Los partidos tradicionales de centro y centroderecha se alzaron con los grandes premios en las elecciones municipales de Brasil el domingo pasado, mientras que los candidatos apoyados por el presidente Jair Bolsonaro y el partido del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva fracasaron estrepitosamente.
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La derrota del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT), que gobernó Brasil durante 13 años entre 2003 y 2016, generó dudas incluso sobre sus perspectivas políticas a largo plazo, ya que no lograron ganar ninguna alcaldía de las ciudades más importantes del país.
Las elecciones en más de 5.000 municipios se consideran un indicador importante del clima político en el país más grande de América Latina antes de las elecciones presidenciales, que se realizarán en dos años.
También son una oportunidad crucial para que los partidos obtengan el control de la maquinaria política local, que se puede aprovechar para las campañas electorales federales en 2022.
PT sin fuerzas
La segunda vuelta de las elecciones de 2020 terminó con un sabor amargo para el PT. El partido fue el que más candidatos tenía en las segundas vueltas, con aspirantes a 15 de las 57 ciudades donde las hubo y sin embargo terminaron sin comandar ninguna capital estatal.
De las 630 alcaldías que consiguió en 2012, el PT alcanzó 256 en 2016 y este año sólo logró victorias en 183 municipios.
Para el politólogo Claudio Couto, el resultado negativo del PT en estas elecciones fue producto de un "error de evaluación" en torno a la figura, pues "siempre que alguien le señalaba al PT la necesidad de la autocrítica” o fallas de su caudillo, ese alguien era rechazado, sin considerar que esta actitud generó la imagen de un movimiento incapaz corregir sus falencias.
Asimismo, el partido ha sido criticado por no atraer “sangre nueva” y concentrarse únicamente en el expresidente Lula, exmandatario controvertido por su participación en el escándalo de corrupción de Lava Jato.
Este resultado prácticamente elimina sus posibilidades de cara a las elecciones de 2022 y favorece opciones más moderadas.
En São Paulo, la ciudad más grande y rica de Brasil, el actual alcalde de centroderecha Bruno Covas convalidó su elección frente a Guilherme Boulos, un exactivista agrario de izquierda. Por su parte en Río de Janeiro, el actual alcalde Marcelo Crivella, un aliado clave de Bolsonaro, fue derrotado por Eduardo Paes, un exalcalde de centro, que consiguió el 64% de los votos.
Solo en Vitória, la capital del estado de Espírito Santo, y Rio Branco, la capital de Acre, ganaron los candidatos apoyados por el presidente brasileño.
“El bolsonarismo fue derrotado este año y podría estar en peligro en 2022. Depende de lo que pueda hacer políticamente en los próximos dos años”, dijo Marco Nogueira, analista político de la Universidad Estatal de São Paulo, quien agregó sin embargo que “es importante reconocer que los partidos que lo apoyan en el Congreso no lo hicieron mal en estas elecciones”.
Pese a lo anterior pocos analistas ven los resultados del domingo como un golpe mortal para el mandatario considerando sus elevados niveles de popularidad y el carisma personal que le adjudican.
Bolsonaro actualmente ocupa un lugar destacado en las encuestas de opinión nacionales, con un índice de aprobación de casi el 38%, un nivel fuerte para los presidentes brasileños.
El Bolsonarismo
Una de las principales derrotas de Bolsonaro frente a la centroderecha se produjo en la ciudad de Río de Janeiro donde el alcalde Marcelo Crivella, perdió ante su predecesor, Eduardo Paes, por 64% a 36%.
De los 78 candidatos que incluso se postularon agregando el nombre de Bolsonaro al suyo en la boleta, solo uno ganó y ese fue uno de los hijos del presidente. Carlos Bolsonaro, un miembro clave del equipo de redes sociales de su padre, mantuvo su escaño en el concejo de Río con más de 71,000 votos, aunque eso fue menos de los 106,000 que obtuvo hace cuatro años.
En la primera ronda de hace dos semanas, dos candidatos respaldados por el presidente ganaron de manera absoluta. Mano Santa, quien triunfó en Parnaiba, una ciudad de 150.000 habitantes en el empobrecido estado de Piauí y Gustavo Nunes que fue elegido en Ipatinga, una ciudad próspera con una economía basada en el mineral de hierro y 263.000 habitantes.
De los tres que llegaron a la segunda vuelta, Tiao Bocalom ganó en Rio Branco, una capital del estado cerca de la frontera con Bolivia, Roberto Naves fue elegido en Anápolis, y Nelson Ruas dos Santos ganó en Sao Goncalo, una ciudad a las afueras de Río.
Tras conocer su victoria el centroderechista Paes dijo que su triunfo fue "una victoria de la política sobre el radicalismo". A su declaración se unió al del titular de Sao Paulo quien aseguró que “solo quedan unos días para los negacionistas y el oscurantismo”.
Covas, nieto de un exgobernador del estado, es un aliado cercano del actual gobernador del estado de Sao Paulo, Joao Doria, su predecesor como alcalde, y una fuerte actuación podría impulsar las aspiraciones presidenciales de Doria por el Partido Socialdemócrata de centroderecha.
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Centroderecha
Así las cosas, la centroderecha confirmó su condición de gran ganadora en la segunda vuelta de las elecciones municipales, en detrimento de los candidatos de la izquierda y de los apoyados por Bolsonaro.
La victoria de numerosos alcaldes de corrientes de centroderecha o derecha moderada muestra una reducción de la polarización, pero no permite descartar la relección del mandatario en 2022, que según analistas dependerá tanto del rumbo de la economía (aliviada este año por subsidios a la población más pobre que mitigaron los efectos de la pandemia), como de las alianzas entre las decenas de partidos existentes en Brasil.
"Bolsonaro tiene el bolígrafo (para firmar decisiones) en su mano. Puede ofrecer más espacio a sus aliados, negociar con ellos una mayor participación en el gobierno, darles más voz", destacó el politólogo André César, de la consultora Hold.
Bolsonaro, sin partido desde hace un año, podría abrir más espacio a fuerzas de la derecha moderada, como el partido PP, que integra la base aliada del gobierno y obtuvo un excelente desempeño.
Para hacerle frente en una eventual segunda vuelta electoral, tanto César como Santoro vislumbran una alianza entre varias fuerzas de centroderecha (PSDB, DEM, MDB, PSD), muchos de cuyos electores apoyaron en 2018 a Bolsonaro para evitar el regreso de la izquierda.
La izquierda, por su lado, para ser competitiva en las presidenciales debería empezar a tejer desde ya un frente común, señaló César.
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"Buscar la unidad pasa por revisar la hegemonía del PT", que sufrió un enorme desgaste con la prisión de Lula y el proceso de destitución de Dilma Rousseff, en 2016, y ceder espacio a líderes jóvenes en ascenso como Boulos y Manuela D'Ávila (PCdoB), ambos de menos de 40 años y que llegaron al balotaje en Sao Paulo y Porto Alegre, respectivamente” agrega.