A pesar que ya algunos sectores de la economía se han quejado por la devaluación, este comportamiento no será perjudicial para el comportamiento en el crecimiento del Producto Interno Bruto, PIB. Por el contrario, impulsará la demanda de productos y el consumo.
Así lo consideran algunos analistas, quienes consideran que los efectos del aumento en el costo del dólar, no serán perjudiciales en la actividad real.
UN análisis del economista del Bancolombia, Alexánder Riveros Saavedra, indica que“una primera ronda de efectos consiste en que las importaciones se afectarían negativamente. Con ello, un importante porcentaje del consumo de los hogares y de la producción industrial que utiliza insumos importados se vería desestimulado. Esto se reflejaría en una desaceleración del crédito comercial y de consumo, lo que se acompañaría con efecto positivo y bajo la inflación, debido a la transmisión de la depreciación sobre los precios de los bienes transables”.
Sin embargo, hacia el mediano plazo, casi un año después de que ocurre la depreciación, la industria se beneficia positivamente de las ganancias en competitividad cambiaria, lo que contribuye a incrementar sus exportaciones. A su vez, esto tiene efectos positivos sobre variables como el empleo, el comercio minorista y el crédito del sistema financiero. En suma, la actividad productiva reacciona positivamente sin generar presiones inflacionarias importantes.
Indica el experto que “vale la pena reiterar que nuestro ejercicio se realizó suponiendo una depreciación temporal del tipo de cambio. Esto se sustenta en que la economía colombiana actualmente goza de un entorno externo y local favorable. En el frente externo, la depreciación ocurre en sintonía con precios internacionales de materias primas, que no se han moderado y que han permitido que los términos de intercambio se mantengan”.
Además, el país se beneficiará del proceso de recuperación económica que están experimentando los principales socios comerciales del país, en particular Estados Unidos y la Unión Europea.
Sumado a lo anterior, se destaca que el déficit en cuenta corriente del país es financiado ampliamente por flujos de inversión extranjera directa, los cuales corresponden a capitales con vocación de largo plazo. Igualmente, la acumulación de reservas internacionales por parte del Banco Central en los últimos años, le permite a la autoridad monetaria contar con una herramienta efectiva para estabilizar el tipo de cambio ante un escenario adverso.
Más aún, el mismo esquema de tasa de cambio flexible le da al Emisor la posibilidad de utilizar su política monetaria para estabilizar la inflación y promover el crecimiento del PIB y el empleo.
“Esto se refleja en los bajos niveles de inflación que se observan en la actualidad, los cuales permiten incluso que la depreciación cambiaria no tenga un impacto significativo sobre el resto de los precios de la economía”, señala el analista.
De otro lado, el Gobierno viene reduciendo tendencialmente el déficit fiscal, lo que no solo ha disminuido las necesidades de financiamiento público externo, sino que además hace posible efectuar una política fiscal contracíclica en el momento en que los choques externos amenacen con afectar negativamente la actividad real.
En suma, en el entorno de diferenciación que debería imperar en los mercados emergentes a lo largo de 2014, Colombia está posicionada para resultar beneficiada en términos netos de la fortaleza global del dólar.