Normalmente los movimientos sociales, sus apariciones y logros, conllevan un tiempo relativamente largo de gestación. Se confirma con esto un hecho incuestionable en nuestra cotidianidad: además de que la lógica es inexorable en los fenómenos que existen, ocurre que los eventos, logros y sucesos pueden analizarse desde dos perspectivas complementarias: los procesos y los resultados. Esto se aplica de manera particular, aunque no única, a fenómenos sociales.
En Italia está teniendo lugar una movilización de sectores progresistas, que sirven de parapeto a la barbarie, lo cual ocurre en medio de esta jungla en donde los populismos de posiciones ultra-conservadoras, de odio a los extranjeros, son evidentes. Este movimiento se reconoce como “Las sardinas” y ha empezado a emerger la región norte de la península.
Es claro que contamos hoy en día, con una actualidad social y política donde el descenso a lo inimaginable se hace evidente con ribetes cuasi-suicidas. Al respecto, véase el negacionismo de Trump cuando hace alusión al calentamiento global. Al parecer, y producto de su ceguera o de intereses por demás avaros, no se aprecian los daños inmensos de los incendios en Australia, para sólo citar un caso ilustrativo e inmediato.
El movimiento de “Las sardinas” tuvo una aparición reciente en Roma, la ciudad que, como toda capital, es el centro neurálgico del país. Ocurrió esto, el pasado 14 de diciembre de 2019. Uno de los rasgos más distintivos del movimiento, es que ha sido promovido por ex militantes del Partido Demócrata, una de las agrupaciones que respalda al gobierno actual italiano del Primer Ministro Giuseppe Conte (1964 -) un profesor de derecho de la Universidad de Florencia, quien preside el Consejo de Ministros desde el 1 de junio de 2018.
El movimiento, sintomáticamente, nació en Bolonia, en la región italiana de Emilia-Romaña, un territorio que durante mucho tiempo ha sido gobernado –tal y como lo documenta el investigador Franco Tirigliato- por partidos de centro izquierda. Se trata también de una región que deberá cumplir con comicios regionales a principios de 2020.
Sin embargo, no obstante, los antecedentes electorales de la región, ahora sí se tiene allí, el riesgo que puedan ganar posiciones políticas mayoritarias, los sectores de derecha, encabezados por la Liga de Salvini. Si esto ocurriera, señalan analistas locales, se estaría propiciando desde ya un potencial problema para la continuidad del gobierno de Conte.
Esto último ocurriría ante un potencial resquebrajamiento de la coalición formada por el Partido Demócrata y del Movimiento 5 Estrellas. De allí que, para los demócratas, el desarrollo y fortalecimiento de “las sardinas” sean procesos muy importantes.
La presencia de “las sardinas” no sólo está ocurriendo en Roma o en Bolonia, sino en otras ciudades de la península y se estima que su aparición, es una respuesta al aumento del racismo, del nacionalismo y soberanismo ultra-derechista que han tratado de capitalizar hasta ahora, en Italia, líderes como Matteo Salvini (1973 -) con las agrupaciones de extrema derecha como Liga Norte. Son brotes de “respuestas fáciles” y populistas como las de Trump en Washington, Le Pen en Francia y Vox en España.
Es notoria por otra parte, la presencia de la juventud en “las sardinas” y esto es alentador, aunque por el momento, aún aparece como un movimiento con más espontaneidad que consistente formación política. El liderazgo de esta agrupación, que se ha forjado en la trasiega informática de las redes sociales, da a conocer postulados más bien generales, tratando de estar más allá de las polarizaciones que tienden a desgarrar y confrontar a diferentes grupos de población.
Se están señalando temas vinculados, por ejemplo, a la deshumanización de las posiciones de la derecha, los mecanismos de odio hacia grupos minoritarios cuyas voces muy pocas veces escucha el establecimiento. Se enfatiza el carácter más bien reaccionario de las respuestas ante los problemas migratorios que presentan las costas del Mediterráneo, en particular a raíz de la migración africana que huye de la violencia y la carencia de oportunidades en sus países de origen.
Se libra, en todo caso, una batalla por la opinión pública y la fuerza de la presencia no deja de ser escasa. Esto es evidente cuando “las sardinas” tienen más bien concentraciones y conciertos, que no han ido hasta ahora acompañados de manifestaciones producto de convocar a grandes multitudes.
Es en todo caso una fuerza incipiente, pero demuestra el poder que tienen las causas que encuentran justificaciones generalizadas en la población, en temas alrededor de los cuales se pueden generar consensos. Si bien es cierto estos pueden ser frágiles, o bien estar sujetos a notables niveles de represión, si pueden cambiar el rumbo de los eventos cuando otros actores sociales también influyen.
Una situación ilustrativa se tuvo al respecto con el caso de las manifestaciones masivas y persistentes en Guatemala, de abril a octubre de 2015. En esa ocasión en ese país centroamericano, se logró –en un hecho sin precedentes- enviar a la cárcel al coronel Otto Pérez Molina y a Roxana Baldetti, presidente y vice-presidente de la república, respectivamente.
Es evidente que el Partido Demócrata teme que “las sardinas” rebasen sus posiciones actuales y cuestionen la política neoliberal, es decir excluyente del gobierno italiano. Pero también tienen esperanzas de que al menos en la región nor-central de Italia se logre detener el avance de las fuerzas extremo-reaccionarias. En todo caso, el movimiento le imprime un rasgo más participativo a una democracia que languidecía basada más en elecciones formales que en reales alternativas para la conducción política.