Los kurdos se replegaron de la frontera norte de ese país, donde libraban una lucha contra el Estado Islámico. Retiro de EU y ofensiva turca hace temer el resurgimiento de ese grupo terrorista
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La desestabilización en Medio Oriente incrementa con los últimos sucesos regionales. Estados Unidos retira sus tropas, logra abatir a Abu Bakr al Bagdadi -líder del autoproclamado Estado Islámico -, el presidente turco Recep Tayyip Erdogan queda a cargo de la lucha contra ISIS al norte de Siria y los kurdos pierden a un aliado vital. Las acciones de Washington generan incontables escenarios inesperados y hasta caóticos para la región.
La salida de las tropas estadounidenses del norte de Siria inició el pasado 7 de octubre. El argumento principal de Donald Trump es la necesidad de apartarse de una guerra que, a sus ojos, es irresoluble. Esta decisión le dará un vuelco a la lucha en la República Árabe de Siria debido a que desestabiliza las alianzas existentes y deja un vacío militar en el conflicto. Ahora los kurdos se han visto en la necesidad de buscar otros aliados (regionales o no) para continuar la lucha contra el autoproclamado Estado Islámico y protegerse de las iniciativas turcas en su contra.
La milicia kurda en Siria ha tratado de llegar a un acuerdo con Ankara, pero el mandatario Erdogan no ha aceptado. A pesar de que los kurdos han luchado con el apoyo de Estados Unidos para poder derrotar al autoproclamado Estado Islámico, Turquía los considera como una amenaza para su seguridad nacional. Esta minoría es considerada por Ankara como terrorista y, por ende, una prioridad de la agenda política tanto interna como internacional para el país. Para el gobierno de Turquía, la iniciativa independentista de los kurdos es una violación a su soberanía y, así, la creación de un partido Kurdo en la política (el PKK) es inaceptable y su brazo armado (el YPK) es absolutamente ilegal.
La salida de Washington implica que los kurdos perderán a uno de sus aliados más fuertes en la región y que por ende serán más vulnerables a los ataques turcos, quienes ya han realizado ofensivas contra la milicia. Al tomar la decisión de retirar las tropas, Donald Trump expresó que Erdogan se encargaría de coordinar toda la lucha contra el autoproclamado Estado islámico al norte de Siria. Sin embargo, el presidente turco ha anunciado que el Ejército está preparado para lanzar ataques contra la milicia kurda también.
"El Departamento de Defensa le dejó claro a Turquía, tal y como dijo el presidente, que no apoyamos una operación turca en el norte de Siria. Las Fuerzas Armadas de Estados Unidos, no van a apoyar ni van a participar en una operación de este tipo", matizó también el Pentágono en un comunicado.
Si los kurdos no tienen apoyo, las posibilidades de que se alíen con Rusia para seguir luchando y poder hacer frente a un posible resurgimiento del terrorismo islámico y repeler los ataques turcos, son mínimas.
A medida que Turquía aumenta su ofensiva contra los kurdos sirios, en la frontera norte de ese país, éstos se ven cada vez más vulnerados y con menor capacidad de luchar contra el Estado Islámico o ISIS. El apoyo de Moscú puede llegar a ser vital para la milicia e incluso positivo para Rusia, quién podría ampliar su influencia en la región. Con Estados Unidos fuera del conflicto armado, el margen de maniobra ruso aumenta, las posibilidades de que el apoyo al régimen de Bashar al-Assad sea más fructífero son mayores y la derrota de la oposición armada también.
Ante el escenario en la región varios miembros de la Comunidad Internacional han expresado su preocupación respecto a la salida de Washington del conflicto armado. Sin embargo, el retiro de las tropas estadounidenses no tiene vuelta atrás.
"No sabemos lo que va a pasar (...) nos preparamos para lo peor", declaró el coordinador humanitario de la ONU para Siria, Panos Moumtzis.
"La reanudación de las hostilidades armadas en el noreste no sólo exacerbará el sufrimiento de la población civil y provocará desplazamientos masivos, sino que también pondrá en peligro los esfuerzos políticos en curso" aseguró, por su parte, Maja Kocijancic, vocera de la Unión Europea.
Una cuestión que puede llegar a brindar tranquilidad respecto a la situación es el anuncio de la Casa Blanca de la muerte Abu Bakr al-Bagdadi, líder del autoproclamado Estado Islámico. Según los reportes de la operación contraterrorista llevada a cabo en la provincia siria de Idlib, al-Bagdadi se inmoló al verse rodeado por soldados estadounidenses, matando a dos niños con los que se encontraba y que presuntamente eran sus hijos.
“Les puedo asegurar que el plan fue significativamente más complejo que eso, y diseñado para evitar ser detectado por ISIS y otros antes y durante la ejecución, para evitar víctimas civiles”, indicó Kenneth McKenzie, General del Cuerpo de Marines de Estados Unidos. “Las personas que planearon y llevaron a cabo esta misión son profesionales callados, centrados en su misión, por encima de la gloria o el reconocimiento. Las personas comprometidas hicieron un trabajo duro y arriesgado (...) Fue un verdadero esfuerzo entre agencias, así que felicito a nuestros socios en todo el gobierno de los Estados Unidos”, subrayó el general norteamericano.
Si bien es cierto que la muerte de al-Bagdadi es un golpe fuerte para el grupo terrorista y que podría debilitarlo temporalmente, también es certero afirmar que esta situación puede incrementar el sentido de lucha del grupo y su deseo de venganza. Solo el paso de los días y semanas determinará de qué manera se acomodarán las dinámicas del conflicto, que sin duda alguna, no está cerca su terminación.