Gente. El sueño azul de la capitán de navío Ramírez Ramos | El Nuevo Siglo
DEJÓ DE lado su afición por el periodismo para integrar la Base Naval Logística N° 1 ARC Bolívar. / Foto Cortesía
Jueves, 8 de Febrero de 2024
Redacción Nacional

CUANDO ESTUDIABA Comunicación Social en una universidad en Bogotá, un comercial que invitaba a las mujeres a ingresar al primer curso de oficiales de línea en la Armada Nacional la hizo desistir de trabajar en la prensa, la radio o en la televisión una vez concluyera su carrera profesional.

Se trata de la capitán de Navío Marcela Ramírez Ramos, designada por el alto mando como la primera mujer que asume el comando de la Base Naval Logística N° 1 ARC Bolívar, soporte indispensable para el desarrollo de operaciones de la Fuerza Naval del Caribe y para fortalecer los procesos de seguridad y desarrollo de la región.

“Soy una mujer que nació en Bogotá, casada y con dos niños; hija de un administrador de empresas que prestó su servicio militar en la Policía, en La Guajira, y de un ama de casa que me apoyaron cuando decidí tomar la vida militar y abandonar mi carrera de comunicadora social y periodista”, dijo en diálogo con EL NUEVO SIGLO.

Recuerda que cuando estaba en la universidad vio un comercial que decía “Las mujeres van al mar”, lo que le llamó la atención. “Me presenté en la Oficina de Reclutamiento de la Armada Nacional en Bogotá y allí me explicaron que en la institución había mujeres desde 1985, pero como oficiales del Cuerpo Administrativo, por cuanto ingresaban una vez concluían una carrera profesional”, dijo.

Declara que “me explicaron que era la primera vez que serían incorporadas mujeres de línea para hacer la carrera de oficial durante cuatro años en la Escuela Naval Almirante Padilla en Cartagena. También me llamó la atención el video del buque escuela Gloria y fue la motivación para ingresar a la carrera militar que marcaría mi vida”.

“Mi padre, en esa oportunidad, me dijo que me podía apoyar, pero que no lo hiciera, porque era una carrera muy difícil y además porque no conocía a ninguna persona de las Fuerzas Armadas, y que además en nuestra familia no había ningún militar. Le pedí que me apoyara, me presenté y quedé en el puesto 516. Después de pasar todas las fases del proceso de incorporación, fui aceptada dentro de un grupo de 10 niñas de Bogotá”, destacó.

Expresa que llegó a la Escuela Naval el 7 de enero de 1997 y desde un principio fue un proceso de adaptación complejo, porque era vivir en un medio completamente masculino. “Pero es necesario destacar que el proceso de alistamiento que hizo la Armada Nacional fue muy positivo”.

Acota que “a medida que iba pasando el tiempo, conocimos todos los procesos que hizo la institución, como el cambio de los baños, los dormitorios, los espacios e, incluso, el mismo vocabulario que anteriormente era utilizado para los hombres y ahora estábamos nosotras. Fue un proceso difícil, pero enriquecedor”.

Destaca que “en la exigencia física, sin desconocer las limitaciones que hay entre hombres y mujeres por efectos de fuerza, nosotras estábamos en las mismas condiciones. Prestábamos guardia, corríamos, cumplíamos con todas las obligaciones por igual”.

Anota que el proceso más difícil de superar es la separación de la familia, estar en otra ciudad y acostumbrarse a una comida diferente a la de los cachacos, porque es bogotana. “Hoy en día digo que la mejor experiencia fue haber aprendido a consumir la comida costeña. Ahora me siento una hija de Cartagena por todos sus encantos, sus atractivos, festivales culturales y paisajes exuberantes y porque he vivido parte de mi carrera militar en esta maravillosa ciudad”, manifestó.

“Desde cadete me enseñaron que lo importante realmente era que fuera reconocida por mis capacidades y condiciones profesionales y no por mi género. Por esta razón pongo en práctica todas estas enseñanzas en los cargos que he desempeñado y es lo que realmente la gente valora. Todos cuando nos graduamos como oficiales queremos llegar al grado de almirante y por esta razón nos exigimos profesionalmente”, dice.

Resalta que “es muy importante que a la Base Naval Logística haya llegado una mujer. Es la primera vez y me siento orgullosa por esta designación del alto mando. También me siento orgullosa de poder decirles a las otras oficiales que todo se puede con el esfuerzo académico, con nuestras condiciones profesionales y capacidades”.

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Mujer Capitán de Navío

Pensó en el retiro

Subraya que el militar que diga que no ha pensado en algún momento en dejar la carrera de las armas, no está hablando con la verdad. “Pensé en retirarme cuando llevaba seis meses en la institución, porque en ese momento mi hermana se fue a estudiar al exterior y mis papás se fueron con ella”, indicó.

“Al terminar ese primer año fui a visitar a mis padres y a mi hermana y les conté sobre mi decisión de abandonar la carrera porque no quería estar sola en Cartagena y por no tener a mi familia en Colombia. Mi padre al oír mis explicaciones tomó la decisión de regresar al país y acompañarme los otros dos años de Escuela hasta que me embarqué en el Gloria. Luego regresé a mi último año como guardia marina, ya convencida de que había tomado la mejor elección de vida”, apunta.

Dice que “el periodismo quedó en el pasado, porque en la Escuela Naval nosotras ingresamos a la especialidad de Logística y como mi padre es administrador de empresas y mi hermana también, mis cuatro años fueron enfocados a la administración marítima. A lo largo de mi carrera he hecho varias especializaciones, una en Logística porque va acorde con mi carrera y cuando fui a la Escuela de Guerra tuve la oportunidad de escoger una maestría. También hice una especialización en Seguridad y Defensa y una maestría en Estrategia y Geopolítica”.

El hogar

Manifiesta que “es un proceso difícil el hogar, porque hay muchos momentos en los que hay ausencia de la casa. Por ejemplo, tuve la fortuna profesionalmente de ser la primera mujer que se embarcó como jefa del Departamento de Logística del buque escuela ARC Gloria. Antes se habían embarcado oficiales en roles de control disciplinario en el personal femenino, pero en mi especialidad la Marina me dio la oportunidad de ser la primera”.

Revela que “cuando me embarqué en el Gloria, mi hijo menor tenía 19 meses y no caminaba y no decía mamá. Pero, cuando regresé del crucero de trabajo, ya mi bebé caminaba y decía mamá. Tuve una gran fortuna por el acompañamiento de mis padres. Mi mamá regresó a Colombia, recogió a mi hijo y me lo llevó de puerto en puerto”.

Apunta que a lo largo de su carrera su familia ha estado ahí y la ayuda con la crianza de los niños en esas ausencias por el trabajo. “Hoy, mi hijo mayor está en la universidad y estudia Ingeniería Aeroespacial y me siento orgullosa de lo que hace, y el más pequeño está conmigo y cursa octavo grado en un colegio aquí en Cartagena”.

Subraya que “uno puede combinar ese ejercicio de ser mamá y de ser esposa, cuando uno quiere y se lo propone. No quiero decir que sea fácil, pero hay que buscar las alternativas y las estrategias para que todo combine bien”.

“Mis hijos viven muy emocionados de lo que hago. Siempre he creído que, así como yo tuve la oportunidad de soñar y una buena orientación de mis padres, ellos deben contar con mi respaldo, pero deben decidir qué quieren hacer para que puedan ser felices y se realicen profesionalmente”, finalizó.