A UNA semana de la votación de investidura de Pedro Sánchez para reelegirlo en el poder, las negociaciones con la izquierda radical Podemos se encuentran “rotas” según indicó el propio jefe de gobierno español, quién responsabilizó a esa formación política de tal situación.
Llegado al poder en junio de 2018 mediante una moción de censura contra el conservador Mariano Rajoy, Sánchez ganó las elecciones de abril pasado pero lejos de la mayoría necesaria para gobernar, con sólo 123 escaños sobre los 350 de la cámara.
De allí que necesita apoyos, en particular de los 42 diputados de Podemos y de otros partidos regionales, para poder ser reinstalado en la presidencia del gobierno en la votación de investidura prevista para el 23 de julio.
Pero en una entrevista en la radio Cadena Ser, Sánchez denunció "una ruptura unilateral por parte del señor (Pablo) Iglesias de estas negociaciones", en referencia al líder de Podemos.
A juicio de Sánchez, el diálogo se rompió con la llamada a una consulta "trucada" a las bases de Podemos sobre la posición que deben adoptar de cara a la votación de investidura.
Es "una mascarada bien grande del señor Iglesias para justificar su no a mi investidura", lanzó Sánchez.
Podemos condiciona su apoyo a que se conforme un gobierno de coalición con entrada en el gabinete de algunos de sus dirigentes. Sánchez se oponía férreamente, pero la semana pasada flexibilizó su posición y ofreció ceder algunos ministerios a personas con perfil técnico propuestas por la formación de izquierda radical.
Pero esta última propuesta fue rechazada por Iglesias.
Los socialistas "no han querido nuca ponerse en serio a negociar un gobierno de coalición con nosotros", reaccionó en el canal La Sexta un alto dirigente de Podemos, Pablo Echenique, señalando que en el partido estaban "sorprendidos por el tono duro" de Sánchez.
En Podemos "estamos dispuestos a sentarnos" a negociar, agregó.
Sin embargo el dirigente de Podemos hizo hincapié en que su formación confía en que "al final" habrá acuerdo con los socialistas para investir a Sánchez. "Nos gustaría en fuera en julio pero, si no puede ser porque el presidente tiene otra estrategia confiamos en que, más tarde, nos podamos poner de acuerdo y pueda haber un Gobierno de progreso en España", dijo.
En todo caso, con o sin Podemos, la votación de investidura del 23 de julio camina hacia el fracaso, ya que Sánchez no dispone de la mayoría absoluta de 176 votos de 350 en la cámara baja.
Una segunda votación ocurrirá 48 horas más tarde, y en ella al socialista le basta tener más síes que noes.
De allí que insista en sus llamados a los liberales de centroderecha de Ciudadanos y a los conservadores del Partido Popular a que faciliten con una abstención una investidura, sin que hasta ahora esas dos formaciones se muevan de su no rotundo.
Sánchez busca evitar a toda costa que su elección dependa de la abstención de los independentistas catalanes, ante los feroces ataques de la derecha acusándolo de ser rehén de los separatistas porque apoyaron su llegada al poder.
De no haber nuevo gobierno, el 23 de septiembre se convocarían automáticamente nuevas elecciones, las cuartas en cuatro años en España.