Por: Pablo Uribe Ruan
Incumplimiento en los aportes a la seguridad social, evasión tributaria, atraso en el pago de salarios, y para oscurecer la lista, lavado de activos, son parte del repertorio de algunos dirigentes del fútbol colombiano.
No quiero decir que sea una cuestión generalizada, ni mucho menos, acá en el país hay directivos que merecen todo el reconocimiento. Sin embargo, los comportamientos antideportivos y mafiosos que dejó la relación entre mafia y fútbol continúan en algunos directivos, no en los niveles de antes, por supuesto, pero sí perduran ciertas prácticas en la manera como manejan sus equipos, sobre todo a nivel administrativo.
La avalancha de malos directivos, corruptos y descarados ha sido común al ojo de cualquier seguidor del fútbol nacional, que ve cómo instituciones deportivas se hunden tras pésimas administraciones que sólo dejaron tristezas y deudas. Unión Magdalena, Bucaramanga y Real Cartagena, por citar sólo algunos, son equipos de tradición que han estado a punto de desaparecer por las malas dirigencias.
Pero si lo del Cartagena se veía venir, lo del Cúcuta es un relato de un descenso anunciado. El rojinegro jugó contra América hace un año promoción y se salvó, primera advertencia para los directivos. Pero no. Tras las declaraciones de Suárez, ex alcalde de la ciudad y directivo de la institución, donde cuenta que se perdieron alrededor de 5.000 millones en 2007 y 2008, y adicionalmente, que nadie sabe dónde está el dinero de la venta de Pajoy y Córdoba, ya se logra entender por qué el Cúcuta no levanta cabeza y parece estar destinado a descender.
Así es, un equipo que salió campeón en 2006 y posteriormente jugó semifinales de Libertadores, pero que todo parece indicar que vuelve a la B, tras pésimas dirigencias que se robaron el dinero de la institución.
Y parece que otro más se hunde por directivos ladrones.