Gente. La fábrica de camiones del barrio Suba | El Nuevo Siglo
Maximiliano Gutiérrez y Reynaldo Velasco. / Rubén Escobar - ENS
Jueves, 29 de Febrero de 2024
Redacción Bogotá

Cuando Henry Ford, el pionero de la industria automotriz en el mundo, comenzó a diseñar su famoso Ford T hace ya casi 120 años, en Estados Unidos, nunca se imaginó que en Bogotá, en un pequeño taller cercano al Parque Mirador Los Nevados, en el barrio Suba, dos hombres iban a dedicar parte de sus vidas a la fabricación de sus modelos, no solo el famoso automóvil, sino que también iban a salir de allí camiones, mezcladoras, volquetas, tanques y hasta tractomulas diseñados a escala y copiados en madera hasta en el más mínimo detalle.

 

Es por eso por lo que en este taller, que no tiene nombre, Maximiliano Gutiérrez, su propietario desde hace varios años, y Reynaldo Velasco, un bibliotecario que trabajó por más de 25 años en la Universidad Central de Bogotá y quien funge como su ayudante, tienen en su haber más de 12 modelos de diferentes camiones que, en estantes y en ordenadas filas, esperan su turno para salir a la vida y al movimiento de las calles.

Juguetes acoplados

Son modelos a escala, en madera fina y con apenas una capa de laca; alguno que otro tiene un color discreto que no opaca la calidad de sus terminados. No tienen puntillas ni tornillos y cada pieza está acoplada de manera perfecta. Y ha sido el acople de la amistad lo que les ha permitido a estos dos hombres encontrarse en este camino común: los juguetes de madera. 

Los caminos que han llevado a cada uno de ellos a este punto no permitirían imaginar que esta alianza de trabajo se podría dar algún día. Reynaldo, después de llegar de Bucaramanga con el deseo de estudiar Sociología o Antropología, debió intentar varios trabajos: agente de viajes, administrador, restaurantero, fotógrafo y hasta creativo en una agencia con un socio argentino. Entró a la Universidad Central como bibliotecario, específicamente a manejar la por aquel entonces incipiente hemeroteca de esta institución académica.

De bibliotecario a juguetero

“Por circunstancias de la vida terminé en la biblioteca de la Universidad Central, en un trabajo que no sabía hacer y que no me gustaba. Pero ya llevaba como un año sin trabajo y esta era una buena oportunidad de lograr un contrato y entonces así fue como terminé quedándome allí 25 años, luego de haber dado vueltas por la vida”, dice Reynaldo, quien agrega: “Era el encargado de cuidar y organizar unas pocas revistas que por aquel entonces nadie consultaba y menos las leían”.

Por su parte Maximiliano, aunque para él el negocio de la madera y la carpintería ha sido siempre su razón de ser, estaba dedicado a la construcción de muebles, puertas, ventanas, bibliotecas. “Cosas grandes, eran otros tiempos”, pero al final, y tras encontrarse con Reynaldo, su viejo amigo ya pensionado y sin mucho qué hacer, “retomé el viejo anhelo de construir juguetes, especialmente camiones, así que conseguí planos y mucha madera, especialmente estibas recicladas, y comencé a trabajar en esto”, dice.

“Terminé tomándole cariño al trabajo de bibliotecario y aunque nadie consultaba las revistas, un amigo me dijo 'pues lea', y eso fue lo que me puse a hacer, a leer cuanta revista y cuanto libro cayera en mis manos. Eso me sirvió para fortalecer mis capacidades en el manejo de las bases de datos, de las cuales en aquel tiempo la universidad apenas contaba con dos o tres y al final cuando yo me retiré ya tenía más de 16 bases. Entonces en aquel tiempo los estudiantes no estaban muy familiarizados con estas herramientas, necesarias para las normas de los trabajos escritos, y ahí fue en donde yo terminé apoyándoles y enseñándoles a usar todo este material”, dice Reynaldo Velasco, convertido ahora en juguetero después de encontrarse con su amigo Maximiliano y pedirle el favor de que lo ayudara  a cortar y lijar un pedazo de madera. “Reynaldo, vaya a la carpintería y hágalo usted mismo y ahí aprende a manejar las máquinas”, le dijo.

Sueños reales

“Toda la vida había tenido ganas de hacer este tipo de cosas, como juguetes, carros, camiones, pero los afanes diarios y el enfoque en otro tipo de trabajos me llevaba a realizar cosas grandes y de usos comerciales y entonces cuando me encuentro con Reynaldo vi que ahí estaba la oportunidad de comenzar a hacer realidad mi sueño”, cuenta Maximiliano Gutiérrez, hijo de padres sonsoneños y vecino del barrio Suba desde su nacimiento.

“Yo construyo mis modelos sobre planos, un amigo en Estados Unidos me ayuda a buscarlos y a comprarlos, cada uno puede costar entre 50 y 60 dólares, pero sirven para hacer varios modelos. Copio el cabezote por ejemplo de un camión Mack y ya con eso puedo después adaptarlo a camión, volqueta, mezcladora o tractomula”, comenta este carpintero, quien como un Gepetto moderno y de carne y hueso, pone "el corazón en cada camión”.

“Llegué a la carpintería hace ya como 8 o 9 años, después de pensionarme, y como no puedo estarme quieto decidí dedicarme todos los días a aprender el oficio. El primer carro que hice fue un Ford modelo T, después hice el Ford con portasuegra y luego me lancé a hacer un camión. Pero antes aprendí a hacer las diferentes piezas en el torno y en las otras máquinas y entonces Maximiliano me dijo: 'usted ya está listo para hacer una serie', y fue cuando hice 10 camiones”, narra Velasco.

Todos los días Maximiliano y Reynaldo llegan a su taller del barrio Suba. Allí, en medio de puertas, armarios, sillas y otros productos de madera, los camiones esperan en estantes a que un niño, un padre o una madre o algún ser humano encuentre en estas piezas un motivo de felicidad, un motivo para soñar y traer de nuevo las épocas felices de la infancia. Para ellos esto no es un negocio, solo hacen los carros y cuando los terminan los ponen en la puerta del taller “y como aquí en esta calle se forma trancón, las personas desde sus carros quieren salir a cogerlos y verlos más cerca, pero a veces no pueden, entonces regresan el fin de semana y preguntan por ellos y los compran, y esa ha sido hasta ahora nuestra forma de comercializarlos”, concluyó Gutiérrez.

PIE DE FOTO 1

Maximiliano Gutiérrez y Reynaldo Velasco. / Rubén Escobar - ENS

PIE DE FOTO 2

Uno de los prototipos hechos por Maximiliano y Reynaldo. / Rubén Escobar - ENS