La exprimera ministra conservadora británica Margaret Thatcher, de 87 años, falleció ayer en Londres como consecuencia de una apoplejía.
"Con gran tristeza Mark y Carol Thatcher anunciaron que su madre, la baronesa Thatcher, murió tranquilamente después de un ataque cerebral esta mañana", declaró Lord Tim Bell, portavoz de la fallecida dirigente.
"Hemos perdido a un gran dirigente, un gran primer ministro y una gran británica", declaró en un comunicado el primer ministro británico David Cameron, quien acortó de inmediato su visita ayer a Madrid y París para regresar directamente a Londres desde la capital española.
La reina Isabel II de Inglaterra se declaró por su parte "triste" al conocer la noticia, anunció el palacio de Buckingham en un comunicado.
Thatcher la primera y hasta ahora única primera ministra que ha tenido el Reino Unido, permaneció en el cargo durante 11 años, entre 1979 y 1990, pero llevaba años apartada de la vida pública debido a sus problemas de salud.
En 2008, su hija Carol reveló en sus memorias que su madre sufría demencia senil.
La Dama Hierro tendrá un funeral ceremonial con honores militares en la imponente catedral londinense de San Pablo, que será seguido de una "incineración privada", anunció Downing Street. Todo será la “próxima semana”.
Esto significa que no tendrá unos funerales de Estado, como especuló en algún momento la prensa, que la veía siguiendo los pasos de otro ilustre primer ministro, Winston Churchill.
Implacable
La implacable Dama de Hierro marcó profundamente la vida política británica del siglo XX, que hasta hoy sigue creando émulos.
Su leyenda se forjó en su determinación para impulsar la liberalización económica de los años 80, para resistir a las presiones europeístas, para enviar a la Navy a las Malvinas a combatir contra las tropas argentinas en 1982 y en su intransigencia ante el nacionalismo del IRA en Irlanda del Norte.
La que fuera en los años 1980 una de las mujeres más poderosas del planeta terminó su vida en las brumas de la senilidad.
Traicionada por una salud delicada que desde marzo de 2002 le obligó a renunciar a hablar en público, "Maggie" Thatcher resultó muy afectada por la pérdida de su marido, Denis, después de más de 50 años de matrimonio, en junio de 2003.
Este la apoyó a lo largo de toda una carrera que hizo de ella un verdadero "monstruo sagrado" en su país.
Nacida el 13 de octubre de 1925, Margaret Roberts creció en Grantham, en el centro de Inglaterra, donde su padre, Alfred, tendero, repartía su tiempo entre la iglesia metodista y el consejo municipal. En la casa familiar, la misa era obligatoria y el trabajo una segunda religión, por lo que la joven salía poco.
Se licenció en química en Oxford en 1947 y luego hizo también estudios de derecho. De esa época data su acercamiento a la política. En 1951 se casó con el empresario Denis Thatcher y dos años más tarde dio a luz a mellizos, Carol, periodista, y Mark, que se dedica a los negocios.
La política
Adicta al trabajo -dormía cuatro horas diarias y trabajaba el resto del tiempo, según sus allegados-, fue elegida por primera vez diputada en 1959 y escaló rápidamente en la jerarquía del Partido Conservador.
Pero aún no vislumbraba su destino. En 1974 declaró: "Se necesitarán años -y no lo veré durante mi vida- para que una mujer dirija este partido o se convierta en primer ministro".
Al año siguiente, asumió el liderazgo de los 'Tories' y en mayo de 1979 se convirtió en la primera mujer primer ministro del país. Permaneció en el 10 de Downing Street durante 11 años, un récord de longevidad en el siglo XX.
Los sindicatos fueron amordazados, sectores enteros de la economía privatizados (telecomunicaciones, ferrocarril, aeronáutica, etc.) y el Estado de bienestar desmantelado. Los impuestos bajaron, el gasto público también.
Los círculos empresariales la veneraban, pero su "revolución" chocaba también con férreas resistencias, una división vigente hasta hoy en la evaluación de su legado.
Durante los primeros años de su mandato se superó el umbral de los tres millones de desempleados y aumentó el malestar social y el enfrentamiento con los sindicatos, a los que declaró una guerra sin cuartel. A principios de los años 1980, los mineros en huelga chocaron con la intransigencia de "Maggie", al igual que los huelguistas de hambre del Ejército Republicano Irlandés (IRA), que iban muriendo en prisión.
El imperio inglés
En el ámbito internacional, la "Dama de Hierro" trató de restablecer el prestigio del antiguo Imperio.
En 1982, cuando las tropas argentinas desembarcaron en el archipiélago austral de las Malvinas, bajo dominación británica desde 1833, Thatcher envió una fuerza naval que en dos meses recuperó las islas. La victoria encarriló su reelección en 1983.
Sus relaciones privilegiadas con el estadounidense Ronald Reagan y el soviético Mijail Gorbachov también le permitieron reivindicar un papel clave en los últimos años de la Guerra Fría.
A su nacionalismo se sumó una desconfianza casi visceral con respecto a la Unión Europea. Sus trajes de chaqueta y falda de color azul eléctrico, su inseparable bolso de mano, su inconfundible peinado, sus perlas, sus duros ojos azules y sus diatribas contra los "burócratas de Bruselas" entraron en la leyenda.
