La presidenta argentina Cristina Fernández puso al combate contra la inflación como eje de sus últimos 20 meses de gobierno, al anunciar leyes para castigar abusos en la fijación de precios, al inaugurar el año legislativo con un discurso al Congreso sobre el estado de la nación.
Fernández (61 años) dijo que enviará iniciativas de "leyes para castigar los abusos contra los consumidores cometidos por monopolios y oligopolios", en un país donde la inflación es el mayor problema de la economía, según consultoras que la pronostican en más del 30 por ciento en 2014.
"¡Cuiden los precios, no permitan que les roben!", exhortó luego a millares de sus partidarios afuera del palacio legislativo al terminar un mensaje en el que exaltó a su propio gobierno al mencionar informes de organismos de la ONU y el Banco Mundial que destacan el gasto social y al plan "Precios Cuidados", una canasta acordada con empresas para 200 productos de primera necesidad.
El ministro de Economía y estrella del gabinete, Axel Kicillof (42), acaba de normalizar las desprestigiadas estadísticas de costo de vida, en acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI), al revelar un 3,7 por ciento de alza sólo en enero, el primer indicador oficial creíble en los últimos siete años.
Tras capear un temporal cambiario con medidas que profundizaron el viraje de su gobierno hacia la ortodoxia monetaria, la presidenta dijo que desde su primer mandato en 2007 soportó "ocho corridas cambiarias, que causaron una fuga de capitales de 60.000 millones de dólares".
La mandataria peronista de centroizquierda viene de sofocar un ataque especulativo contra el peso en enero, que forzó al gobierno a convalidar una abrupta devaluación de 18%, fenómeno que Fernández atribuyó a un intento de que "el gobierno vuele por los aires".
Ajuste ortodoxo y enfriamiento
Frente a la tensión con el tipo de cambio, Fernández hizo duplicar la tasa de interés de referencia hasta 30 por ciento, como en los planes de ajuste tradicional, según economistas.
El Banco Central obligó a bancos a desprenderse de un 70 por ciento de inversiones en dólares y las autoridades lograron que los poderosos grupos exportadores de cereales volvieran a liquidar divisas, lo que frenó la corrida y estabilizó lo que parecía el comienzo de una crisis.
"Habrá en 2014 una cosecha récord de 55 millones de toneladas de soja", auguró sobre exportaciones agrícolas por 30.000 millones de dólares, un tercio del total.
Fernández también alivió la tensión al rehabilitar con restricciones la compra de dólares por pequeños ahorristas, prohibida desde 2011.
El gobierno logró frenar el drenaje de reservas monetarias que cayeron 2.000 millones de dólares sólo entre diciembre y enero, hasta estabilizarlas en 27.500 millones.
Las duras medidas perfilan un enfriamiento de la actividad, luego de haber crecido el producto interno bruto 4,9 por ciento el año pasado y entre 4 por ciento y 9 por ciento desde 2003, esencia de su modelo de economía de consumo.
"Es necesario una alianza estratégica con Brasil", dijo Fernández al revelar la caída de exportaciones automotrices al socio del Mercosur, que Kicillof estima en un 40 por ciento.
Llamado a la inversión extranjera en petróleo
Kicillof es ahora piloto del giro de tinte ortodoxo al iniciar negociaciones con el Club de París por una deuda de 9.500 millones y firmar un acuerdo con la española Repsol para indemnizarla con 5.000 millones de dólares en bono por la expropiación de la petrolera líder YPF en 2012.
Al defender el pacto con Repsol, Fernández dijo que Argentina tiene ahora disponibilidad sobre "la segunda reserva del mundo de 'shale-oil' (esquisto) y la cuarta de 'shale-gas'", en un llamamiento a la inversión extranjera en energía./AFP