Por Jairo Morales Nieto
Especial para EL NUEVO SIGLO
La paz no es un concepto abstracto. Es una realidad muy concreta relacionada con poblaciones, territorios y entornos institucionales que han estado envueltos por más de medio siglo en la tragedia de un conflicto armado de alta intensidad.
Se habla de ‘tragedia’ pues se trata de un evento gravísimo de persistente confrontación humana que ha causado muerte, destrucción, sufrimiento extremo, desarraigo, despojo y anomia institucional a gran escala.
Una vívida evidencia estadística sobre la tragedia colombiana la aporta un reciente estudio de la revista Semana que menciona una cifra aterradora: 5.5 millones de colombianos, o sea, el 11.5 por ciento de la población, han sufrido de manera directa el poder destructivo del conflicto armado en los pasados treinta años!
Reparar daños humanos y reconstruir la conexión de las poblaciones afectadas con sus territorios de origen y entornos institucionales más inmediatos, es uno de los más grandes desafíos que la sociedad colombiana tendrá que enfrentar en la próxima década.
La reparación humana y la reconstrucción social es una labor de alta cirugía social que involucra a todo el aparato institucional del estado, la sociedad y las fuerzas del mercado y, también, a la comunidad internacional. Si esa cirugía de reconstrucción social no ocurre, o se hace mal o a medias, es previsible un nacimiento defectuoso del proceso de paz y un pronto renacimiento de diversas expresiones de violencia con severas consecuencias para la estabilidad global del país, su credibilidad e imagen internacional.
Esta temática de la cirugía o reingeniería social reconstructiva en contextos de postconflicto es el objeto de este artículo. Nuestro punto de partida son las personas de carne y hueso en el marco de sus circunstancias espaciales e institucionales. Este enfoque nos conecta directamente con la dimensión local de la paz que consideramos es la perspectiva más idónea a la hora de producir respuestas concretas, certeras y rápidas a los problemas de la tragedia social que enfrentamos.
*
Hemos precisado que la paz es una realidad concreta que se relaciona con territorios, poblaciones e instituciones. Territorios son espacios geográficos dotados de recursos naturales vitales para la reproducción de los seres vivos; poblaciones son individuos que pueblan esos espacios geográficos y viven de ellos; e instituciones son los valores, normas y organizaciones que regulan la interacción de los individuos entre si y su relación con los espacios físicos vitales.
La sociología nos enseña que un sistema social se organiza y estructura a partir de la interacción de estas tres dimensiones del hábitat y del quehacer humano. Esta disciplina nos dice además que la sociedad en su devenir histórico tiende a establecer un orden y equilibrio dinámico en las relaciones entre estas variables para hacer viable la convivencia y el progreso humano.
No obstante, hay situaciones donde la tendencia al orden y equilibrio dinámico del sistema social no existe o simplemente se ha quebrantado por la acción de múltiples razones y factores. Este bien puede ser el caso de las áreas del conflicto armado en Colombia donde se manifiesta una evidente ruptura del sistema social en sus tres dimensiones básicas.
Veamos: muchos territorios se han convertido en campamentos militares de uno y otro lado con limitado acceso de la población civil por la intensa actividad militar, la extensión de los suelos minados y la operación de las bandas criminales dedicadas a los cultivos ilícitos y al narcotráfico. Las poblaciones en esas áreas han sido víctimas de masacres, homicidios, secuestros, desapariciones, violaciones de todo tipo, desarraigo, desalojo y usurpación de sus bienes y pertenencias; miles de personas están refugiadas en países vecinos. Muchas de las instituciones del Estado y de la sociedad civil han colapsado debido al asesinato de alcaldes y servidores públicos y a la muerte y desaparición de defensores de los derechos humanos, sindicalistas y periodistas, además de actos terroristas de diverso tipo.
El referido estudio de la revista Semana y otros estudios e investigaciones ofrecen suficiente facticidad estadística para demostrar sin mucho esfuerzo la magnitud y gravedad de la ruptura del sistema social en las áreas de conflicto, así que pasemos inmediatamente a la búsqueda de respuestas y soluciones.
**
Entendido así el problema y sus dimensiones, emerge entonces una pregunta clave: ¿Acaso existen métodos y técnicas que nos permitan reparar el sistema social dañado por el conflicto armado? La respuesta es afirmativa: sí existen las formas de hacerlo y además, a bajo costo, con rapidez y efectividad.
Nuestra discusión en adelante girará en torno a una propuesta metodológica orientada a dar respuesta a esta pregunta clave de una manera integral y sistémica. La validez de la propuesta metodológica está refrendada por el éxito de su aplicación en diversos contextos de postconflicto en el mundo, en los cuales ha participado el autor de este artículo por encargo de las Naciones Unidas.
El objetivo principal es configurar lo que en adelante llamaremos ‘territorios de paz’ o ‘escenarios de reconciliación’. Los territorios de paz son unidades geográficas delimitadas en arreglo a la descentralización política y administrativa del estado colombiano.
El municipio es entonces la entidad territorial natural para la identificación, localización y formación de los territorios de paz. Ello se entiende perfectamente pues en el municipio confluyen el poder político local y el aparato de la administración pública local y nacional. También, el municipio es el espacio natural de acción e interacción de las poblaciones con las instituciones. Todas estas circunstancias le dan al municipio un rol preponderante en el manejo de la transición hacia la paz y la reconciliación; por ende, estas entidades locales y sus administradores tendrán que prepararse muy bien para enfrentar este gran desafío histórico en el futuro inmediato.
