Hafiz Mohamad Saeed, fundador y líder de Lashkar-e-Taiba, quien aparece a menudo en público en Pakistán, es ahora el hombre más buscado del mundo por Washington después del jefe egipcio de Al Qaida, Ayman al Zawahiri, cuya captura vale 25 millones de dólares de recompensa.
Ahora, Saeed está al mismo nivel que el jefe de los talibanes afganos, el mulá Omar, con 10 millones de dólares de recompensa.
Estados Unidos los sindica de liderar el grupo paquistaní que perpetró los atentados en Bombay en 2008.
El listado de Washington incluye también a Hafiz Abdul Rahman Makki, considerado el segundo hombre en la jerarquía de Lashkar-e-Taiba, con un premio de dos millones de dólares por su captura.
El anuncio, realizado por la subsecretaria de Estado norteamericana Wendy Sherman durante una visita a India el lunes, ha sido confirmado por la web gubernamental estadounidense Rewards for Justice, donde Washington hace la lista de las personas que busca.
Rewards for Justice recuerda que Saeed es "sospechoso de organizar cierto número de ataques terroristas, incluyendo al de Bombay en 2008, que causó la muerte de 166 personas, entre las cuales había seis ciudadanos estadounidenses".
Saeed dirige la fundación Jamaat-ud-Dawa, una importante organización no gubernamental de ayuda, considerada como una vitrina de Lashkar-e-Taïba. Las dos organizaciones son consideradas "terroristas" por varios países y oficialmente prohibidas en Pakistán.
Pakistán, que puso a Saeed bajo arresto domiciliario un mes después de los atentados de Bombay, lo liberó en 2009, una medida confirmada al año siguiente por la Corte Suprema por falta de pruebas que justificasen su detención.
Hafiz Muhammad Masood, portavoz de Jamaat-ud-Dawa, acusó a Washington de haber incluido en la lista a Saeed y a Makki apenas "para satisfacer a India". "Saeed fue declarado inocente por la justicia. Este anuncio no impedirá que prosiga con sus actividades normalmente", dijo el vocero.
Según Brahma Chellaney, un analista del Centro de Investigaciones Políticas en Nueva Delhi, en India, la recompensa estadounidense pone de relieve sobre todo el fracaso de la política de Estados Unidos hacia Pakistán, un aliado clave de Washington en la región desde 2001.