El cruce de señalamientos entre el Gobierno y el uribismo aumenta de nivel y drasticidad a medida que la campaña electoral agota su cuenta regresiva para la cita en las urnas.

Esta semana, por ejemplo, fue el exalcalde de Bogotá y actual ministro consejero para el Diálogo Social, Luis Eduardo Garzón, quien salió a replicar las duras críticas del uribismo a las políticas gubernamentales, sobre todo al proceso de paz.

“Los ubérrimos no se cansan de darle patadas a la paz. No importa cuántas rodillas quiebren y cuán desfalcao quede el país por culpa de su obsesión por mantenernos en guerra. Pregonan mentiras enteras -ni siquiera verdades a medias- sobre las negociaciones en La Habana. Hablan de supuestas impunidades, pero qué mala memoria tienen para recordar su actuar en el gobierno anterior”, dijo Garzón en una nota publicada en su blog titulada “Impunidad: el que las hace se las imagina”.

Y agregó: “Veamos: ¿Quién excarceló y agrandó en 2007 a ‘Rodrigo Granda’, el hoy negociador de las Farc? ¿Quién convirtió en ‘canciller’ y ‘gestor de paz’ a ese jefe guerrillero después de haberlo detenido en Caracas?… O cambiemos de extrema, porque los ‘ubérrimos’ han sido ‘justos’ a la hora de repartir impunidades a diestra y siniestra: ¿Quién, a nombre de la seguridad democrática, facultó y promovió que el jefe paramilitar Salvatore Mancuso fuese recibido en 2004 con honores de mandatario en el Congreso? O para no ir tan lejos… ¿Quién permitió en 2008 una reunión en la Casa de Nariño con ‘Job’, paramilitar reinsertado y otrora guerrillero?...”.

Uno de los últimos pronunciamientos del uribismo contra el Gobierno provino, precisamente, del candidato presidencial por el Centro Democrático, Óscar Iván Zuluaga.

Al hacer referencia al reconocimiento que las Farc hicieron de la autoría de los atentados en Pradera, Valle, y en Anorí, Antioquia, Zuluaga lamentó que estas acciones sigan sin que el Gobierno haga nada.

"El presidente Santos dijo en España que solo un atentado a una personalidad acabaría con el proceso de paz. Esto quiere decir que las Farc pueden seguir asesinando policías, militares y civiles con plena impunidad, puesto que no son personajes", indicó Zuluaga.

Agregó que situaciones como esta demuestran los riesgos de adelantar una negociación de paz sin unas condiciones mínimas, y sin pedirle nada a cambio a la guerrilla.