UN JOVEN amante de la naturaleza y de la disciplina optó por ingresar al Ejército Nacional gracias al ejemplo de unos soldados que saludaban de mano a los campesinos, les preguntaban cómo estaban y qué requerían en materia de seguridad, cuando aparecían regularmente en las calles y veredas en el municipio de Charalá, Santander.
Se trata del coronel Róbinson Ariel Báez Sánchez, comandante del Batallón de Alta Montaña N° 1 Tc Antonio Arredondo, ubicado entre los 3.400 y 3.900 metros sobre el nivel del mar, donde están situadas sus instalaciones y sus bases de control, en el corazón del Sumapaz, el páramo más grande del mundo.
En diálogo con EL NUEVO SIGLO, reveló que “cuando estudiaba en la primaria y en la secundaria quería ser soldado y soñaba con pertenecer al Ejército, a pesar de que en mi familia no hay militares. En mi pueblo, donde nací, en Charalá, veíamos con mucho orgullo a los soldados cuando llegaban a patrullar por nuestras calles y por nuestras veredas. Eran amables y muy disciplinados”.
Explica que a medida que iba terminando bachillerato pensaba en ser militar y gracias a sus padres logré ingresar a la Escuela José María Córdova. “Hoy puedo decir que nunca imaginé que llegaría a ser comandante de un batallón como el Sumapaz, a pesar de que esa es una de nuestras primeras aspiraciones como oficiales”.
Insiste en que “soy un convencido de que lo que se hace con amor y entrega se ve reflejado en los logros personales y profesionales y por esta razón siempre he tenido como guía la disciplina. Soy un creyente en Dios y en la virgen María y los considero mis guías permanentes en todo lo que hago diariamente”.
“Desde que uno comienza su carrera militar siempre anhela y trabaja por finalizar con éxito cada misión encomendada. Siempre le pido a Dios que donde sea que el comando superior me vaya a colocar, pueda cumplir con la misión asignada de manera exitosa. Pero ahora, ser comandante de esta unidad es un honor y un privilegio”, acotó.
Manifiesta que además de conducir operaciones militares en pro de la seguridad de la población civil, también custodian el páramo más extenso del mundo. “Entre las premisas que tiene el Ejército Nacional hay dos por excelencia: la protección de la población civil y la protección del medio ambiente, y uno no puede hablar de una sin mencionar la otra”.
“Desde el 2001 el Batallón trabaja para resarcir los daños medioambientales que produjo el conflicto en la extensa región a través de la siembra de frailejones, planta que se encarga de regular el agua en este ecosistema; también evitando que la comunidad cace, tale, arroje basuras y que se promuevan la agricultura y la ganadería extensiva”, dijo.
Afirma que “es necesario seguir con ese gran legado que me han dejado mis antecesores, porque es un trabajo que viene desarrollando el Batallón desde hace mucho tiempo, especializando a cada uno de nuestros hombres en la protección a la población civil y en el cuidado del medio ambiente”.
Asegura que “todos nuestros soldados reciben una capacitación para la conservación del medio ambiente, pero tenemos a otros uniformados especialistas y que han recibido una preparación extra, precisamente en la conservación del ecosistema y en especial en la germinación de los frailejones”.
Declara que “nosotros, dentro de nuestra misionalidad, ejecutamos la Operación Ezequiel, porque no solo estamos adelantando maniobras militares en los límites con los departamentos del Meta, el Huila y el Tolima, sino que al mismo tiempo protegemos a la población civil. También tenemos un vivero dentro de nuestro Batallón y el fuerte de este vivero es el cultivo de los frailejones”.
A diferencia de otros escenarios, el frío y la hipotermia configuran las principales amenazas para quienes hacen guardia en las diferentes áreas del Sumpaz, por su importancia estratégica. En las noches, la temperatura baja a entre dos y tres grados Celsius y así los militares, las plantas y los animales que habitan este ecosistema lo resisten.
Los frailejones
El coronel Báez Sánchez revela que “nuestros soldados altamente capacitados se encargan de todo el proceso de recolección de semillas, de la selección con lupa, de su germinación, hasta llevarlos al terreno y sembrarlos”.
“El proceso de germinación de los frailejones no es nada fácil. Sabemos que un frailejón crece entre uno y dos centímetros cada año. Es un trabajo de paciencia y la germinación de las semillas nos da alegría y mucho más cuando los llevamos a terreno y logramos restaurar el ecosistema y darle fuerza a este páramo tan importante no solo para Colombia, sino para el mundo”, reveló.
Dice que “el páramo en estos momentos se ve muy restaurado, gracias a este exigente trabajo de reforestación. Reitero que este proceso es complicado, porque de 21.300 semillas que sacaron en el 2019, solo germinaron unas 3.300. Estamos hablando que de 32 semillas que nos caben en una caja Petri, solo dos pueden brotar”.
Declara que “nuestros soldados van al terreno, buscan las semillas y luego deben limpiar cada una de ellas, que además son diminutas y se debe hacer el proceso con lupa. Luego, organizarlas en una caja Petri. Cuando germinan dos o tres de ellas, luego de un mes, son sacadas con mucho cuidado y llevadas a unas bandejas de crecimiento en las que duraran unos 90 días para posteriormente llevarlas al vivero, donde en un año crecen entre uno y dos centímetros”.
Insiste que “cuando están fuertes y listas para su siembra en terreno, llamamos a los expertos de la CAR y de Parques Nacionales Naturales, quienes verifican cómo están y en conjunto con ellos los llevamos a un terreno donde se determina que se pueden sembrar. Lo hacemos y ahí está el fruto de todo lo que hacen nuestros uniformados”
De otro lado, explica que “los expertos de la CAR, de Parques Nacionales Naturales y nuestros soldados vienen capacitando a los campesinos en la protección del medio ambiente. Muchos de ellos ya han tomado conciencia y vienen cuidando el páramo con nosotros. Es una población organizada, que cuida mucho los ecosistemas y que está muy pendiente de que no vaya a haber afectación acá en el Sumapaz".
Destaca que los soldados en sus patrullajes han visto algunas especies endémicas, entre ellas al oso de anteojos, conejos, curíes y aves como el pato de páramo y el de los torrentes.
Los cosacos
El oficial cuenta que cuando llegó a esta unidad le sorprendió el uso del gorro ruso o cosaco, como se le conoce, pero es fundamental utilizarlo, especialmente, en la noche, porque abriga y da calor. “También conocí que por esta prenda nos conocen como los cosacos del Ejército Nacional”.
Revela que todos en este batallón cuentan con uniformes para clima frío, con pijamas térmicas, fiyat impermeable, saco, guantes y el cosaco.
“Visitantes de entidades gubernamentales y turistas se muestran intrigados por nuestro cosaco de dotación, mientras que los campesinos y líderes sociales que acuden al Batallón ya están familiarizados con el atuendo y con el nombre de los cosacos militares. Ellos vienen a conocer nuestro vivero y los procesos de restauración de los frailejones”, estableció
En cuanto al aseo de los uniformados, el coronel Báez Sánchez dice que los “baños son rápidos, porque el agua es muy fría y en algunas oportunidades nos hace doler la cabeza”.