero han inflado los precios y su alquiler ha subido más de 100% en un año.
Viviane, que tuvo poliomielitis cuando niña pese a ser vacunada, no recibe ninguna ayuda estatal y está en juicio con la alcaldía, a la espera de una prótesis computarizada que cuesta 30.000 dólares.
Sólo olvida todo cuando baila, sobre todo samba y zouk, “una especie de lambada más sensual”. Pero para llegar al salón donde entrena y da clases a niños discapacitados, arriesga la vida, avanzando en su silla por la calle entre coches, buses y motos que zumban a su lado, porque las veredas están repletas de obstáculos.
La danza en silla de ruedas no es un deporte olímpico, pero Viviane espera que los Juegos Paralímpicos, que en septiembre de 2016 acogerán a unos 4.200 atletas de más de 150 países, dejen un legado para todos.
“En Río, el ciego es un aventurero”
Más de la mitad de la flota de ómnibus de Río está adaptada para trasladar discapacitados (contra 100% de los buses de Londres, sede de los Juegos-2012), pero muchas veces el mecanismo está roto, el conductor no encuentra las llaves para encenderlo, o no sabe hacerlo.
Los buses BRT (Bus Rapid Transit), sistema de transporte escogido para los JO-2016, serán adaptados para los discapacitados, promete la alcaldía. Pero donde ya ha comenzado a funcionar, en Barra da Tijuca, se construyeron rampas demasiado empinadas, explica a la AFP Teresa Amaral, que preside el Instituto Brasileño de Derechos de los Discapacitados (IBDD).
“Y el ciego tiene que ser un aventurero en Río. Una amiga mía ciega estaba cruzando la calle frente al Instituto de Ciegos, donde está el único semáforo con señal sonora de la ciudad, y fue atropellada”, cuenta.
Viviane llega a Copacabana en metro, tras pedir ayuda a un funcionario para bajar la escalera porque el elevador no funciona.
En las famosas veredas que bordean la playa, señala la escalera que lleva a los baños públicos. “No hay un solo baño accesible a discapacitados en toda la costa de Río. Hay que traer orinal o aguantarse”, lamenta.
El alcalde de Río Eduardo Paes prometió el lunes al desembarcar desde Londres con la bandera paralímpica que la ciudad cambiará.
“Vamos a transformar esta ciudad. Transformar esta ciudad en algo accesible y amigable para los discapacitados tiene que ser un compromiso de los cariocas. Que la llegada de la bandera nos inspire”, dijo.
De la gloria a la dura realidad
Los atletas brasileños fueron grandes protagonistas de los Juegos Paralímpicos en Londres-2012, donde conquistaron 43 podios y la séptima ubicación del medallero.
Pero el retorno a Brasil puede ser difícil para muchos, advierte Amaral.
“El atleta muchas veces atraviesa un momento de gloria y regresa a una dura realidad en Brasil: no tiene profesión ni empleo, nadie respeta sus derechos”, dice, y recuerda que algunos hasta “pasan hambre” tras haber ganado el oro.
Brasil tiene “un largo camino para recorrer en términos de inclusión social para discapacitados”, admitió en Londres Andrew Parsons, presidente del Comité Paralímpico Brasileño.