Su intransigencia le valió enemistades sólidas, en Europa, en el Reino Unido y hasta en su propio partido, lo que la llevó a una humillante dimisión el 22 de noviembre de 1990. Sus posiciones sobre Europa, tras una calamitosa reforma de la fiscalidad local -la famosa "Poll Tax"- acabaron con su carrera.
En retirada
Tras su salida en llanto de Downing Street, la baronesa Thatcher se refugió en el elegante barrio londinense de Belgravia, donde continuó preparando lucrativas conferencias y redactando sus memorias.
En febrero de 2007, se convirtió en el primer ex jefe de gobierno con una estatua en el parlamento en vida.
Para entonces, hacía ya unos cinco años que esta leyenda viva de la política británica no hablaba y que prácticamente no se dejaba ver en público, después de haber sufrido dos accidentes cerebrovasculares leves y a medida que se acentuaba su demencia senil.
Sin embargo vivió lo suficiente para ver a otro conservador, David Cameron, como inquilino del número 10 de Downing Street después de 13 años de gobiernos laboristas, aunque fuera en una inédita coalición con los liberales demócratas.
En uno de sus primeros discursos importantes unos meses después de su elección en mayo de 2010, Cameron, que sin embargo se presenta como más moderado que su predecesora, definió a Thatcher como la "mejor primera ministra en tiempos de paz del último siglo".
Cuando Thatcher ya no era más que una sombra de sí misma, resurgió con toda su fuerza en el cine con "The Iron Lady" (La Dama de Hierro, 2011), una película polémica que le valió a Meryl Streep un tercer Oscar de mejor actriz./AFP
Las citas más célebres
La exprimera ministra británica Margaret Thatcher será recordada entre otras cosas por sus perlas, algunas de las cuales ilustran el carácter de la llamada Dama de Hierro:
- "No tuve suerte, lo merecía" (al recibir su primer premio escolar a los 9 años)
- "No hay alternativa" (There Is No Alternative), repetía hasta la saciedad al hablar sobre su programa económico, lo que le valió el apodo de "Tina", acrónimo de esta frase
- "No creo que haya una mujer primer ministro mientras yo viva" (1973)
- "¿La Dama de Hierro del mundo occidental? ¿Una combatiente de la Guerra Fría? De acuerdo, si es así como interpretan mi defensa de los valores y libertades fundamentales" (1976)
- "Todo lo que hacemos es pedir que nos devuelvan nuestro propio dinero" (explicando su solicitud de una rebaja de la contribución del Reino Unido al presupuesto de la Unión Europea en noviembre de 1979)
- "Cualquier mujer que entienda los problemas de llevar una casa estará más cerca de entender los problemas de llevar un país" (1979)
- "La señora no da marcha atrás" (defendiendo su política económica frente a sus críticos en la conferencia del Partido Conservador en 1980)
- "Sabíamos lo que teníamos que hacer, fuimos y lo hicimos. Gran Bretaña es grande otra vez" (al final de la guerra en las Malvinas en 1982)
- "En política, si quieres que se diga algo, pídeselo a un hombre. Si quieres que se haga algo, pídeselo a una mujer" (1982)
- "Y ahora, como de costumbre" (negándose a dejarse intimidar por el atentado del IRA contra su hotel en Brighton en 1984, durante el congreso conservador")
- "Me gusta estar en el centro de las cosas" (1984)
- "Me agrada el Sr. Gorbachov. Podemos trabajar juntos" (tras su encuentro con el secretario general del partido comunista soviético en 1984, antes del lanzamiento de la Perestroika)
- "Creo que, históricamente, el término 'thatcherismo' será visto como un cumplido" (1985).
- "En Marks and Spencer, por supuesto. ¿No lo hace todo el mundo?" (cuando le preguntaron dónde se compraba la ropa interior en 1986).
- "Nos hemos convertido en abuela" (al anunciar el nacimiento de su primer nieto en 1989).
- "Nos vamos de Downing Street por última vez después de 11 años y medio fantásticos y estamos contentos de dejar el Reino Unido en un estado mucho, mucho, mucho mejor que cuando llegamos" (tras su dimisión en noviembre de 1990)
- "El regreso de la momia" (bromeando después de que unos carteles laboristas advirtieran de un posible regreso al poder de laDama de Hierro antes de las elecciones del 2001, parodiando el título de una película de terror)./AFP
El thatcherismo económico sigue al mando
Margaret Thatcher dejó una huella imborrable en la economía británica y la estrategia de todos sus sucesores desde hace 20 años, fueran laboristas o conservadores, se ha medido a su aplastante legado.
El actual primer ministro, el conservador David Cameron, no escapa a la regla. Su política económica, marcada por un drástico plan de rigor, suscita regularmente interrogantes en los medios de comunicación: ¿tendrá sobre el país efectos tan radicales como la de Margaret Thatcher?
Su predecesor laborista, Tony Blair, en el poder de 1997 a 2007, fue catalogado también de heredero de la 'Dama de Hierro' en la medida en que endosó las grandes orientaciones de la "revolución conservadora", como la desregularización de los servicios financieros o la privatización del sector público.
Artífice del Nuevo Laborismo, Blair desplazó a su partido hacia el centroderecha, acercándolo a la ideología de los 'Tories' de Thatcher. Llegó a ganarse el apodo de "Tory Blair", aunque también se desmarcó de la Dama de Hierro dando más medios a sectores como la salud y la educación./AFP