LLEGÓ el poder, y llegaron los problemas para Ciudadanos. Después de años prometiendo reformas, esta formación española de corte liberal va a gobernar Andalucía junto al Partido Popular, aunque con el incómodo apoyo de la ultraderecha.
En virtud de los anuncios hechos el miércoles, Ciudadanos se repartirá con los conservadores del PP el ejecutivo de la región más poblada del país. Será la primera vez que este partido tenga responsabilidades de gobierno en España.
Fue la conclusión de un mes y medio de negociaciones tortuosas, en las que el PP concluyó primero un acuerdo de gobierno en 90 puntos con Ciudadanos, y otro de investidura con Vox, que no entrará en el ejecutivo regional. El objetivo, articular una mayoría con la que clausurar 36 años de dominio socialista.
Ciudadanos hizo en todo momento como si los contactos del PP con la ultraderecha no le afectaran, y proseguía con su ejercicio de justificación, desentendiéndose del otro pacto.
"A mí no me vincula este acuerdo [entre PP y Vox] porque no lo he firmado y ni siquiera lo he analizado", declaró al canal Telecinco el líder del partido, Albert Rivera.
"Si se le ocurre traer a Vox una propuesta para ir en contra de los derechos LGTBI, o ir en contra de la iguladad entre hombres y mujeres, nos tendrán en frente porque yo al siglo XX no quiero volver", añadió. Una postura que no le ha ahorrado a Ciudadanos las acusaciones de "veleta".
Y es que este partido, que desde 2014 dice querer regenerar la política española con una agenda liberal en lo económico y progresista en lo social, apoyó hasta ahora a gobiernos regionales tanto del PP como del PSOE, en este último caso en Andalucía, en la pasada legislatura.
Incluso, en 2016 Rivera sostuvo infructuosamente al socialista Pedro Sánchez en su primer intento por llegar a la presidencia del gobierno de España, antes de apoyar meses más tarde al conservador Mariano Rajoy.
Durante la negociación, Vox causó indignación al defender la supresión de la ley contra la violencia de género, por considerar que es "ideológica" y perjudica a los hombres.
Este punto no entró en el acuerdo con el PP, pero convirtió a Ciudadanos en blanco de críticas incluso desde el extranjero.
"No puede haber ningún compromiso con un partido de extrema derecha que defiende valores totalmente contrarios a los nuestros", advirtió el martes la ministra francesa de Asuntos Europeos, Nathalie Loiseau.
"He escuchado las primeras declaraciones de representantes de Vox, que quieren dar marcha atrás en los derechos de los mujeres. Me parece muy preocupante", añadió la ministra del presidente Emmanuel Macron, defensor de la doctrina del "cordón sanitario" frente a la ultraderecha y referente de Albert Rivera.
"En lugar de hacer ese cordón para dejarlos fuera y verlos como una opción no legítima, han dicho 'no hay nada que hacer, es una opción válida, y por tanto tenemos que pactar'", resume Sonia Andolz, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Barcelona.
"Lo que está bastante claro es que es una negociación indirecta", la ocurrida entre Ciudadanos y Vox, explica a la AFP Jean Baptiste Harguindeguy, politólogo de la universidad sevillana Pablo de Olavide.
"El trabajo sucio lo hace el PP", pero en conjunto "la gente lo interpreta casi como un futuro gobierno tripartito", asevera.