“El virus continúa muy activo en Colombia y se espera que continúe de esta forma durante el mes de agosto para pasar a bajar progresivamente a partir de septiembre”, aseguró Óscar Franco, director del Instituto de Medicina Social y Preventiva de la Universidad de Berna, Suiza.
EL NUEVO SIGLO: ¿Cómo ve el comportamiento del coronavirus en países como Colombia?
ÓSCAR FRANCO: Las medidas de mitigación que se tomaron en las fases iniciales han resultado en una desaceleración de la curva epidemiológica.
Esto ha implicado que el pico que se esperaba para mayo junto con un colapso del sistema de salud no haya tenido lugar sino hasta agosto y con el sistema de salud respondiendo al límite de su capacidad, pero sin colapsar.
Estos meses sirvieron para preparar y mejorar la infraestructura y han tenido frutos preventivos. El virus continúa muy activo en Colombia y se espera que continúe de esta forma durante el mes de agosto para pasar a bajar progresivamente a partir de septiembre.
Es importante recalcar que el comportamiento del virus depende de todos y si se siguen las medidas de higiene y aislamiento físico, el comportamiento del virus responderá en igual medida.
E.N.S.: ¿Las cuarentenas sirven en estos momentos?
O.F.: En todo momento las cuarentenas sirven para reducir la velocidad de propagación del virus y para cortar las cadenas de contagio al disminuir contactos y por lo tanto, la transmisión.
Sin embargo, las cuarentenas no son las medidas ideales. Estas se usan cuando ya no se puede controlar al virus e idealmente la forma de manejarlo es siendo muy agresivos desde el principio que se detecta transmisión comunitaria con pruebas, rastreos y aislamientos.
El virus es muy agresivo y muy rápido. En esta competencia de tiempo y distancia solo podemos ganarle si somos tan o más agresivos y rápidos que el virus.
Por otro lado, las cuarentenas vienen con importantes consecuencias para la salud mental y la economía, que se tienen que tener en cuenta. Por eso, en un artículo científico que publicamos hace unos meses proponíamos cuarentenas dinámicas que alternan periodos de restricción sostenidos y estrictos con periodos de relajación para cortar el contagio, salvaguardar la salud y no sacrificar la economía.
E.N.S.: ¿Habrá algún momento en que el virus baje su nivel de letalidad?
O.F.: Los virus son formas de vida que parasitan huéspedes para poder reproducirse y preservarse. Por lo tanto, un virus con muy alta letalidad no logra utilizar efectivamente el transporte del huésped para poder pasar a otro huésped y de esta forma autolimita su existencia y éxito evolutivo y de especie.
Por este motivo los virus tienden con el tiempo a favorecer mutaciones (cambios aleatorios) que garantizan el paso de un individuo a otro, favoreciendo el nivel de contagio y disminuyendo la letalidad. Siguiendo estos principios es posible que el virus cambie para disminuir su letalidad.
Hemos visto que ya, la cepa original del virus que causó la epidemia en Wuhan ha mutado y ha sido reemplazada por una nueva cepa que se detectó por primera vez el 20 de febrero en Italia. Esta nueva variante pasó a dominar y desplazar por completo a la versión antigua, pasando de Europa a Estados Unidos, Oceanía, Asia, Latinoamérica y ahora mismo domina la pandemia.
Si comparamos la nueva versión del virus con la anterior, se ve que es entre 6 a 9 veces más contagiosa, pero en términos de severidad no se han observado diferencias en comparaciones hechas en el Reino Unido y Estados Unidos.
De otro lado, la letalidad del virus también depende de nuestra capacidad de reacción y la efectividad del tratamiento. Estos meses han conllevado un absoluto tsunami de investigación y cooperación en ciencia que ha permitido que en muy corto tiempo entendamos al virus con mucho más detalle, su código genético, sus mecanismos de acción, la forma en que se transmite y esto nos permite poder tratarlo y prevenirlo mejor. Por eso, el tratamiento ha mejorado y esto también contribuye grandemente a reducir su letalidad.
Vacunas
E.N.S.: El tema de las vacunas, ¿cómo lo ve?
O.F.: Estamos siendo testigos de los resultados de siglos de avances y desarrollos, que en estos momentos de emergencia nos están llevando a encontrar soluciones en corto tiempo.
Normalmente una vacuna es muy difícil de desarrollar y encontrar. Puede tardar 10, 15 años o más. Aún tenemos enfermedades importantes para las que no tenemos vacuna.
Sin embargo, en estos ocho meses de conocer al virus hemos visto en tiempo récord el desarrollo de múltiples vacunas con muy buenas respuestas hasta el momento.
A mediados de agosto de 2020 ya tenemos más de 165 vacunas en investigación. Una de estas vacunas ya tiene registro -la Rusa Sputnik V-. Otra tiene registro parcial para uso en militares en China. Y ocho más están ya en la fase tres de evaluación clínica. Creo que vamos por muy buen camino.
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E.N.S.: ¿La vacuna rusa sí es buena o qué pasa?
O.F.: Es difícil concluir sobre la efectividad y seguridad de esta vacuna. Hasta el momento no se ha compartido ningún detalle y no sabemos bien cómo se desarrolló, cómo se evaluó y qué efectos tiene. Esto nos lleva a recibir esta noticia con igual dosis de optimismo y escepticismo, con precaución, con cautela, pero con esperanza.
Rusia tiene excelentes científicos y gran capacidad técnica, por lo que no es de extrañarse que ellos puedan desarrollar una vacuna efectiva en tiempo récord. Sin embargo, no tener detalles de cómo fue ese desarrollo lleva a muchas conjeturas sobre el proceso y a preguntas que cuestionan si siguieron los procesos y los pasos necesarios para garantizar la seguridad y efectividad de la vacuna.
En las próximas semanas y meses, en la medida que se avanza con esta y otras vacunas, esperamos que los investigadores rusos compartan más detalles de su investigación y resultados para poder entender el potencial y el valor de esta vacuna.