La situación de los indígenas es deplorable en la Capital del país.
Según el último censo de población en Bogotá residen 87 pueblos indígenas, incluidos los migrantes de Ecuador, Perú, México y Bolivia.
Entre estos se destacan: Coyaima Natagaima, Embera Chamí, Embera Katío, Muisca, Nasa, Sikuani, Guambiano, Kankuamo, Uitoto.
El pueblo Muisca representa 38 por ciento del total de la población indígena que habita en Bogotá, concentrados principalmente en Suba, Bosa, Engativá y Rafael Uribe Uribe. 19,7 por ciento se encuentra entre los 18 y 26 años y 49.8 por ciento entre los 27 y 59 años. De cada 100 indígenas en edad productiva, 10,9 indígenas mayores de 64 años son dependientes.
En el año 2005, 55,4 por ciento de los indígenas manifestaron haber nacido en otro municipio colombiano y 3.1 por ciento en otro país. Apenas 22.6 por ciento de la población indígena que reside en Bogotá es parlante de la lengua de su pueblo.
Bogotá cuenta con la Asociación de Cabildos Indígenas (ASCAI) y cuatro Cabildos indígenas reconocidos.
El Acuerdo 359 de 2009 establece los lineamientos para la elaboración de la política pública indígena que fue concretada con el Decreto 543 de 2011, que formula caminos de la política y para efectos de la implementación de la Política Indígena, el Plan de Desarrollo “Bogotá Humana” avanzará en tres aspectos fundamentales.
En el proyecto Redes para la Salud y la Vida del Programa “Territorios saludables y red de salud para la vida desde la diversidad”, se promoverá la diversidad cultural, mediante el desarrollo de estrategias para la recuperación y el fortalecimiento de los conocimientos ancestrales y la medicina tradicional, así como para la inclusión de medicinas y terapias alternativas a la alopática.
En el Programa “Lucha contra todos los tipos de discriminación por condición, situación, identidad, diferencia, diversidad o etapa del ciclo vital”, se plantea elaborar 5 caracterizaciones de la situación sociodemográfica, socioeconómica, sociocultural y sociopolítica de grupos étnicos en el D.C.
En el Programa “Bogotá, un territorio que defiende los derechos humanos” se fortalecerá 100 por ciento a las asociaciones de cabildos y/o autoridades tradicionales indígenas.
Y es que el censo de población de 2005 utilizó como criterio de identificación de los diferentes grupos étnicos del país el autoreconocimiento cultural (basado en costumbres y tradiciones) o identificación por los rasgos físicos. Se identificaron indígenas, rom, raizales del Archipiélago de San Andrés, palenqueros de San Basilio, y afrocolombianos, negros, mulatos o afrodescendientes.
En Bogotá el censo de población arrojó como resultado 6.778.691 habitantes, de los cuales 15.032 (0.22 por ciento) corresponden a población indígena, el pueblo rom o gitano está conformado por 523 personas, mientras que los afrocolombianos ascienden a 97.885 (1.5 por ciento) personas, siendo este último grupo étnico el de mayor participación en la poblaci6n total de la ciudad. Estas poblaciones étnicas suman casi un 2 por ciento del total de la población de la ciudad, esto significa un reconocimiento étnico de parte de ellos. Lo anterior sin tener en cuenta a 214.922 (3.1 por ciento) personas que se reconocieron como pertenecientes a algún grupo étnico pero no fueron clasificados en alguna de las tres categorías nombradas previamente.
El grupo de edad que presenta una mayor concentración de población bogotana es el de 20 a 24 años con una participación de 9.6 por ciento; situación similar se presenta con la pirámide poblacional indígena, es esta cohorte la de mayor participaci6n (11.3 por ciento), siendo mayor la participación de las mujeres en ese grupo de edad.
En el documento "Una aproximación al pueblo Kichwa que habita en el Distrito Capital" elaborado por el Cabildo Kichwa de Bogotá, se afirma que hay casi tres generaciones de Kichwa-Otavalo nacidos y criados en Colombia, de los cuales muchos han nacido en Bogotá. El Cabildo Kichwa de Bogotá fue constituido hace algo más de un año y actualmente está a la espera que sus autoridades sean posesionadas por el Alcalde Mayor, tal y como lo dispone el artículo 3 de la Ley 89 de 1890.
En relación con la población indígena en edad escolar que sabe leer y escribir hay un registro de cerca de 22% que hablan la lengua de su pueblo.
Indígenas descubriendo un nuevo mundo
Por Diego García Bejarano*
Con gran preocupación, vi el Informe de Desarrollo Humano para Colombia, que dio a conocer la compleja situación en la que viven los pueblos indígenas hoy, explicado en gran medida por factores como la violencia, la pobreza, la expansión urbana y el daño ambiental. En Bogotá, esta situación es latente para los pueblos originarios; no es necesario recorrer la ciudad de sur a norte para darse cuenta del gran número de etnias que terminan llegando desplazados a la ciudad.
Solo en el Distrito Capital habitan cerca de 15.032 indígenas, según el Censo de 2005, quienes pertenecen a cerca de 87 pueblos, incluidos los migrantes de Ecuador, Perú, México y Bolivia. Es así como los grupos que tienen mayor presencia en el territorio son: Coyaima, Natagaima, Embera Chamí, Embera Katío, Muisca, Nasa, Sikuani, Guambiano, Kankuamo, Uitoto.
Dentro de la cosmovisión indígena, el territorio lo es todo ya que permite desarrollar las prácticas ancestrales que configuran la cultura indígena. Sin embargo, los procesos de expansión urbana representados en Planes Parciales como por ejemplo El Edén - El Descanso en Bosa, han ocupado territorios ancestralmente de los Muiscas, siendo el único pueblo originario, que representa 38% del total de la población indígena de la ciudad y se concentra en Suba, Bosa, Engativá y Rafael Uribe Uribe.
Para los pueblos que llegan a la ciudad, la ausencia de un territorio propio también transforma sus usos y costumbres. Las viviendas no cuentan con espacios para el cultivo y para la elaboración de artesanías, lo que se configura en la transformación de las prácticas laborales.
La mayoría de los indígenas, para sobrevivir en esta inmensa urbe, terminan ejerciendo trabajo informales, convirtiéndose en vendedores ambulantes o albañiles, generando desarraigo y pérdida de sus costumbres, que en parte se viven por el conflicto, lo que termina contribuyendo con la pérdida de identidad y llevando al límite los conocimientos ancestrales.
Desde el pensamiento de los abuelos tradicionales hay un dicho fundamental: “Quien posee tu tiempo, posee tu mente; quien posee tu mente, posee tu vida”. Y es en el trabajo donde se ocupa gran parte del tiempo.
Finalmente, los pueblos indígenas tienen grandes retos frente a la preservación de la medicina tradicional, definida como una herencia ancestral que no reconoce el mundo occidental, lo que impide fomentarla y divulgarla.
Por estas razones, es necesario que el Estado y la sociedad trabajemos por la preservación de los pueblos indígenas. Son parte de nuestra herencia cultural y finalmente nos ayudan a construir ciudad.
* Concejal de Bogotá