***
La construcción de un territorio de paz es un procedimiento metodológico que parte de la identificación y localización de dicho territorio al interior de un municipio. Este ejercicio tiene como fuentes de información: los acuerdos de paz; el conocimiento local; y, los estudios que para los efectos tendrá que hacer el gobierno. Los pasos metodológicos básicos para la construcción de un territorio de paz son, en versión simplificada, los siguientes:
PASO UNO: Re-ordenamiento territorial para la paz
Este primer paso corresponde a la identificación y estudio de las áreas intramunicipales afectadas directamente por el conflicto. En algunos casos, estas áreas pueden cubrir una parte del municipio, en otras, la totalidad de la entidad municipal.
La identificación y análisis de los territorios de paz son procesos deliberativos donde participan todas las fuerzas sociales presentes en el municipio, congregadas es un taller de re-ordenamiento territorial para la paz.
El propósito de este evento es revisar y re-pensar los patrones geográficos de desarrollo del municipio y re-inventar un nuevo modelo de organización territorial que responda en forma más efectiva y eficiente a las necesidades de paz y desarrollo del municipio.
El principal producto de este ejercicio es la conformación de un sistema de micro-regiones y epicentros articulados entre si y vinculados a la cabecera municipal mediante una red de infraestructura vial que tendrá que rehabilitarse o construirse para establecer mejores comunicaciones, un mejor uso de los recursos productivos y un mejor control y manejo del medio ambiente por parte de sus pobladores.
PASO DOS: Re-organización de un sistema social para la paz
Una vez re-ordenado el territorio municipal sobre la base micro-regional y epicentral, el siguiente paso es la promoción de la organización de los ciudadanos que habitan esas microrregiones para que participen en su promoción, cuidado y desarrollo.
Se trata de la promoción de una red social cuyo objetivo primario es la integración de los individuos con un sistema de participación ciudadana para la paz y desarrollo incluyendo, desde luego, a los desmovilizados. Para este efecto, es deseable la creación de ‘asociaciones micro-regionales de paz y desarrollo’ que a la vez que sirven para acortar las distancias de comunicación entre las comunidades de base y las autoridades municipales, se ofrecen como un vehículo para la participación directa de las comunidades en las decisiones públicas que incumben a su bienestar y desarrollo.
No se busca crear estructuras jerarquizadas sino más bien redes y sistemas horizontales de participación ciudadana y comunicación. Cada organización micro-regional es independiente una de otra y no depende de un poder diferente al de sus constituyentes primarios. En un comienzo pueden operar como asociaciones ad-hoc con la posibilidad de hacer luego una metamorfosis hacia una entidad legal como tal.
PASO TRES: Construcción de una organización institucional para la paz
La paz necesita nuevas instituciones democráticas para su materialización. La creación de ‘Comités Municipales de Paz y Desarrollo’ se advierte como una necesidad perentoria para conducir el proceso de reconciliación a nivel local.
La función primaria de un comité municipal de paz y desarrollo es establecer un ambiente democrático y deliberativo que permita que los representantes de las comunidades de base de los territorios de paz participen e interactúen con las otras fuerzas sociales presentes en el municipio, sean del lado de los poderes públicos, poderes del sector económico y/o de la sociedad civil en general.
El líder natural y constitucional de un comité municipal de paz y desarrollo es el alcalde de la localidad quien tiene la responsabilidad de presidir el comité, legitimar los acuerdos e impulsarlos, mientras que las comunidades de base a través de sus asociaciones micro-regionales tendrán que participar en su implementación, seguimiento y control.
PASO CUATRO: Promoción de un sistema de inversiones públicas para la paz
Los pasos uno, dos y tres del procedimiento metodológico no tendrían mucho significado e importancia si no inciden en el proceso inversionista público para la paz. Se busca adoptar un sistema de inversiones públicas que tenga tres características básicas: primero, que esté basado en el consenso y la concertación ciudadana; segundo, que esté orientado a la reducción tangible de las desigualdades sociales y territoriales y, a la elevación de la eficiencia del gasto público; y, tercero, que sea el resultado de un balance realista entre las necesidades de las poblaciones y el potencial de respuestas del gobierno.
El modelo expuesto de las microrregiones y de la organización social de base está construido para responder eficientemente a todos estos propósitos en la práctica.
El resultado principal del proceso inversionista público es lograr que todas las comunidades de base cuenten con todos los servicios sociales primarios (salud, educación, electricidad, agua potable y saneamiento) y que en los epicentros micro-regionales se establezca otra red de servicios secundarios de soporte (jueces de paz, educación secundaria y vocacional, centros deportivos y de rehabilitación y centros de apoyo a la producción). De esta forma se maximiza la cobertura y el impacto de los servicios y se generan externalidades en beneficio de la paz y del desarrollo municipal en general.
****
Como se puede concluir de esta simplificada exposición: (a) la paz es un proceso de reconstrucción social, territorial e institucional; (b) la dimensión local de la paz ofrece una perspectiva idónea para la acción pública pues nos orienta no sólo sobre qué hacer, sino cómo, dónde y con quién hacerlo; (c) existen métodos democráticos y deliberativos que facilitan la consolidación de la paz en el sentido de evitar que el conflicto armado no se repita nunca jamás y que las poblaciones sientan que sus derechos humanos fundamentales están protegidos.
En próximos artículos vamos a avanzar más en estos aspectos con la exposición de los principios hermenéuticos y la caja de herramientas para la consolidación de la paz.
* Doctor en Economía. Experto Internacional en Paz y Desarrollo. Ciudad del Cabo, Sudáfrica. Julio 2013. jairo@inafcon.com