Las parteras son mujeres que con sus saberes y prácticas acompañan a las futuras madres en el proceso de crear y dar vida. Lo cierto es que esta tradición se viene realizando desde tiempos inmemoriales, pues en la antigüedad, las parteras eran consideradas como figuras sagradas y su papel era fundamental en la sociedad. En Egipto se les atribuía el don de la curación y la sabiduría, y se les rendía culto como diosas de la fertilidad. En la Grecia clásica se creía que las parteras eran enviadas por Artemisa, la diosa de la caza y la fecundidad, y se les reconocía como expertas en el cuidado de las mujeres embarazadas y en el parto.
En la Edad Media, el papel de las parteras se vio reducido debido a la influencia de la Iglesia, que consideraba el parto como un castigo divino y una prueba de la fe. A pesar de ello, muchas mujeres siguieron confiando en las parteras, que se convirtieron en figuras de referencia en el cuidado de la salud materna.
Hoy por hoy, en Colombia la partería tradicional es considerada una herencia cultural, situación que tomó peso luego de que en mayo del año 2021 la Cámara de Representantes aprobara la modificación del artículo 9 del proyecto de Ley 350 de 2020, “por medio del cual se define la partería tradicional afro del Pacífico colombiano, se exalta y reconoce como oficio ancestral y se adoptan las medidas para su salvaguarda, transmisión y protección”.
Pese al desconocimiento e incluso estigmatización en torno a la partería, las nuevas generaciones han decidido confiar en personas como Alexandra Novack, directora y fundadora del colectivo Partera Novack y Parteras Aliadas, quien además es partera y doula desde hace más de 27 años.
“Partera Novack es el resultado del trabajo de un grupo de mujeres de mucho tiempo. Nosotras comenzamos de manera individual y luego nos hemos venido conformando como colectivo. Visiblemente, Partera Novack existe hace aproximadamente tres años. Sin embargo, yo tengo experiencia de más de 27 años, cuando inició mi camino espiritual, con las diferentes plantas sagradas que hay en los diferentes pueblos. De ahí en adelante, surge todo este movimiento”, explicó.
Para entender la magnitud de la labor que ejerce Alexandra junto a su equipo de parteras aliadas, es necesario adentrarnos en el concepto del doulaísmo y evidenciar las diferencias que existen entre este oficio y la partería que, aunque se complementan, no son lo mismo.
El doulaísmo es la práctica a través de la cual una profesional en esta materia acompaña a la futura madre fungiendo como una asistente profesional enfocada en brindar apoyo, tanto emocional como físico, a la gestante, a su pareja y a su familia durante el embarazo, parto y posparto.
“Ambos oficios están fundamentados y basados en el servicio, en el cuidado, en la contención, en la atención y en el acompañamiento. Pero, tanto la doula como la partera no sólo estamos enfocadas hacia el parto o la gestación: ambas acompañamos los diferentes momentos de la vida sexual y reproductiva de las mujeres y de las parejas, acompañamos en las decisiones. En la gestación y en el parto, la partera tiene más conocimientos de ginecoobstetricia, así sea de manera tradicional ancestral. Toma decisiones junto con la familia. Por otra parte, el trabajo de la doula está enfocado hacia el acompañamiento emocional, hacia el masaje, a esa parte del proceso menos comprometida con la salud, desde la fisiología. La partera atiende los partos y la doula acompaña y apoya a la partera y a las familias en el proceso, tanto durante la gestación, como en el trabajo de parto parto y posparto”, señaló Alexandra.
Entre victorias y retos
Como en todo aspecto de la vida, existe una disyuntiva permanente entre los momentos buenos y los malos que hacen parte de cada proceso. Esta realidad no ha sido indiferente a la partería y el doulaísmo, razón por la que Alexandra tampoco ha estado exenta de vivir situaciones más agradables que otras.
“Lo más difícil es evidenciar que mientras en el sector de la partería estamos trabajando para que las mujeres se vuelvan a conectar con sus ciclos naturales y que vuelvan a confiar, desde la medicina convencional o universitaria día tras día encontramos más violencia, más maltrato; escuchamos historias todo el tiempo de mujeres, parejas y familias que han pasado por unos procesos de violencia que se han normalizado. Una cantidad de maniobras, de procedimientos y de intervenciones que desde la misma Organización Mundial de la Salud no están aprobados y aún así se ven con frecuencia en el sistema médico. Eso ha sido lo más difícil, tener que movernos en esos dos mundos”, puntualizó.
Por otro lado, con alegría y nostalgia en la voz, Alexandra sostuvo que ha vivido muchos momentos de gran felicidad, principalmente en el momento de estar presente en el nacimiento de un bebé.
“Cada vez que un útero se salva de ir a una cesárea innecesaria, es un motivo de alegría; así como cada vez que una mujer se empodera o cada vez que dentro del movimiento de la partería se consigue un logro como la Ley de Parto Respetado o la Ley de la Violencia Obstétrica. Lo que más me causa alegría es ver cómo día tras día las mujeres recuperan la confianza en sí mismas, en su cuerpo y en sus diferentes ciclos”, señaló.
Enfatizó que para ella es un privilegio y una bendición ser testigo de ese momento tan intenso e importante de la vida del ser humano. “Acompañar nacimientos me enseña cada día, cada vida guía mis manos, mis ojos, guía mi intuición. Cada parto me hace crecer como abuela, como partera”, expresó.
El rol de los padres
Desde siempre, la gestación se ha asociado directamente con la madre, dejando muchas veces de lado el papel importante que cumplen los hombres dentro de este proceso. Bajo esta premisa, Alexandra fue enfática al insistir en que el parto es un momento sexual de la pareja, no es un momento de la mujer únicamente.
“De alguna manera es la fuerza de los dos pariendo ese hijo. Para las mujeres es muy importante que su compañero esté ahí, porque los hijos se hacen en pareja y se deberían parir en pareja. El hombre no debería estar excluido de ninguna manera de ese proceso, no lo deberían sacar de una consulta. Tantas excusas, argumentos y justificaciones para sacar al hombre del proceso, me parece violento”, señaló.
Explicó que por esta razón los hombres cada día se vuelven más cómplices de la decisión de su compañera de tener un parto en casa.
“El mundo ha dado una vuelta muy grande y hay muchas cosas que definitivamente nos dicen que por ahí no funcionó. El nacimiento es uno de esos momentos sagrados en donde, por más que haya una exigencia de cómo deben nacer los seres humanos, es el mismo ser humano el que está pidiendo volver a nacer de una manera respetuosa”, concluyó.