LA pandemia del coronavirus afecta al mundo entero. Los países de América Latina están sufriendo de altos niveles de contagio y saturación de sus sistemas de salud. Adicionalmente han experimentado graves consecuencias sociales y económicas a causa de la propagación de la enfermedad.
En este panorama vale destacar a Uruguay porque ha logrado contener la pandemia a través de medidas de emergencia que no contemplaron como en la mayoría del mundo, un confinamiento estricto y ello permitió que su economía marchara, más lento de lo normal, pero no llegó al extremo de paralizarla.
Desde el inicio de la emergencia el gobierno del presidente Luis Lacalle Pou adoptó una estrategia, que se apartaba de la de sus países vecinos. El mandatario encontró el equilibro entre las políticas de protección de la salud y la salvaguarda del aparato productivo para evitar una crisis económica que podría ser más grave que la sanitaria que se pretendía evitar. Los resultados saltan a la vista. Según cifras oficiales, de los casi 3.5 millones de uruguayos tan sólo 853 se contagiaron de Covid-19, 24 de las cuales fallecieron, mientras que la gran mayoría se recuperó, el 95.4%.
Y pese que en el país aún se presentan algunos positivos –sin ser diarios como ocurre en el resto de naciones- y no puede declarase todavía como “libre de coronavirus”, ha tenido varios días consecutivos en los que no se han registrado ninguna afectación. A hoy reporta 12 activos y la tasa de letalidad es del 2.81%.
Las exitosas medidas de Lacalle iniciaron el pasado 13 de marzo, día en el que se detectaron los primeros contagios, cuando declaró la emergencia sanitaria que incluía medidas como el cierre de establecimientos de educación y la suspensión de eventos masivos. Adicionalmente pidió a la población que se quedara en casa y cerró sus fronteras. El aislamiento no era obligatorio y de esta manera logró, a si fuera con una afluencia menor a la habitual, que el comercio continuara. Como se recordará el presidente asumió el cargo tan sólo 12 días antes de decretarse la emergencia y ha sabido afrontar la mayor desaceleración económica del país desde 2002, a pesar de haberlo recibido con un alto déficit fiscal y elevados niveles de gasto público.
Beatriz Argimón, vicepresidenta del Uruguay, indicó en su momento que estas decisiones se tomaron porque “el gobierno piensa que la libertades individuales son muy importantes, sin descuidar la salud del resto de la sociedad” a lo que el primer mandatario agregó que “es fácil decir a la gente que no trabaje, pero era esencial seguir haciéndolo y que los motores de la economía siguieran andando”. El joven mandatario agregó –en ese entonces- que “si se toman las precauciones necesarias, mascarillas y distanciamiento físico no está mal salir” y bajo dicha premisa evitar “las consecuencias de estar mucho tiempo en aislamiento”.
Por otra parte el Gobierno solicitó créditos por 1.400 millones de dólares para financiar las medidas y no tener que recurrir al mercado de bonos. También ordenó la retención del 20% del salario de los cargos más altos del Estado, con lo que recaudó 12 millones de dólares y apeló a la generosidad del sector privado, principalmente de la industria del agro, con lo que logró recaudar otros 100 millones de dólares que sirvieron para apoyar a las personas más necesitadas durante los momentos más críticos. Finalmente el mandatario anunció líneas de crédito por 2.600 millones de dólares a las empresas afectadas.
Estas medidas han permitido a ese gobierno que desde mayo el país haya iniciado el proceso de reapertura total: volvieron las escuelas, oficinas públicas, actividades comerciales que se habían suspendido y se reactivaron los proyectos de construcción.
Por su parte, el ministro de salud, Daniel Salinas ha señalado que en su país “se le está ganando al coronavirus” y agregó que las medidas que han dado el mejor resultado son la consulta médica temprana, una aplicación que guía sobre la enfermedad, la atención domiciliaria y sobre todo la recomendación del uso de tapabocas.
Uruguay es un país con un alto ingreso per cápita, bajos niveles de desigualdad y pobreza, en el que la clase media representa el 60% de su población. El país se ubica en los primeros lugares de la región en los índices de Desarrollo Humano, Oportunidad Humana y Libertad Económica. Vale recordar que durante los 6 meses anteriores a la posesión de Lacalle, el Producto Interno Bruto del país registró un descenso acumulado del 2.1% y, a pesar de que con la pandemia la inflación en mayo se incrementó en un 11,05%, se espera que las acertadas medidas del presidente logren una recuperación rápida y sostenida.
La política macroeconómica del presidente Lacalle, comprometida con la diversificación de mercados y el fortalecimiento del agro y la silvicultura, han aumentado la capacidad comercial del país que cuenta como principales socios comerciales con China, con un 26% de sus exportaciones y la Unión Europea con el 18%. Asimismo el manejo que ha dado de la pandemia y los resultados económicos obtenidos le han valido el reconocimiento de la Comisión para las Américas de la Organización Mundial del Turismo, que esta semana exaltó la labor de Lacalle Pou, importante declaración si se considera que éste es uno de los principales sectores de la economía que le reporta al país ingresos por más de 2.000 millones de dólares al año.
Queda en evidencia que cuarentenas estrictas, que paralizan la actividad económica, no es la única solución para frenar la propagación del coronavirus y que es posible proteger, al mismo tiempo, la salud y los ingresos de la población apelando a su responsabilidad.