Desconfinamiento inteligente | El Nuevo Siglo
Jueves, 21 de Mayo de 2020
  • Gobierno apuesta por un enfoque trimestral
  • Cada colombiano tiene que ser responsable

 

La decisión del presidente Iván Duque en torno a ampliar la cuarentena nacional hasta el 31 de mayo y la Emergencia Sanitaria hasta el último día de agosto marca, sin duda, un nuevo enfoque en el plan de contingencia para enfrentar la pandemia del Covid-19. Un enfoque derivado del control positivo de la curva epidemiológica en nuestro país y de una estrategia consecuente que lleva a considerar que Colombia debe pasar del confinamiento mayoritario de la población en sus casas a un aislamiento social, inteligente y productivo.

Así las cosas, bajo la realidad inesquivable, aquí y en todo el mundo, de que es imperativo aprender a convivir con este coronavirus, al menos hasta que se consiga una vacuna o un tratamiento efectivo en su contra, el Gobierno decidió permitir que una mayor cantidad de personas y del aparato económico puedan retomar con más celeridad sus actividades y niveles de generación de bienes, productos y servicios. Obviamente, bajo la condición de que se apliquen los más estrictos protocolos sanitarios y de bioseguridad, única y vital alternativa para evitar que el volumen de contagios se dispare. No hay que olvidar que el Ministerio de Salud insiste en que no deben relajarse las prevenciones sanitarias ya que el pico de la epidemia en nuestro país se espera para la segunda mitad de junio, razón por la cual es obligatorio mantener prendidas todas las alarmas.

Es claro, entonces, que ya estamos en una fase de la emergencia que le permite al Ejecutivo tomar medidas que vayan más allá del enfoque inmediatista que hasta ahora ha primado con resultados positivos, como lo prueba el hecho de que la curva epidemiológica y el índice de letalidad se mantienen controlados, con cifras muy por debajo de los países de la región, especialmente frente a Brasil, Perú y Ecuador.

Siguiendo la misma línea de desconfinamiento gradual y cauteloso que se ha aplicado en Asia y Europa, el gobierno Duque acierta en delinear una estrategia a mediano plazo, con mecanismos de seguimiento sanitario permanentes que le permitan acelerar, o desacelerar, la estrategia de reactivación productiva, laboral, comercial, académica y en muchos otros ámbitos. Es evidente, de otro lado, que teniendo hoy más de 800 municipios en donde no se ha reportado todavía ningún caso de contagio y otras poblaciones en donde los pocos confirmados ya se recuperaron, es viable pasar de las medidas de alcance nacional a otras de índole más regional y municipal, en pos de un plan de respuesta más zonificado y cualitativo. Es aquí en donde resulta clave confiar en el criterio de los alcaldes, ya que nadie mejor que ellos para evaluar las realidades sanitarias locales y los pasos que debe dar en sus jurisdicciones para frenar los contagios o evitar el riesgo de estos.

Ahora bien, estando ya casi a mitad del año no tenía sentido alguno que los estudiantes de escuelas, colegios y universidades se reintegrasen a clases presenciales. Lo mejor es que terminen este primer semestre de forma virtual y regresen a las aulas en julio o agosto, cuando la fase crítica de la pandemia debería estar superada. Mantener a este nicho poblacional en casa, así como a los mayores de 70 años, más una buena cantidad de empleados públicos y privados que pueden seguir en teletrabajo, sumados a quienes laboran en sectores como el turismo, discotecas, bares y otras actividades que impliquen eventos masivos y aglomeración de personas (que por ahora siguen parados), garantiza que la transición de la cuarentena general al aislamiento social inteligente se haga de manera gradual, segura y ordenada, sin sobrepasar los límites de utilización del transporte público masivo. En ese orden de ideas, también resulta adecuado que elementos que pueden disparar la movilidad ciudadana, como el transporte intermunicipal y los vuelos comerciales domésticos o internacionales, se mantengan suspendidos hasta que pase el pico de la epidemia.

Sin embargo, todo ese conjunto de medidas, tanto las dirigidas a flexibilizar el confinamiento como las que apuntan a mantener la cuarentena sobre más de la mitad de la población, de poco servirán si la ciudadanía no aplica con rigor y convencimiento los protocolos sanitarios y de bioseguridad. Es evidente que el aumento de los contagios y fallecimientos en las últimas dos semanas son consecuencia también de un exceso de relajamiento de una parte de la población que pareciera tener la peligrosa percepción de que lo peor ya pasó. El mensaje es claro: si todos y cada uno de los colombianos cumplimos con cuidarnos y cuidar a los demás, las restricciones podrán seguir desmontándose. Si ocurre lo contrario, habrá necesidad de volver a confinar a la mayoría de los habitantes en sus casas. La decisión está en manos de cada quien.