LA INESTABILIDAD en Libia parece interminable. La semana pasada, el Mariscal Jalifa Haftar, antiguo general de la armada de Gadafi, anunció la toma de la capital, Trípoli, actualmente controlada por el Gobierno de Unión Nacional (GNA), liderado por el primer ministro Fayez Sarraj, reconocido por la comunidad internacional. Esta noticia se dio a conocer días antes de realizarse la Conferencia Nacional de Libia, auspiciada por Naciones Unidas, que buscaba reconciliar a las partes y promover la realización de elecciones para salir de la lucha entre diferentes facciones de poder.
Esta noticia preocupa especialmente a Europa por la cercanía geográfica que existe entre este continente y Libia. Pero adicionalmente la inestabilidad de este país africano y los múltiples frentes de poder, han generado que el Estado Islámico (EI), derrotado en Siria, incremente su presencia en territirio Libio.
Dos poderes, un país
Cuando la “primavera árabe” llegó a Libia en 2011, el propósito era ponerle fin a 40 años de gobierno de Muamar Gadafi con la participación de la OTAN. A pesar de ser recordado por sus excentricidades y abusos a los derechos humanos, Gadafi, con los ingresos provenientes del petróleo, convirtió a Libia en uno de los países más ricos de África. Ocho años después de la muerte del dictador y de intentar realizar un cambio pacífico a través del Consejo Nacional de Transición, Libia sigue inestable políticamente, con varios escenarios de enfrentamiento y sin un poder centralizado.
La existencia de milicias armadas ha sido de suma importancia en el control del país y por el apoyo que han brindado a los dos centros de poder. Esta división surgió de las elecciones parlamentarias de 2014 en las que quienes “detentaban el poder se negaron a dejarlo y permanecieron en Trípoli. El Parlamento recién elegido se estableció entonces en la ciudad portuaria de Tobruk, a 1.000 kilómetros de la capital, donde se conformó así un gobierno rival”, afirma la BBC.
Las milicias, que abundan en este país africano, han jugado un rol crucial en la división del poder. El Ejército Nacional Libio (LNA), liderado por Haftar, está compuesto por milicias y grupos tribales, históricamente importantes en la sociedad libia. Mientras que el actual gobierno en Trípoli, el GNA, no tiene poder militar, sino que “es apoyado por milicias mayoritariamente islamistas que se oponen a Haftar. Ellas creen que Haftar representa el viejo régimen de Gadafi y que volverán a tener una dictadura esencialmente autocrática”, le dijo Charles Gurdon, director de la consultora de riesgo político Menas Associate, a DW.
No obstante, además de existir dos centros de poder y milicias por todo el territorio libio, también hay una amplia presencia del EI. Con la caída de Gadafi y el vacío de poder, las condiciones permitieron que este grupo terrorista tomara Sirte en 2014. Si bien ya no detenta el control de dicha ciudad, en 2018 se evidenció un nuevo surgimiento del grupo terrorista ante los indicios de una posible guerra civil.
Interés de Europa
Entonces, ¿podría Libia convertirse en la nueva Siria? Es cierto que algunas causas que permitieron el establecimiento del EI en Siria, como el vacío de poder y la existencia de amplias reservas de petróleo, están presentes en Libia. Asimismo existen otras razones, como que para Estados Unidos, Libia ha sido una cuestión que le compete manejar a Europa. “Siria se convirtió en una disputa geopolítica entre Estados Unidos y Rusia. En Libia la situación es un poco distinta porque sin duda la zona del norte de África ha estado significativamente vinculada a lo que pase en Europa.”, explicó a EL NUEVO SIGLO Rafael Piñeros, profesor e investigador de la Facultad de Finanzas, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad Externado de Colombia.
La situación humanitaria es preocupante, después de la ofensiva esta semana de las fuerzas comandadas por Haftar contra el aeropuerto de Trípoli, dejando 27 personas muertas entre ellos civiles y 2.800 desplazados desde el inicio de las hostilidades. Ante esta situación, algunos libios han decidido refugiarse en Túnez, país vecino, y otros, desde el inicio del caos en 2011, han decidido partir hacia Europa, volviéndose una cuestión de suma importancia para este continente.
Para Europa, “la situación estratégica de Libia es muy distinta porque se convierte en un importante proveedor de petróleo y gas a Italia, Francia, España. Es necesaria su estabilidad independientemente de quien esté en el poder y al mismo tiempo, puede que haya un peligro mayor por una escalada de inmigración ilegal y una desestabilización mayor de la zona del mediterráneo sur”, expone Piñeros.
Por el momento no se percibe una solución a la situación en Libia, sino por el contrario, una agudización de la crisis que viene desde 2011. Aunque las condiciones son un poco diferentes a las de Siria, no se puede descartar que detrás de lo que ocurre en Libia hay intereses geopolíticos, por ejemplo de Rusia, al incrementar su presencia en una zona en conflicto en la que Estados Unidos, por el momento, no ha querido interferir.
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Este texto fue modificado del original por dos errores que EL NUEVO SIGLO reconoce y no le competen al articulista. Se corrigió "territorio libanés por "territorio libio" y "poyado" por "apoyado".
*Internacionalista