¿Es posible frenar atracos masivos en Transmilenio? | El Nuevo Siglo
Un experto explicó por qué incrementar el pie de fuerza es solo una pieza de la intervención que se necesita.
IDU
Miércoles, 16 de Noviembre de 2022
Redacción Bogotá

Los robos masivos en Transmilenio, que volvieron a ser noticia en horas de la madrugada y que se han presentado con cierta periodicidad en las últimas semanas, parecen ser el último capítulo de inseguridad del sistema.

Pero más allá de entender el modus operandi del robo, que en todos los casos ha sido bastante estándar (por lo menos siete delincuentes armados que trancan las puertas para posteriormente ingresar y robar), hay dos preguntas clave que la ciudadanía demanda y ante las cuales no parece haber una respuesta oficial por parte del Palacio Liévano: ¿por qué se está presentando este fenómeno? y, lo más importante, ¿cómo prevenirlo?

EL NUEVO SIGLO habló con un experto en dinámicas de seguridad urbana y otro en sistemas de transporte, y tanto el diagnóstico como lo que se debe hacer están orientados en la misma dirección: la falta de apropiación, la necesidad de cambiar el discurso alrededor del sistema y el mejoramiento integral de los entornos, todos ellos elementos que se traducen en una estrategia integral y de cuidado que, de acuerdo con ambos analistas, el sistema no tiene.

¿Incrementar el pie de fuerza, implementar las campañas anti evasión y arreglar las puertas, respuesta más evidente al problema? Una curita para detener una hemorragia.

Una primera aclaración que le hizo a EL NUEVO SIGLO el experto en seguridad urbana de ProBogotá, César Restrepo, es que los hurtos masivos, más que un fenómeno nuevo, lo que demuestran es un debilitamiento del dispositivo general de seguridad.

“Más que una novedad, los hurtos masivos son el aprovechamiento de la delincuencia de una oportunidad. Si en un área de la ciudad como una estación de Transmilenio hay un grupo de delincuentes armados que entran y roban con éxito, eso quiere decir que la delincuencia está logrando hacerse al control del espacio porque, a) no hay quien lo proteja, o b) la persona que está para protegerlo no tiene control sobre el mismo”, comenzó su explicación el experto Restrepo.

Aumentar el pie de fuerza, una curita

Ante esta explicación la siguiente pregunta es: ¿la respuesta está en aumentar el pie de fuerza? No.

“Ese es apenas uno de los elementos. Lo voy a explicar de la siguiente manera: cuando un arquero se para debajo del arco y estira las manos, no es capaz de cubrir todo el arco. Pero si se retira uno o dos metros de la línea del arco, cierra el ángulo para que le metan los goles. Con la seguridad pasa lo mismo: si tú te pegas al punto de protección y pones a todos los policías en el sistema, vas a necesitar a mucha gente para protegerlo. Es un tema de visión territorial, de cámaras, de cultura ciudadana, de vigilancia privada, de iluminación, de barreras de protección y de apropiación, por mencionar algunos. Es una estrategia integral y de cuidado del entorno que Transmilenio ¡no tiene! y que necesita”, añadió César Restrepo, quien acto seguido se refirió a ese componente macro de la apropiación.

Apropiación, un círculo vicioso

Con respecto al control de un espacio físico, el analista explicó que este no depende exclusivamente de la presencia de la Fuerza Pública para contrarrestarlo, ni de las cámaras de seguridad que haya, sino que es una suma de capacidades orientadas a consolidar una capacidad efectiva de protección, “que no la hay. Y en parte no la hay por el deterioro mismo del sistema”.

“Cuando la gente tomó la decisión de coger a piedra a Transmilenio cada vez que quiere protestar por algo, el sistema se aleja de la capacidad de volver al estado óptimo de las infraestructuras y este deterioro tiene dos efectos: el primero, que el sistema es menos controlable; y el segundo, que invita cada vez más a que el desorden, el crimen, las inseguridades y las violencias se reproduzcan. En conclusión: cada acto contra Transmilenio lo debilita más porque no es posible devolverlo al estado anterior en su totalidad. Todo el caos del sistema es resultado del proceso de la ciudadanía por destruirlo”, añadió el experto en seguridad urbana, quien añadió que la Administración debe tomar cartas en el asunto.

La Administración tiene que volver a decirle a la ciudadanía: ‘Paren. Ustedes tienen que cuidar y proteger Transmilenio’. Y no porque hoy sea perfecto, sino para volver a llevarlo al momento en el que surgió, cuando era orgullo de todos porque nos alejó definitivamente de un sistema infrahumano. A la gente se le olvidó que este sistema reemplazó a los buses con cortinas y cojinería insalubre, llevándonos a un sistema ordenado. Pero ¿qué pasa? Que en la medida en la que lo han venido destruyendo y en la medida en la que dejó de expandirse, el sistema se desordenó, perdió la calidad e infraestructura y por eso estamos en el caos. Para evitar estos robos, como todo lo demás, debemos tener conciencia de la importancia del sistema”, concluyó a este respecto el experto en seguridad.

En esta necesidad de generar apropiación alrededor del sistema de transporte masivo, Martín Anzellini, coordinador de proyectos urbanos también de ProBogotá, se refirió específicamente a la responsabilidad que ha tenido la dirigencia en la consolidación de un discurso de odio contra el sistema, y por consiguiente en la necesidad de modificar el mismo.

Lo primero y lo más importante para que esto no vuelva a ocurrir es que la Administración Distrital y el Gobierno tienen que cambiar el discurso político alrededor del Transmilenio. Muy irresponsablemente algunas voces lo han atacado. Este sistema en algún momento fue la joya de la corona de Bogotá y para que vuelva a serlo, o para que por lo menos los ciudadanos lo vean como un activo de la ciudad, se tiene que hacer esta modificación”, explicó a EL NUEVO SIGLO Martín Anzellini, quien agregó que es imperativo que el Distrito mire más allá de las cámaras y de las campañas antievasión y le preste atención al descuido en los entornos ciudadanos.

“Hay que prestarles atención a las ventas informales, al mejoramiento de los espacios de las estaciones (limpieza, basuras en el piso, reparaciones y mantenimiento de las losas, la señalización, etc.), pero también de los espacios alrededor de las mismas, en donde el Distrito tiene que ponerse al frente del mantenimiento de los andenes, del espacio público, de los parques y de las plazas que, muchas de ellas, están en muy mal estado de aseo y de iluminación, generando entornos propicios para el florecimiento de la delincuencia”, concluyó el analista Anzellini.