A principios del año 1969, John Lennon componía una canción de amor para su esposa, Yoko Ono, que se convertiría en un tesoro musical inmune al tiempo. Don’t let me down, cantaron a una sola voz los fans de The Beatles en el último concierto que dio el cuarteto de Liverpool a manera de sorpresa en la azotea de Apple Corps, el estudio de grabación de la banda.
Esta inolvidable frase, grabada en múltiples voces alrededor del mundo, traduce “no me decepciones”, interpretado por muchos como un grito de auxilio de Lennon. ¿Y quién no ha anhelado un salvavidas en momentos de angustia o una compañía durante la alegría? Justamente la música se ha convertido en el refugio de muchas personas a lo largo de sus vidas.
David Beltrán es uno de estos melómanos que encontraron en la música más que un hobby. El artista y baterista de la banda The Nowhere Boys, tributo a los Beatles, compartió con EL NUEVO SIGLO la herencia de su padre, incluyendo su “joya más grande”, la colección de discos del cuarteto de Liverpool.
“Los vinilos son una herencia de mi padre, él era audiófilo y radioaficionado. Desde joven comenzó a coleccionar discos en acetato, más o menos desde el año 64 o 65, y a raíz de su hobby él se enteraba de la música que estaba sonando en Inglaterra, Estados Unidos y Alemania, y que aquí no llegaba sino de tres a cinco años después. Yo crecí en ese ambiente y cuando él murió en el 2008, nos heredó a mi hermana y a mí la colección que tenía de discos y que estábamos nutriendo entre los tres. Mi hermana se quedó con los CD de mi papá y yo me quedé con sus vinilos”, relató David.
Hace aproximadamente 10 años hizo el último conteo de sus tesoros. “Llegué a contar más de 500 acetatos y 700 CD, pero eso fue hace mucho. Ahora debo tener aproximadamente entre 800 y 1.200 CD y otro tanto de acetatos. La mayoría han sido comprados, pero la familia y los amigos que me conocen saben de la importancia que tiene para mí el poseer un objeto que suene, sea un CD o un acetato. Entonces van a la fija y me contentan muy fácilmente con uno de ellos”, contó entre risas.
El primer vinilo
David recordó que entre los años 1982 y 1983 estaba en auge la canción De Do Do Do, De Da Da Da, de The Police. “Mi hermana y yo éramos fanáticos, le pedimos el disco a mi papá hasta que no pudo más con la presión social de dos infantes y terminó comprando el Zenyattá Mondatta. Ese fue el primer disco que se puede considerar que fue nuestro”, compartió entre risas nostálgicas.
Por otra parte, el primer disco que adquirió con su dinero fue el Appetite for Destruction, de Guns N’ Roses. “Yo coleccionaba las monedas de la mesada cuando estaba en el colegio, ya estaba en bachillerato, y compré ese disco en el 90 a punta de monedas. En esa época un disco podía valer 3.000 pesos o algo así y el primer disco en CD que compré fue los grandes éxitos o The Greatest Hits de INXS. Para ese no me costó mucho reunir el dinero, lo compré tiempo después cuando ya estaba en la universidad”, señaló.
Su amor por la música lo ha llevado a visitar varias partes del mundo. Cuenta además con orgullo y alegría que esta es una pasión compartida con su esposa, su hija y su hermana.
“Uno puede vivir fácilmente sin la música, pero de una manera plana, se vive el día a día, no tiene sabor al no tener la música. Uno puede sobrevivir a eso, pero de una manera muy gris. Para mí la música es como el sabor que uno le pone a cada momento en la vida. Constantemente estoy escuchando música. Cuando estoy trabajando, comiendo, haciendo oficio o cuando estoy en el transporte público, siempre está la música. También hay unos momentos especiales para mí que son estrictamente para escuchar música, sin hacer otra actividad en ese momento. Ya es como parte del ADN que uno tiene, por lo menos en mi caso, y eso me dio el motor para comenzar a aprender a tocar otros instrumentos. Soy baterista y ahora estoy estudiando bajo. Mi esposa comenzó a tomar clases de canto, mi hija de 19 años está aprendiendo a tocar guitarra, mi hermana toca piano y tiple”, manifestó.
The Nowhere Boys
Esta emblemática banda tributo a Los Beatles ha sido reconocida a nivel mundial. Incluso, hoy 25 de febrero, como celebración del cumpleaños de George Harrison, integrante de la banda británica, hacen un concierto en la terraza de El Tiempo, emulando el concierto de Liverpool.
David personifica a Ringo Starr, el baterista, y con orgullo cuenta la historia de lo que comenzó como un proyecto para ganar un premio hasta llegar a convertirse en un estilo de vida tras 13 años de trayectoria.
“Un amigo que tengo en común con Nicolás Villamizar subió alguna vez fotos jugando Xbox en mi casa. Había una batería y una mesa de comedor con el motivo de Sgt. Pepper’s. A Nicolás se le ocurrió la grandiosa idea de armar una banda tributo a Los Beatles. Le dijo a mi amigo que le pasara el dato mío para audicionar, estaban buscando baterista porque hacía un año no conseguían. Audicioné, me pidieron que tocara Don’t let me down y Get back. Les gustó y a partir de ahí comencé a trabajar con ellos, pero de esa alineación solamente sobrevivimos Nicolás y yo. Ya llevamos 13 años en este cuento y la alineación actual tiene cinco o seis años conformada”, relató.
“El objetivo de la banda era tocar en Argentina, ganar el concurso que había allá y tocar en Liverpool, que es el premio de ese concurso. Lo logramos en el 2018 y tocamos en el 2019 en Liverpool, allá donde nacieron los Beatles. Después les dije a los del grupo 'ya cumplimos el sueño, ¿ahora qué hacemos?'. Dijimos: 'Esto está muy bueno, sigámoslo haciendo', y nos llevó de nuevo en el 2023 a Liverpool. En el 2021 estuvimos en Estados Unidos y aquí seguimos dando lora a nivel nacional también. Hemos estado en Bogotá, Duitama, Bucaramanga, Villavicencio, Villa de Leyva, y esperamos que podamos expandir los horizontes a otras ciudades del país”, agregó.
David abrió las puertas de su hogar y de sus tesoros a EL NUEVO SIGLO, no sin antes hacer una invitación específica a los lectores.
“Escuchen música, consuman música, coleccionen música en todos los formatos que sea posible, música que de verdad les llene el alma, que los ponga a pensar, que los rete no sólo a nivel de letras de las canciones, sino también a nivel sonoro. Escuchen la música apreciándola en todo su esplendor, en todos sus sonidos. La música entra por los oídos, pero se queda en el alma”, concluyó.