HACE cinco meses en este mismo espacio dijimos que la institucionalidad del sistema nacional de ciencia y tecnología requería en este contexto redefinir o cerrar Colciencias. En los argumentos se afirmó que se perdió el norte y al convertirse en un departamento administrativo, dejó de tener una estructura académica y científica para convertirse en un foco de politiquería. En el mismo artículo se explicó en qué momento comenzó el que dejara de ser una institución académica para responder a intereses burocráticos, desde la dirección de María del Rosario Guerra y lo termina de sepultar en ese rumbo la actual precandidata presidencial Martha Lucía Ramírez.
Las denuncias
Esta semana ocurrió algo similar al Sena, en un escueto comunicado el presidente de la República declara insubsistente al director y de forma inmediata salen las denuncias de corrupción entregadas por el ex -director César Ocampo. El pasado jueves en la W radio se publican las informaciones. Entre las más graves, el conflicto de intereses de quienes supervisan las convocatorias, que al tiempo que son interventores, trabajan en las universidades que se quedan con las licitaciones. Colciencias no puede ser juez y parte de la supervisión de los proyectos. Otra, tener en cargos directivos personas que no tienen idea de lo que hacen.
El ex director presentó el caso del director de innovación que había llevado la actual Ministra de Educación cuando fue directora, quien al parecer sabe de defensa y poco de tecnologías. Y, por último, lo más grave, señalar que Alfonso Prada es quien maneja el presupuesto de la institución, los puestos y que exige que mantenga el equipo que dejó Yaneth Giha antes de irse al Ministerio de Educación.
El problema es que los presuntos casos de corrupción están anclados al problema que presenta la estructura de funcionamiento de Colciencias, lo que padece hoy Colciencias son los síntomas de una larga enfermedad.
La estructura de Colciencias
El libro “Colciencias cuarenta años. Entre la legitimidad, la normatividad y la práctica” evidencia el problema de la estructura y el sentido que tomó la institución. Entre ellos destaca las siguientes afirmaciones: “A raíz de la Ley 1286 de 2009 se cambió no solo la denominación de Colciencias sino también la del sistema y todas las instancias de coordinación”. Con la expedición de dicha Ley, Colciencias asume nuevas responsabilidades, pero no se le brindan los instrumentos, ni los recursos para atenderlas.
La Ley generó expectativas en la comunidad científica y se pensó que al elevar el estatus de la institución vendría acompañado de mayor presupuesto y mejores condiciones. Sin embargo, se perdió el carácter técnico y se comenzaron a nombrar personas en cargos por intereses políticos. Durante el gobierno de Santos se han nombrado nueve directores (cinco en propiedad y cuatro encargados) lo que evidencia la inestabilidad del cargo y su papel más burocrático, que responde a intereses políticos.
En el mismo libro se afirma que llegaron cartas enviadas a Santos por varios gremios e instituciones, en las que expresan que Colciencias es débil, no tiene diálogo fluido con los ministerios, no se ha fortalecido su estructura y por lo tanto no ha podido cumplir con su papel como departamento administrativo. Posiblemente uno de los errores que lo llevó al caos.
La decadencia – La encuesta para elegir qué investigar
El 17 de noviembre de 2017 el ex rector de la Universidad Nacional Moisés Wasserman presentó una crítica a lo que es sin duda el ejemplo de la decadencia en la forma en que venía Colciencias definiendo los proyectos. Dijo:
“Hay razones para dudar de que una encuesta ciudadana sea la mejor forma para fijar prioridades de investigación. Resulta popular posar de hiperdemócrata, pero cualquiera que ha trabajado en ciencia sabe que el primer paso, y el más importante para definir un proyecto, es plantear una buena pregunta. Para poder hacerlo se necesita, además de ingenio, conocimiento profundo del área que se quiere investigar y de lo que se ha hecho en ella (para no inventar cosas ya inventadas). Después hay que tener la capacidad para evaluar la plausibilidad de las estrategias investigativas que se proponen y las posibilidades de lograr resultados. No es elitismo o pedantería. No se hacen encuestas populares sobre el trazado de una carretera o sobre normas de sismo resistencia.”
Toda una apuesta mediática y sin profundidad que lideró en su momento quien fue nombrado ahora como director encargado, Alejandro Olaya. ¿Qué pasará entonces? Se seleccionará un director adecuado al cargo que representa Conciencias, o ¿quedará hasta el final del gobierno el economista que viene desde la administración de Yaneth Giha? El gobierno tiene el deber de informar si las acusaciones que vinculan de nuevo al secretario privado, Alfonso Prada, no son más que denuncias sin fundamento y darle a la institución el director que haga la tarea de reformar y liderar procesos de cambio.
El documento de los sabios
La Comisión de Sabios cumplirá este 2018, 24 años de haberte finalizado y de entregar documentos que dieron directrices a lo esperado en educación, ciencia y tecnología. Fue gracias a esa comisión que surgió la propuesta del Plan Decenal de Educación, que hoy parece que es letra muerta. Y entregó un derrotero sobre el camino para la investigación en Colombia. Hoy, debería retomarse eso que pensaron los académicos y científicos más reconocidos del país. Colciencias debe reinventarse. El país necesita una institución que promueva y fomente la ciencia, la investigación. Colombia necesita más doctores y por eso el papel de Colciencias es central.
El nuevo gobierno
Al ritmo que están sucediendo todos los temas relacionados en educación, es claro que las reformas tendrán que hacerlas el gobierno que llegue. Colciencias necesitará un revolcón. La solución no es elevarlo a Ministerio, precisamente la burocracia y convertirlo en un fortín burocrático lo ha llevado a la crisis actual. Se requiere modificar su estructura. La política de ciencia y tecnología no es el resultado de la fragmentación de los intereses particulares de departamentos y mandatarios. Se requieren proyectos enmarcados en planes estratégicos y los candidatos deben tener un plan estructurado de ciencia y tecnología, estos ocho años han sido casi perdidos. Su próximo director y directivas deben ser académicos, profesionales que trabajen por la ciencia del país y no políticos que estén esperando el salto a un mejor cargo.