EL PRESIDENTE de Estados Unidos, Donald Trump, defendió su reacción tras los disturbios en Charlottesville, en un encendido discurso ante miles de seguidores en Phoenix, Arizona, donde volvió a atacar a la prensa y las élites.
Arropado por gritos de apoyo, el presidente aprovechó el baño de masas para dedicar cerca más de la mitad de su discurso de 78 minutos a críticas para atacar a "gente enferma" en los medios y las élites, así como para reivindicarse por sus declaraciones sobre Charlottesville.
"Los muy deshonestos medios... y me refiero a las realmente deshonestas personas en los medios y los medios falsos, se inventan historias. En muchos casos no tienen fuentes", fustigó.
"No informan los hechos, al igual que no quieren informar que yo hablé duramente contra el odio, la intolerancia y la violencia y condené fuertemente a los neo-nazis, a los supremacistas y al KKK", añadió al referirse a los violentos incidentes en Charlottesville.
Trump ha sido blanco de duras críticas de demócratas y republicanos, así como de otros sectores, por no condenar enérgicamente una marcha de supremacistas blancos hace días en Charlottesville, que derivó en violentos disturbios con antirracistas que dejaron una mujer muerta.
Trump también hizo un guiño de que podría dar un indulto a Joe Arpaio, el controvertido exalguacil del condado de Maricopa en Arizona, condenado por violar una sentencia federal al perseguir de manera implacable a inmigrantes latinos.
"Creo que va a estar bien ¿de acuerdo? No lo haré esta noche porque no quiero causar ninguna controversia", afirmó.
Más temprano la Casa Blanca había sido enfática: "No se tomará ninguna decisión hoy", declaró la portavoz Sarah Sanders.
Trump también se mostró optimista de que su retórica agresiva hacia Corea del Norte empezó a dar frutos, en momentos que las tensiones entre Washington y Pyongyang escalaron por el programa nuclear norcoreano.
"Algunos dicen que fui demasiado fuerte. No es lo suficientemente fuerte", dijo el mandatario. "Pero Kim Jong-Un (...) creo que está comenzado a respetarnos. Y respeto mucho ese hecho", afirmó ante una multitud enardecida en Phoenix. "Y tal vez, probablemente no, pero puede ser que algo positivo salga de esto".
Se esperaba que con su discurso en Arizona, Trump reenergice el debilitado apoyo al gobierno y a su polémico proyecto de construir un muro en la frontera de 3.100 km con México para impedir la llegada de indocumentados al país.
Trump insiste en que los mexicanos deben pagar por la monumental obra, cuyo costo estimado es de 21.000 millones de dólares, lo que según muchos la vuelve improbable.
Antes del acto en Phoenix, Trump estuvo en Yuma, muy cerca del límite con México, para conocer equipamiento usado por la patrulla fronteriza.
Yuma "solía ser una de las áreas fronterizas menos seguras en Estados Unidos (y) ahora es una de las más seguras debido a estas inversiones", comentó un alto funcionario del gobierno antes del viaje de Trump.
Una ley aprobada en 2006 permitió la construcción de 100 km de valla divisoria en esa desértica zona, lo que provocó una caída dramática de los intentos de cruce de ilegales. Pero los críticos señalan que el flujo de inmigración clandestina se trasladó a otros puntos.
Según datos oficiales, en los últimos seis meses autoridades estadounidenses detuvieron a más de 126.000 personas que buscaban llegar de manera clandestina a Estados Unidos, lo cual supone una disminución de 46% frente a igual período de 2016.
Además, tras los decretos para arrestar en territorio estadounidense a quienes hayan violado su estatuto migratorio, entre enero y julio se detuvieron 91.000 personas, 44% más que en el mismo periodo del año anterior